*José Antonio Pulido Zambrano
Una
tarde, estando en mi casa me contaba Salvano Gómez que una vez reunido con un
grupo de trabajadores, cuando se hizo de noche a eso de las ocho, en un lugar
de la aldea Los Paujiles llamada el Mazamorro, charlando para divertirse, de
mujeres, diciendo morbosidades, entre ellos estaba un señor de nombre Hilario
Vivas, no hablaba ni decía nada, llegó un momento en que este señor desapareció
del rancho, comenzaron a buscarlo a los alrededores, así paso un tiempo de
veinte a treinta minutos y el pánico entre los demás obreros se hizo
insoportable.
De
pronto un grito de un obrero se escucho, el señor Hilario estaba en el cerro
del frente y pedía que lo auxiliasen. Los obreros corrieron a socorrerlo, lo
encontraron tirado en aquel monte, todo arañado y sin haber dejado algún rastro
por donde había llegado allí.
Hilario
estaba temblando de frío y muy asustado. Dicen los obreros que lo llevaron al
rancho, quien les contó que se había quedado en un sueño profundo y sintió que
volaba, se despertó ese instante en el bosque cercano.
Dice
Salvano Gómez que allí empezaron a rezar el rosario y se sintió un olor a
azufre, lo que llaman miaos del Diablo; Dicen mis padres que como este señor no
decía vulgaridades, a lo mejor solo lo pensaba, el Diablo se lo cargo por no
compartir con los otros obreros y como dice el refrán: “Que es más malo
pensarlo que hacerlo”.