viernes, 30 de junio de 2017

LOS ENCANTOS ABORIGENES

Por: José Antonio Pulido Zambrano
Editor de la revista Riobobense


Lagunas del páramo La Cimarronera (Foto Wikipedia).-

Crecimos en un San José de Bolívar aún pintado a blanco y negro, por lo que era común escuchar los cuentos de los abuelos y entre ellos era común la palabra "Encanto" o "Encantamiento".
La palabra "Encanto" era asociado a nuestro pasado aborigen y de allí que sostuvieran relatos de "Lagunas encantadas", "Montañas embrujadas por los indios", "El tesoro enterrado de los babukenos y que nadie lo podía ver porque estaba encantado".
Lo cierto es que estas supersticiones iban a todos los ámbitos, uno de ellos era la cacería. Cuando alguien iba a cazar a la montaña procuraba no ir un viernes santos o los martes trece, pues según nuestros abuelos eran los días que los indios se dejaban ver y lo podían encantar y perderse para siempre en la montaña.
Asimismo el bañarse en pozos de quebradas en los días santos, era consecuencia de ser absorbido por las aguas y ser llevado a donde vivían los indios. Más de un ahogado en Semana Santa se le achaco su muerte debido al encantamiento de las aguas de nuestro Municipio.
Y el relato más famoso era el de que las lagunas del páramo La Cimarronera estaban encantadas por los indios por lo que debía irse con un buen baquiano para no perderse en esas zonas tan inhóspitas.
La palabra "Encanto" según el diccionario es el resultado y la acción de encantar (Hechizo), procede del latín "incantāre" y su primera acepción es influir sobre algo o alguien a través de la magia. En el pueblo existen muchas historias y cuentos infantiles donde se usa el encantamiento para crear situaciones irreales o ilusiones en los personajes, quizá el cuento más famoso sea el del Brujeador, quien viéndose hostigado por la policía y acorralado ante sus desmanes diabólicos con la comunidad y verse apresado en una bodega opto por convertirse en una mano de guineos, dicen que un policía se llevo dos de estos guineos y cual sería su sorpresa al llegar a su casa y en vez de guineos encontró dos alpargatas.
El otro relato es de aquellos que desenterraban tesoro frente a la casa de Don Ramón Rodríguez y por no ser a quienes estaba dirigido el tesoro, vieron pasmados como una olla llena de "morocotas" se transformaba frente a sus ojos en una olla llena de cenizas.-