jueves, 30 de julio de 2015

LA ESCUELA EN SAN JOSÉ DE BOLÍVAR EN LOS AÑOS 50

POR. JOSÉ LUBÍN PULIDO CHAPARRO


Allá por los años cincuenta, cuando acudimos a la primaria, en la Escuela Regina de Velásquez, estudiamos con un libro primario, cuyo autor era el pedagogo Alejandro Fuenmayor. Un aprendizaje deletreando palabras. Las primeras páginas de este texto se referían a la pronunciación de papá y a mamá. Se deletreaba m con a,  ma; m con á, má, como se dice: mamá. P con a, pa; p con á, pá; papá. Así iban los niños soltando las palabras. La mayoría de las veces los infantes las aprendían de memoria. A medida que avanzaba el estudio, quien, leía corrido, pasaba a leer ciertos relatos: El torito colorado, el ratón Pérez, la historia de un pollito que le cayó un pedazo de cielo en la cola, o aquella melodía: “Compre una chiva con real y medio”, entre los que más recuerdo.
Eran los tiempos que las maestras aplicaban la disciplina con reglazos en las manos y jalones de oreja.
En estas andanzas de aprender a leer los que sabían menos se sentaban en los últimos pupitres, y a medida que avanzaban en el estudio se iban colocando en los primeros puestos. Un buen día llegó Abelardo, a quien apodaban Caruta, tenía que dar la lección de la zeta, que se refiere a las palabras que empiezan por z. Venía atravesando la plaza y deletreaba mentalmente la lección: Z con la a,  za, p con la a, pa,  t con la o, to; zapato. Z con la o, zo, rr con la o, rro; zorro. Abelardo Caruta se sabía la  lección de memoria, tal cual se la enseñó su madre que no sabía leer, pero  la había aprendido de memoria de una vecina que se la enseñó, de manera que no se equivocara, con la esperanza que su hijo fuese un letrado. La alegría de Abelardo era inmensa, ese día pasaría al primer puesto. En ese momento tropieza con don Ángel María Ramírez, quien, traía un animalito amarrado con una cabuya, lo había cazado con una trampa de hierro, solía colocar ese tipo de trampas en su conuco, para cazar animales que consideraba dañinos. Abelardo al ver el animal muy intrigado le pregunta a Don Ángel María:

-         ¿Ese animalito es un zorro?
El cazador – don Ángel María Ramírez - menciona que es un guache y el niño le increpa:
-         ¡Pero parece un zorro!
-         Se parece un poco pero este animal es un guache...

- Pase Abelardo  a dar lección - le dice la maestra Carmen Teresa Belandria - has avanzado en tus estudios, eres un niño aplicado y hoy vas a ocupar uno de los primeros puestos.
Abelardo muy orondo toma el libro en sus manos, y empieza: Z con la a, za, p con la a, pa, t con la o, to; Zapato. Z con la o, zo, rr con la o, rro; guache… guache.

Abelardo tal vez este aún hoy en el último pupitre.