Por: José Antonio Pulido-Zambrano
La Conquista del Arte español
La tradición del Arte Español llegó a la región andina
paralelo al evento de Conquista y Colonia.
Una vez instaurada las Encomiendas de las comunidades
indígenas, se fueron fundando en torno a ellas los principales pueblos y villas
de la comarca, estableciendo condiciones similares a la sociedad española en la
estructuración de los nuevos lugares de residencia en torno a una plaza y una
iglesia católica.
Los primeros en venir en el sentido religioso fue la
hermandad de los padres franciscanos a fundar misiones a todo lo ancho del
territorio conquistado, caso que ocurriría en la ciudad de La Grita.
Con los misioneros franciscanos vinieron artesanos,
pintores, herreros y ebanistas de diversas localidades españolas conformando la
mano de obra artesanal para el levantamiento de templos cristianos y casas de
prominentes colonos.
La pintura y cerámica española empezó a contrastar con el
arte rupestre del aborigen, la cual fue adoptada por integrantes de los pueblos
originarios en algunas partes, mientras en otras partes continuaron manteniendo
las chicaras y chorotes con sus símbolos particulares.
En este contexto se fue desarrollando la elaboración de una
imaginería religiosa barroca americana, una nueva visión de ver el Arte en
estos nuevos entornos; cuyo primer vestigio en la entidad fue la imagen del
Santo Cristo de la ciudad del Espíritu Santo de La Grita.
Más adelante, los maestros artesanos y pintores venidos de
España empezaron a recurrir a la copia de abundantes estampas y cuadros traídos
por clérigos y devotos pobladores que, durante el siglo XVII, nutrieron la
decoración de casas coloniales y que sirvieron en la complementación del
proceso de evangelización en América. El mejor ejemplo era el uso del cuadro de
la Virgen de las Ánimas del Purgatorio para mostrar que quien no seguía los
preceptos cristianos tenía un fin angustioso; las llamas del infierno o “el
fuego eterno”.
En Venezuela se dice
hubo tres amplias zonas de desarrollo pictórico en el siglo XVII; el primero en
la región central que abarcó Caracas y llegó hasta los llanos de Calabozo. La
segunda referida a El Tocuyo que se extendía hasta Barquisimeto y colindaba con
Trujillo y, por último, la sección andina con su principal centro cultural en
Mérida.
Como antecedente en la zona tachirense de este primer
movimiento por la introducción de lo simbólico religioso en el Arte cabe el
taller artesanal y artístico que fundara el monje Francisco de Orellana en 1580
en la ciudad del Espíritu Santo de la Grita, por mandato de su fundador
Francisco Cáceres. El aislamiento de esta región dio una particularidad para
sus tallas y cuadros pictóricos muy distintos a los desarrollados en otras
localidades y que sin duda tuvo que ver con la vinculación histórica de la
región andina con el Reino de la Nueva Granada.
A pesar de aquellos obstáculos derivados de la geografía
física y cultural, en el periodo colonial en los andes venezolanos, los monjes
franciscanos tuvieron en sus monasterios algunos lienzos originales y copias de
maestros de la escuela española, incluyendo un cuadro de Bartolomé Esteban
Murillo referido al abrazo de Jesús Crucificado a San Francisco de Asís.
Abrazo de Jesús Crucificado a San Francisco de Asís - Museo de Bellas Artes de Sevilla
(Reproducción con fines didácticos).
Emilio Constantino Guerrero refiere en su libro El Táchira,
Físico, Político e Ilustrado, a una notable familia de la ciudad de La Grita de
principios del siglo XIX, “una familia que parece había sido dotada con el
privilegio de las artes pictóricas”. Del seno de esta familia salieron varios
artistas entre pintores y escultores cuyas obras se exhibían tanto en Los Andes
como en el sureste de Colombia. Don Francisco Escalante dejaría muchas
esculturas “más o menos meritorias y algunos lienzos y retablos de
significación”. Hijo suyo fue Miguel Esteban de Jesús Escalante Guerra, nacido
en 1839 “y cuya escuela fue principalmente el poder de su talento”. Estos
Escalante serán familia de Enriqueta Escalante, de la cual ya hablaremos en
esta historia.
Miguel Escalante “era de aquellos hombres singulares que
vienen a la vida con una aptitud especial para sobresalir en todas las fases de
la actividad humana: La pintura, la escultura, la arquitectura, la música”.
