miércoles, 12 de diciembre de 2012

ACACIO BELANDRIA PULIDO (✰ 1930 - ✞ 2012), SACERDOTE INSIGNE DEL TÁCHIRA


Por: José Lubin Pulido Chaparro


Padre Acacio Belandria Pulido
(Foto: José Antonio Pulido Zambrano)

Para las familias andinas, y en particular las familias tachirenses amparadas en la fe católica, abrigan en su seno la esperanza en Dios, para que les conceda la dicha, de tener un hijo sacerdote.
La historia del padre Acacio comienza cuando la familia Belandria Pulido emigra de la población de San José de Bolívar a tierras uribantinas. El 25 de enero de 1930 en la población de Pregonero,  el matrimonio de arraigo católico conformada por don Abigail Belandria Mena y doña Rosario Pulido Vivas, reciben de la divina providencia la bendición con el nacimiento  de un niño, que bajo el calor de esta familia humilde, cobijada por su fe en la religión cristiana lo encaminaran por una vida marcada hacia el camino del sacerdocio.
Sus primeros años los vivirá en San José de Bolívar. Al cumplir sus nueve años, debido a los escasos recursos económicos de sus padres, una pobreza serena pero sin angustias, que no son limitante para los grandes hombres de fe, a esta edad de nueve años se le ve partir hacia Mérida con la intención de estudiar en el Colegio San José y a sus 17 años ingresa al Noviciado de la Compañía de Jesús.
            Grande fue la alegría para los esposos Belandria Pulido y la población de San José de Bolívar, cuando recibieron la noticia de que el 18 de junio de 1960, su hijo se ordenaría de sacerdote jesuita, realizando su primera eucaristía en Weston, Estados Unidos. Acá en San José de Bolívar celebrara su primera misa el 27 de agosto de 1961. Los feligreses de esta comunidad, sus tíos, hermanos, primos y sobrinos acudieron de forma masiva para acompañar a don Abigail y a mi tía Rosario, y por supuesto al nuevo sacerdote Acacio. Fue una ceremonia eclesiástica de regocijo y fe sorprendente. Nos comunicó el padre Acacio: “Creo y amo a Jesucristo apasionadamente, creo y amo fuertemente al mundo de los pobres y creo y amo a mi iglesia latinoamericana”. Credos y amores que lo han mantenido y atado fuertemente en el maravilloso servicio del sacerdocio.
            En 1970 llegó a Maracaibo para desempeñarse como párroco del barrio Sierra Maestra, más tarde se le vera en el barrio Bolívar, ejerciendo una loable labor sacerdotal, comprometida con sus fieles, labor continuada en el barrio El Manzanillo, con su apostolado que marca  huella en las entidades cristianas del Zulia.
En 1996 es designado Superior del Teologado de los Padres Jesuitas en Caracas y el 14 de agosto de 1999 tomó posesión de la  parroquia de San Camilo de Lelis, en El Nula, estado Apure, sitio donde desempeñó su apostolado hasta anoche 09 de diciembre del 2012, cuando un accidente de transito le quito la vida en el sector Palmar de la Cope de nuestro estado Táchira. Esta noticia tiene consternada a nuestra familia y a sus feligreses.


Padre Acacio Belandria Pulido
(Foto: José Antonio Pulido Zambrano) 

 Acacio fue un sacerdote “sui generis”, hermano y amigo del alma, con su fe cristiana de la que jamás dudó, llevó consolación y aliento a las personas que así lo necesitaron, dando soluciones acertadas, aun para las personas no creyentes. Su sensibilidad de pastor lo fortalecieron a abogar por quienes no tenían el intelecto, el silencio obligado, para reclamar las necesidades apremiantes de las comunidades y de las injusticias, la impotencia y el desprecio que padecen los más necesitados a que son sometidos, esta lucha la llevó desde El Nula, una comunidad como todos sabemos difícil. Acacio fue un cura valiente.
En toda su vida sacerdotal volcó su sabiduría espiritual con profunda fe cristiana, hacia las personas que sufrían en lo moral, espiritual o material; su palabra sirvió para llevarles sosiego y tranquilidad. Aun se le recuerda en Maracaibo por su apostolado y ahora en el municipio San Camilo del estado Apure donde entregó  lo valioso  de su ser; tratando de mitigar las esperanzas truncadas de esa humanidad de feligreses que a diario acudían en busca de sus buenos consejos.
Fue el padre Acacio un predicador convencido de  la familia, esas que profesan su fe en Cristo, base de la vida social, las que permanecen unidas y moldean con sus buenas virtudes el futuro de sus hijos, conduciéndolos al mejor de sus caminos. No olvidemos que la familia es la célula primordial de los municipios y el Municipio es la principal estructura de convivencia del país, de esta hermosa Venezuela. Acacio siempre creyó que este país era único. Y su último Terruño, El Nula, lo hizo tan suyo como su inolvidable San José de Bolívar, donde hace dos años celebró sus 50 años de vida sacerdotal
Para nosotros los habitantes del municipio Francisco de Miranda, que es también su lar casi nativo, es motivo de tristeza compartir estas palabras y memorar su vida sacerdotal de fructífera labor religiosa. Recordar es vivir. Hasta luego Acacio, gracias por tus palabras y tu idea de crear mundos de paz.