*José Antonio Pulido Zambrano
Años atrás a José lo persiguió un
fantasma. José era muy joven tal vez 17 o 18 años - enamorado. José era puras
novias, un Don Juan completo y le gustaba mucho el trabajo. Los domingos con su
trabajo conseguía la platica para
brindarle a sus conquistas pastelitos y chicha. José era un cliente fijo de Doña
Maximina. Porque en el pueblo no había pasteles y chicha tan buenos como los de Doña Maximina. Y como
José era tan pastelero, pues tenía una novia que vivía en Las Cruces. Eso era
religioso y todas las tardes se iba a visitar a la muchacha. Siempre le decían:
- Deje esa costumbre de estar
andando de noche porque lo van a asustar .
Pero él decía:
- Yo me vengo tempranito.
De las nueve a las diez era la
visita. Una noche se vino para la casa de la nona acompañado de un perrito que
siempre seguía sus pasos. Aquella noche se despidió de la muchacha como todas
las anteriores y al salir al camino real
el perro empezó a inquietarse y a mostrarse asustado y se le
entrecruzaba a José y no le dejaba andar, pero él pues mientras caminaba.
Siguió avanzando sin llegarle el
miedo a su cuerpo, siguió camino arriba, la noche era muy oscura y al llegar a
un piedrón, el perrito comenzó a interponerse más en su andar, José le dijo:
- No seas bobo, déjame caminar.
En ello a José se le ocurrió mirar
para atrás y allí estaba aquello.
- ¡Ay mi madre! - grito ante lo que
vio y echo carrera. Pero de lo que se llama “Así se corre”. ¡Que susto! Pues
paso por frente de la casa de Don Juan y no la vio. Déle para donde la Nona llamándole:
- Nona, nonita. Apúrese, ábrame la
puerta que me esta persiguiendo algo horrible.
Le abrieron la puerta y entro el
pobre José más muerto que vivo del susto frente al corredor, allí había un pino
enfrente desde donde le observaba aquel ser terrorífico envuelto en la niebla
de páramo que había envuelto de improviso la casa.
Ya cuando estaba adentro un tío de
José se asomo y vio un resplandor blanco y en el centro una bola de fuego, de
donde emanaban dos ojos diabólicos. Todos comenzaron a rezar el rosario para
alejar el espanto.
Después de lo sucedido la nona le
dijo a José:
- Se dio cuenta mijito lo malo que
es estar de noche por el camino sin necesidad.
José no volvió a salir de noche. Era
de día que visitaba a la novia y cuando no la podía visitar le mandaba una cartica.
(Tomado del libro: Criaturas de la Noche de José Antonio Pulido Zambrano. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Nº 192).