En el contexto de la Guerra Federal deja La Grita para
radicarse en el pueblo de Michelena. Sus obras fueron vistas y valoradas por un
contemporáneo suyo: Atanasio Cárdenas.
En 1864 Miguel Escalante deja Michelena y se traslada a
Bogotá, donde “un acaudalado de la ciudad lo llamó a su casa para que le
pintara las galerías de su claustro principal”. Al parecer el trabajo se
alargó, “habiendo observado el pintor los amores clandestinos de la esposa”,
concibió el pintor gritense la ocurrencia de revelar aquella traición en uno de
los cuadros decorativos, el dueño al ver aquello “se lanzó sobre él y le
atravesó el pecho con el puñal”. Este episodio se convirtió en leyenda en la
ciudad del Espíritu Santo.
A finales del siglo XIX otros pintores y escultores
resaltaban en la región, entre ellos: Atanasio Cárdenas, Pedro Castrellón,
Salvador Moreno y Félix Acevedo, éstos últimos habían realizado algunas obras
para la catedral de Cúcuta y otras instituciones de la región, dejando
constancia de una obra significativa que sirven de referencia para el estudio y
la comprensión del arte tachirense a finales del siglo XIX.
Don Atanasio Cárdenas Zambrano
(✰1844 – ✞1903).
-
Escultor, pintor, artesano y ebanista. Habitualmente se
reconoce a Atanasio Cárdenas Zambrano como la gran figura del Arte andino de la
montaña alta en la segunda mitad del siglo XIX, un hombre cuya excepcional
personalidad artística dominó el panorama creativo de la zona y cuya figura
remonta a lo mítico por las circunstancias y los lugares donde desarrolló su
Arte.
Nació un 2 de mayo de 1844 en una pequeña finca cerca del páramo de El Rosal en el sitio de Río Bobo perteneciente al cantón La Grita, en una casita campesina de aleros muy cerca del camino de arrieros de mulas que circulaban hacia Río Bobo y Queniquea. Dichas tierras eran propiedad de sus padres. Vino al mundo en un hogar caracterizado por las virtudes cristianas.
Sus padres fueron: Ambrosio Cárdenas Zambrano y María de la
Encarnación Zambrano, habían casado en La Grita el 30 de octubre de 1843 y esa
unión había sido consagrada por el presbítero José María Ramón.
El mismo día de su nacimiento, como era costumbre fue
llevado a la iglesia de la ciudad de La Grita a través del viejo camino real
del páramo para ser bautizado por el presbítero José María Ramón, siendo sus
padrinos Antonio María y Luisa Pernía, vecinos de la quebrada de San José.
Ocho meses después de nacido, los padres de Atanasio bajan
del páramo a escuchar la misa del 24 de diciembre, es una festividad única y la
alegría es mayor por la visita oficial que hace el Obispo de Mérida, Monseñor
Juan Hilario Bosset, quien realizará las confirmaciones al día siguiente.
Los siguientes hijos del matrimonio Cárdenas Zambrano nacen
como Atanasio en la lejanía del campo que los hacían distantes del centro
urbano de La Grita, ellos serían: Catalina (✰13-02-1846), María del Carmen (Carmela) (✰7-11-1847), Simón de Jesús (✰29-09-1848), Nicanor (✰15-01-1851),
José Natividad (✰ ✞16-05-1853),
María de los Reyes (✰✞23-10-1860),
María Concepción (✰1861
✞06-01-1933), Manuel María Cárdenas Sambrano (✰1862 ✞19-01-1922),
José de Jesús (✰22-07-1863),
María Filomena (✰
16-01-1865✞ 25-05-1896), María Concepción, Victoria (✞15-04-1876),
Cornelio y Anselmo Cárdenas Zambrano.
Cuando Atanasio tenía año y medio sucede la visita a la
ciudad de La Grita del Gobernador de la Provincia de Mérida, Don Juan de Dios
Picón para inspeccionar la Alcaldía y la escuela. Por este tiempo ya
predominaba en el Cantón de La Grita y sus alrededores los primeros brotes de
simpatía por el Partido Liberal, siendo sus líderes más destacados de la zona
el presbítero Ignacio Ramón Duque y Don Juan Entrena.
Los años monagueros al parecer no fueron de gran esplendor
para familias humildes como la de don Ambrosio Cárdenas y María Encarnación
Zambrano. Los centavos monagueros se hacían agua en las manos de los
campesinos. Cada día corren más rumores de guerra.
