martes, 5 de octubre de 2010

BIOGRAFIA OFICIAL DE DON ROMULO ROMERO VIVAS (SAN JOSÉ DE BOLÍVAR)

José Lubin Pulido Chaparro
Cronista de San José de Bolívar


Singular personaje, muy querido y recordado por la mayoría de rioboberos, nació en nuestro poblado en el año de 1905. Sus padres fueron: Doña María de La Paz Vivas Chaparro, de principios religiosos muy sólidos; ya entrada en años la vi rezar El Crisajio, y hacia el vía crucis en el entorno de la iglesia, cargando una pesada cruz de madera en sus hombros y se colocaba a manera de diadema en su cabeza una corona de espinas, con devoción suprema, invocando a los pecadores para que Dios los perdonara, y de mayor edad, aun, cuando ya no podía cargar aquel suplicio, rezaba los quince minutos, todos los días a esto de las tres de la tarde de rodillas. Era una santa mujer.


Don Abigaíl Belandria - Año 1947.

Su padre fue: Don Juan Luís Romero Romero, quien era hijo de los distinguidos esposos: Don Gregorio Romero y Doña Águeda Romero. Había nacido en el municipio Peguega, del Distrito San Luís del Estado Falcón, y murió en nuestro poblado en 1953 a la edad de 99 años. Llegó a San José de Bolívar después he haber caminado desde la ciudad de Coro, al parecer huyendo para no pagar el servicio militar obligatorio, a finales de la década de 1890. Fue encontrado por Don Pedro José Contreras, en el páramo de Simusica, casi desnudo, emparamado y con un clarinete que le acompañaba, pues formaba parte de la banda de música de su pueblo natal. Ejerce de secretario de la prefectura en 1902. y durante su larga vida estuvo apegado a las labores del campo: cultivo de café y caña panelera. Hermanos de Don Rómulo fueron: Temistocles, América, Luis, Eucaris, Candida y José.


Familia Romero Vivas: Don Luis Romero y Doña Maria de la Paz Vivas con sus hijos: Temistocles,Romulo,America,Eucaris,Juan Luis,Candida, Gustavo y Jose


Romulo Romero en su mocedad

Se dedica, Don Rómulo desde muy joven al comercio, obtiene la primera licencia para la venta de licores al detal, pero además vende víveres, trae de innovación para las damas, a finales de la década de 1940 las toallas sanitarias; vende entre otros artículos: pescado salado, estampillas, timbres fiscales y papel sellado, los domingos vende carne de marrano. Con el tiempo funda la primera farmacia en nuestro terruño, en el mismo negocio separado de una pequeña reja.
En el año de 1937 casa con la distinguida dama: la joven Ana Asunción Belandria Pulido, hija de Don Abigaíl Belandria y Rosario Pulido, con quien concibe sus distinguidos hijos: Argimiro, Luisa, Emma, Ramón, Margarita, Teresa, Iván, Gerardo, Coromoto, Beatriz y Rómulo Enrique.
Hermanos de Doña Ana Asunción: José Ramón, Carmen Teresa, Aura Rafaela, Hermildes, Acacio, María Auxiliadora, Teonila y Enrique. 


Trae el primer radio, a mediados de 1942, los lugareños en las noches acuden a oír música, noticias y el programa humorístico: El Galeron Premiado. Se informaban de los acontecimientos de la II Guerra Mundial y hacían comentarios de los acontecimientos suscitados.
Varios niños nos acercamos al puente colgante del Rió Bobo, para ver cuando traían sobre dos varas de madera, amarrada, desde Queniquea, por el camino de las mulas, la primera nevera que funcionaba con kerosén. Cuatro hombres se turnaban con otros, para cargar tan preciada reliquia.
Dicharachero, alegre, amante de la parranda, bailarín de postin, aprehendió los movimientos del tango con la ilustre señora Doña Hilda Rojas de Chaparro, lo bailaba con sorprendente armonía con la joven: Ana Beatriz Contreras y en días pasados me comentaba mi primo y amigo: Magín Roa Ramírez que cuando bailaba pasodoble con la joven licenciada Juanita Pulido Vivas, había que desocupar la sala pues la quería para el solo, y así demostrar los diferentes pasos que con sobrada maestría nos deleitaba.


Ana Asunción Belandria Pulido y Rómulo Romero


Ana Asunción Belandria en su cocina de leña

Traslada su familia a San Cristóbal para que sus hijos estudien, Don Rómulo continua viviendo en San José, su pueblo que tanto quería, al frente de su bodega, deleitando a sus paisanos con sus chanzas y sus chistes. Atendía con vocación suprema a los forasteros que llegaban, tenia un don muy particular para hacerse amigo de las personas; hombre ejemplar y probo, honrado y su palabra un documento, después de una penosa enfermedad, apegado a sus principios religiosos de su fe cristiana, muere en San Cristóbal a la edad de 85 años, trascurrida una larga, exitosa y placentera vida.

Fotos cortesía: Romulo Enrique Romero Belandria