POR. JOSÉ LUBÍN PULIDO CHAPARRO
Allá por los años cincuenta, cuando acudimos a la
primaria, en la Escuela Regina de Velásquez, estudiamos con un libro primario,
cuyo autor era el pedagogo Alejandro Fuenmayor. Un aprendizaje deletreando
palabras. Las primeras páginas de este texto se referían a la pronunciación de
papá y a mamá. Se deletreaba m con a,
ma; m con á, má, como se dice: mamá. P con a, pa; p con á, pá; papá. Así
iban los niños soltando las palabras. La mayoría de las veces los infantes las
aprendían de memoria. A medida que avanzaba el estudio, quien, leía corrido, pasaba
a leer ciertos relatos: El torito colorado, el ratón Pérez, la historia de un
pollito que le cayó un pedazo de cielo en la cola, o aquella melodía: “Compre
una chiva con real y medio”, entre los que más recuerdo.
Eran los tiempos que las
maestras aplicaban la disciplina con reglazos en las manos y jalones de oreja.
En estas andanzas de aprender a leer los que
sabían menos se sentaban en los últimos pupitres, y a medida que avanzaban en
el estudio se iban colocando en los primeros puestos. Un buen día llegó
Abelardo, a quien apodaban Caruta, tenía que dar la lección de la zeta, que se
refiere a las palabras que empiezan por z. Venía atravesando la plaza y
deletreaba mentalmente la lección: Z con la a,
za, p con la a, pa, t con la o,
to; zapato. Z con la o, zo, rr con la o, rro; zorro. Abelardo Caruta se sabía la lección de memoria, tal cual se la enseñó su
madre que no sabía leer, pero la había
aprendido de memoria de una vecina que se la enseñó, de manera que no se
equivocara, con la esperanza que su hijo fuese un letrado. La alegría de
Abelardo era inmensa, ese día pasaría al primer puesto. En ese momento tropieza
con don Ángel María Ramírez, quien, traía un animalito amarrado con una cabuya,
lo había cazado con una trampa de hierro, solía colocar ese tipo de trampas en
su conuco, para cazar animales que consideraba dañinos. Abelardo al ver el
animal muy intrigado le pregunta a Don Ángel María:
-
¿Ese
animalito es un zorro?
El cazador – don Ángel María Ramírez - menciona
que es un guache y el niño le increpa:
-
¡Pero
parece un zorro!
-
Se
parece un poco pero este animal es un guache...
- Pase Abelardo
a dar lección - le dice la maestra Carmen Teresa Belandria - has
avanzado en tus estudios, eres un niño aplicado y hoy vas a ocupar uno de los
primeros puestos.
Abelardo muy orondo toma el libro en sus manos, y
empieza: Z con la a, za, p con la a, pa, t con la o, to; Zapato. Z con la o, zo,
rr con la o, rro; guache… guache.
Abelardo tal vez este aún hoy en el último
pupitre.