Al parecer a principios de 1850, los padres de Atanasio con
su prole “se trasladan al sitio de Las Mesas”, ubicado en predios del valle de
Río Bobo “donde viven una vida signada por el estigma de la pobreza”. La madre de Atanasio era devota y de buena
memoria, le recitaba cantos y oraciones aprendidas de sus ancestros. Como toda
mujer andina tenía una especie de altar de Santos en la sala del hogar. Allí
tendría Atanasio su primer acercamiento con el Arte Sacro. No era extraño verle
con tizón en mano dibujando en piedras calizas de la zona.
Imagen de San José de Atanasio Cárdenas en San José de Bolívar.
(Foto: Rómulo Enrique Romero).-
Un hecho trascendental ocurre y mueve el espíritu patriota
de la gente de La Grita y sus comarcas circunvecinas, ya que el Cantón La Grita
formara parte de la nueva Provincia del Táchira en el año 1856. En estas
circunstancias llega como Cura Párroco de La Grita el presbítero Santiago
Sánchez.
A pesar de las adversidades, la familia hace un esfuerzo
sobrehumano para que el hijo mayor vaya a la Escuela de Primeras Letras. Es
factible que viera clases con el viejo maestro José Hermenegildo Parra o
asistiese a la escuela del doctor Francisco Antonio Guerrero. Referente a este
último expresa Emilio Constantino Guerrero: “Compartía también estas labores
con la enseñanza de la juventud. Fundó una escuela superior, a cuyos bancos
acudían oleadas de niños, que iban a recibir las lecciones del maestro” (Gente
del Táchira, Tomo I. BATT, 1974).
Las vicisitudes en la región y los constantes tambores de
guerra hacen que sus estudios no sean de manera constante. No tiene una
formación regular, pero es un joven aventajado, más practico con las manos que
como otros de sus compañeros con la Gramática y la Oratoria.
Los conflictos del año 1859 hacen de la zona de montaña alta
un lugar convulsionado en ese triángulo adverso entre Tovar, Pregonero y los
predios de La Grita, la familia se resguarda en el sitio de la primera sabana
del páramo de El Rosal. Éste era un lugar alejado de las milicias y de los
vaivenes políticos que se vivía entre los seguidores de don Jesús Contreras y
los que no estaban con el gobierno paecista.
Al sitio que llega Atanasio era una especie de planada con
una casa de tejas, un viejo trapiche y un conuco. En ese lugar debió
experimentar sus primitivos bocetos artísticos usando la buena madera que
ofrecía la montaña azul.
Allí empezaría a tallar sus primeros santos, se dice que un
San Antonio y una Virgen María.
Su hogar fue su verdadera escuela, por ello sus futuras
piezas muestren a un Santoral Cristiano con rostro campesino.
Su padre Ambrosio nunca debió recriminar a aquel niño que
abandonaba el cuchillo de cortar la maleza por el cuchillo para tallar rostros
con la madera sobrante en el aserradero del caserío. Y no es de extrañar pues
en su familia tenía ya un antecedente. Nos referimos a su abuelo Bernardo José
Cárdenas Noguera, quien aparte de haber sido un capitán de los comuneros de La
Grita en el año 1779, ejercía de artesano. Después del movimiento de los
comuneros ese abuelo “había vivido de esta profesión”.
En 1860 inicia trabajos bajo la tutela del maestro Esteban
Rangel (Tovareño), quien se encontraba bajo “la dirección de este templo”
(Folleto: Consagración de la iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles. Monseñor
José Teodosio Sandoval. 1969. San Cristóbal. Pág. 8).
En 1862, procedente del Zulia llega a La Grita Rafael Pino
Enrique, maestro del arte de la escultura y la ebanistería, ese año este
distinguido caballero contraería matrimonio con la distinguida señorita María
Olaya Pérez, de cuya unión un año después nacería el niño Carlos Luis el 3 de
noviembre de 1863. En este año ocurriría un hecho fundamental al que acudiría
el joven Atanasio Cárdenas, la promulgación de la federación en el Táchira
desde La Grita por don Jesús Contreras.
En 1864, Atanasio ya está radicado en la ciudad de La Grita
convirtiéndose en “discípulo del reputado maestro Rafael Pino”. Sus padres
continuaran con sus hermanos en la casa del páramo. Empieza la talla de un
Santo Cristo en los talleres del maestro Rafael Pino. En estos menesteres
conoce a otros maestros del gremio de artesanos de Los Andes, entre ellos al
merideño Luis Barrios que visitaban la casa del maestro Rafael Pino, quien
había vuelto a contraer nupcias con la señorita Teresa Farías, y ese año había
dado a luz un varón: Ramón Pino Farías, quien a futuro sería un renombrado
maestro de obras y realizaría el boceto del primer Escudo del estado Táchira.
En 1868, una tragedia llega a su vida, muere su padre en la
casa del páramo y sus restos son llevados al cementerio de La Grita. Este golpe
es devastador para la familia, regresa Atanasio a la casa del páramo a cuidar a
su madre. Empieza trabajos eventuales de mampostería en casas de La Grita que
lo buscan por su buen trabajo.
En 1874 se casa con la joven de 16 años; Enriqueta de los
Ángeles Escalante, hija de don Miguel Escalante y Gerónima Guerrero. Era
Enriqueta familiar de aquel escultor Miguel Esteban Escalante Guerra. El acto
del matrimonio civil se da a las cuatro de la tarde del 2 de febrero de 1874 a
cargo del Jefe Civil de La Grita; Pantaleón Contreras, siendo secretario Tito Lino
Méndez, en el documento leemos: “Compareció Atanasio Cárdenas de veintiocho
años de edad, escultor, soltero, de esta vecindad”. Luego continua que “con el
fin de celebrar el matrimonio que tienen convenido y siendo suficientes los
documentos producidos para proceder al acto, el secretario dio lectura a la
Sección 13° de la Sección de Matrimonio Civil que establece los derechos y los
deberes de los cónyuges. Acto continuo interrogué a Atanasio Cárdenas. -
¿Queréis y recibes por esposa a Enriqueta de los Ángeles Escalante? Contestó
con alta, clara e inteligible voz: Sí la quiero y la recibo”.
El matrimonio eclesiástico lo celebró el padre Santiago
Sánchez, siendo padrinos de la boda Francisco María Valbuena y Josefa Guerrero.
A finales de 1874 nace su hija María.
El año de 1875 es trágico para los pueblos andinos con el
famoso terremoto del martes 18 de mayo. En este día las Villas del Rosario y de
San José de Cúcuta, el departamento del Norte de Santander, Colombia y de San
Antonio del Táchira y Capacho, fueron destruidas totalmente por un catastrófico
terremoto que asoló esta área fronteriza de los dos países.
Tres o cuatro sacudidas precedieron al terremoto durante los
días anteriores, y tal fue la magnitud de estos que según los testigos de la
época las sacudidas llegaron a agrietar los muros y arrojar al suelo objetos de
las mesas, la noche anterior al terremoto; el paso de un bólido o bola de fuego
que recorrió de Norte a Sur una vasta extensión del cielo tachirense que
presagio para los pobladores que algo malo se les avecinaba, estas fueron
suficientes alarmas para los habitantes de la zona, que algunos tomaron
previsiones, ya que temían una gran desgracia.
Un testigo del hecho refiere: “La primera sacudida, anotando
que era domingo por la tarde, 16 de mayo de 1875, (dos días antes del
terremoto): Caminábamos a lo largo de un amplio corredor, cuando de repente
oídimos un ruido como el de carros o de gente que corre huyendo de un toro
salvaje. Caminamos en medio de vibraciones que en vez de inspirarnos terror nos
dieron un sentimiento agradable".
La segunda sacudida; sorprendió a los habitantes el lunes 17
de mayo, a las 5 a.m.: pero menos intensa que la primera, haciendo correr
nuevamente a la gente a los patios y jardines.
El gran terremoto, ocurrió el día martes 18 de mayo de 1875
a las 11:15 a.m. de la mañana ya que esa fue la hora que quedo marcada en el
reloj de la iglesia de Cúcuta. Las crónicas mencionan destrozos y derrumbes en
San Antonio del Táchira, Capacho, San Cristóbal, La Mulata, Rubio, Michelena,
Colón y La Grita, donde cayeron las casas y más allá de Mérida, además el
terremoto del Táchira derrumbó numerosas casas y molinos de haciendas y de
fincas que quedaron totalmente destruidas.
La población de Capacho colapsó totalmente que sus pobladores
prefirieron antes que reconstruir en el mismo sitio mudarse hacia un plano
inclinado cercano llamado "Blanquizal" y fundar otro pueblo; de allí
nació la población de San Pedro o Capacho Nuevo llamado posteriormente
"Independencia". Este evento marcó la etapa de producción de Atanasio
Cárdenas como ayudante de constructor de obras, se cree que por este tiempo
hizo una imagen de San Juan para la población de Colón enviada a hacer por el
presbítero Melquiades Rosales.
El 22 de agosto de 1876 nace su hijo Prospero Antonio y lo
bautiza en la Iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles de La Grita, siendo los
padrinos Francisco Valbuena y Josefa Guerrero, tal evento lo realiza el
presbítero José Jesús Villalobos.
El 10 de agosto de 1878 nace su hija María Lugardis, en el
Acta de Nacimiento Atanasio se presenta como “Artista”, y por el documento se
sabe que vive con su familia en esta época en el municipio Libertador de
Mérida.
Dos años después lo encontramos de nuevo en La Grita, donde
ve nacer otra hija; María Crescencia, hecho ocurrido el 3 de julio de 1880
según registro del padre José de Jesús Villalobos; le sigue José Ercilio, el 19
de febrero de 1882, bautizado por el padre Juan Bautista Arias, sirviendo de
padrinos su hermano Nicanor Cárdenas y su madre María Encarnación Zambrano,
quienes para esos años se encontraban radicados en tierras entre el antiguo Río
Bobo y Queniquea.
En su taller de La Grita hacía tallas en miniatura de santos
y con la creación del Gran Estado Los Andes empezó a moldear en madera la
imagen del Ilustre Americano, el general Antonio Guzmán Blanco. Esa imagen
tenía como misión el de participar en la Exposición Nacional que preparaba el
Gobierno con ocasión del Centenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar,
las bases del concurso se las había enviado a La Grita don Manuel Antonio
Pulido.
Este hecho logra darse pues más adelante en el Archivo
Histórico del Estado Táchira se menciona que “entre los objetos que mando a la
Exposición, va una estatua en madera, símil de Guzmán Blanco, que no tiene otro
mérito que ser trabajada con malos instrumentos por Atanasio Cárdenas, hijo del
pueblo de La Grita, que no ha tenido maestro, ni ha salido jamás de su pueblo.
El Jurado verá si la acepta o no” (Carta del general José Antonio Baldo al
general Antonio Guzmán Blanco, San Cristóbal, mayo 6 de 1883).
En ese mismo tiempo se traslada a casa de su hermano Nicanor
Cárdenas en el sitio de Río Bobo con su esposa Enriqueta, en esos predios nace
su hija María Obdulia del Carmen el 23 de julio de 1883, dos días después la
niña es bautizada en Queniquea por el padre Fernando María Contreras y como
padrino su hermano Nicanor Cárdenas. En el sitio de Río Bobo también se
encuentra su madre María Encarnación y su hermano José de Jesús. Allí se entera
que los vecinos de Río Bobo encaminados por don Ramón de Jesús Pulido Ramírez
acaban de fundar en el lugar de Río Bobo un nuevo poblado al cual han bautizado
con el nombre de San José de Bolívar. En pláticas con el padre Fernando María
Contreras inicia un nuevo proyecto y talla un Santo Cristo para la iglesia de
Queniquea.
Tres años después, en 1886, su madre Encarnación Zambrano
compra unas tierras en el sitio de La Vega, el documento en el Registro señala:
“José Eufrasio Pulido vende tierra en el Portachuelo a María
Encarnación Zambrano en los siguientes linderos: Por frente las aguas de los
ríos Queniquea y río Bobo; por fondo el camino real para San Antonio que divide
los terrenos de los señores Moncada; por el costado derecho las aguas del río
Bobo hasta una piedra llamada de la Cacahuecas y de allí para lo alto con terreno
de los Sánchez; y por el costado izquierdo deslinda unos mojones y terreno de
los señores Moncada” (Protocolo N° 1. Primer Trimestre. Distrito Guzmán, 1886.
Serie Numérica 23).
Al año siguiente de
la compra de estas tierras, su hermano José de Jesús empieza a sembrar en ella
caña panelera y reactiva un viejo trapiche de la zona. La tradición menciona
que:
“En el lugar llamado Los amarillos, caserío de la Mesa de San Antonio de Río Bobo, aldea cercana a nuestro pueblo fue cortado un cedro del cual se tomó una parte para tallar una imagen por el renombrado ebanista y escultor Atanasio Cárdenas Zambrano” … “Cortado el cedro fue transportado por él, y unos amigos a La Vega (hoy sitio llamado La Cañabrava) propiedad de don José de Jesús Cárdenas, allí fue transformado en la milagrosa imagen del patriarca San José. La fecha en que fue elaborada data de 1887”.
No es extraño que los vecinos del sitio de Río Bobo que
desde el 15 de febrero de 1883 habían bautizado como San José de Bolívar,
buscasen en Atanasio Cárdenas la ayuda para elaborar el Santo Patrono para la
iglesia que había bendecido en 1884 monseñor Jesús Manuel Jáuregui.
Es este año de 1887 que desde un punto de vista legal es
aprobado el nombre del poblado como San José de Bolívar.
Expresa el profesor Horacio Moreno que es hasta el “22 de
diciembre de 1887 que la Legislatura del Estado reconoció el campo de Río Bobo,
como aldea, legalmente constituida y con el nombre de San José de Bolívar”
(Monografía de San José de Bolívar – 1982: 95).
El rostro sereno de San José, un rostro donde colocó los
rasgos de un hombre campesino de la zona, quizá la imagen del padre bueno y
ausente del artista.
La madre de Atanasio debió morir entre 1892 a 1893, con la
triangulación de datos de documentos revisados, pues ya para 1894 en el
matrimonio de uno de sus hijos, sucedido el 16 de mayo de 1894, entre José de
Jesús Cárdenas con María Isabel García Parra, oriunda de La Grita. hija de
Rafael García y Espíritu Santo Parra, hace inferir que doña María Encarnación es
difunta. Los padrinos de este evento serán Manuel y Filomena Cárdenas.
En los años posteriores realiza una talla de un San Antonio
para el pueblo de Pregonero. La voz autorizada de doña Isabel Torres de Suárez
en su Monografía del Distrito Uribante (1945: 15) indica que “existe en la
iglesia parroquial de Pregonero la imagen de San Antonio que se venera como la
del Patrono del lugar, fue hecha de una sola pieza de madera, por Atanasio
Cárdenas y ha merecido muchos elogios por ser una obra artística. El tronco
donde se cortó el árbol existe en la aldea San José”.
El 15 de enero de 1898 muere su hijo Próspero Antonio, este
hecho golpea moralmente al artista, su cuerpo fue llevado en triste procesión a
la Iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles y ese día Monseñor Jáuregui da unas
sentidas palabras en su homilía. Nuevos eventos están por pasar en el país, los
andinos han decidido tomar el poder en Caracas bajo la conducción de un hijo de
Capacho, el general Cipriano Castro. Atanasio sigue en sus trabajos de albañil
y maestro de obras, nace por este período su hija Rita.
El 28 de abril de 1902, quizá hace la última visita a la
tierra que lo vio nacer, al asistir a la boda de su hija María Crescencia con
José Teodoro Méndez, hijo de Vicente Méndez y Ramona Contreras, el cual se dio
en la población de Queniquea.
Se maneja una hipótesis sobre su deceso y futura
desaparición. En esta conjetura se menciona que viajó a Barinas a realizar
trabajos de mampostería en una iglesia y murió de fiebre palúdica. Hasta ahora
está versión no se ha comprobado y no hemos hallado otro documento de su
accionar a partir de 1903. En 1905 Emilio Constantino Guerrero señala en su
libro El Táchira Físico Político e Ilustrado que “hace pocos años murió uno de
los mejores escultores que ha tenido el Táchira: Atanasio Cárdenas” (1905: pág.
303).
Su muerte debió ocurrir entre 1902 a 1903. Durante los cerca
de sesenta años que duró su vida cultivó Atanasio Cárdenas por igual la pintura
y la escultura con resultados extraordinarios en cada una de estas facetas
artísticas; en este sentido superó a su gran maestro: Rafael Pino Enrique,
centrado casi exclusivamente en la escultura.
Muchos años después, el 15 de junio de 1918 en Tovar se casaría su hija Rita Cárdenas Escalante con Tobías Contreras en la población de Tovar. Este matrimonio dura hasta el 17 de enero de 1930, cuando Rita muere en esa misma población. Su esposa Enriqueta Escalante mantiene la memoria viva de Atanasio Cárdenas y le sobrevive por tres décadas más, muere el 13 de mayo de 1934 en la ciudad donde conoció al amor de su vida: La Grita.