sábado, 27 de diciembre de 2014

LA PARRANDA DE LOS NEGROS (Tradiciones de San José de Bolívar - II Parte)

* José Antonio Pulido Zambrano


Una de las tradiciones de más arraigo en las fiestas decembrinas en San José de Bolívar es un ritual de corte pagano conocido como "La parranda de los negros", hoy recubierto por la modernidad bajo la apariencia de ser disfrazados con máscaras con personajes de los medios.



Hoy los jóvenes de esta comunidad continúan con la tradición, pero sustituyendo las viejas mascaras de cartón pintadas con carbón por máscaras de látex. Pero en el fondo el sentido carnavalesco del evento hoy día es el mismo. Es un momento propicio para dejar sacar aquellas burlas que impide la cotidianidad llena de seriedad. Es una fiesta donde se permite transmutar el mundo, el mundo con la parranda de los negros esta al revés, los hombres usan vestidos, se embarazan y coquetean a través de la máscara y las mujeres asumen el rol masculino.


Los abuelos comentan que desde principios del siglo XX ya existía la tradición, que consistía en la participación de los hombres pintando su rostro y manos de color negro, y vistiendo ropa deshilachada de hombre o mujer, y acompañada con pelucas hechas de gincho de guineo. Acostumbraban después de las misas de aguinaldo ir a las aldeas a robar gallinas para realizar sancochos a los lados del río.
Existe una tradición, que San José de Bolívar por ser en sus orígenes un pueblo de tradición vasca que se enclaustró en la montaña tachirense, gente de montaña trabajadora y muy pálida, pues poco salían del arduo páramo, un día uno de los más acaudalados señores de La Grita visitó el lugar con un sirviente, un esclavo negro, por lo que el pueblo fue temeroso y se resguardo pues señalaban que ese hombre era el diablo, de allí paso la leyenda de generación en generación y el miedo inculcado a los niños: . "Si no haces caso te va venir a llevar el negro (el Diablo)". "Si no vas temprano a la cama los negros vendrán por ti".



Barón Samedi con el muñeco de Año Viejo
San José de Bolívar - Táchira - Venezuela 

Otros creen que esta tradición vino con unos gitanos que visitaban con regularidad al poblado por el mes de diciembre a vender baratijas y con ellos vino la imagen del Barón Samedi, el señor oscuro, el diablo negro de los muertos. De allí estos gitanos participarían en sus grupos con un baile al Barón Samedi, por según la tradición, uno de los jefes gitanos morir en el poblado, por lo que muchas de sus tradiciones se fusionaron con elementos de carácter local de los rioboberos. Estos gitanos llegaban y armaban sus carpas en lo que hoy se conoce como la aldea La Costa, quizá por ello, al estos señores emigrar a sus tierras de origen, los aldeanos levantaron una Capilla, hoy la más antigua del Municipio.
Pero la tradición de la parranda de los negros continuo en esta aldea. En un principio sólo podían participar en esta cofradía los puros hombres. Era una fiesta de locura, donde el aguardiente y chimú cabían en grandes cantidades.


Era común que estos disfrazados o "Negros" se comportaran de manera violenta y asustaban a los niños con llevárselos, de allí que muchos infantes temieran la aparición de los "Negros". 


Hoy día la parranda de los negros refleja esos lugares donde el miedo se cubre de navidad para exorcizar esos temores naturales, que muchas veces nacen en la infancia. 

JUGANDO LA GÜIJA EN LA PLAZITA SAN JOSÉ (Leyenda de San José de Bolívar)

* José Antonio Pulido Zambrano


Me cuenta una amiga, que estudió en el Liceo de San José de Bolívar, que debió terminar el bachillerato en la ciudad de Caracas por problemas de brujería a su querida madre en el poblado.
Eran mediado de los años setenta, San José de Bolívar había sido seleccionado como pueblo piloto para el proyecto de "Casa-Hogar", el cual consistía en dar albergue a niños, niñas y adolescentes que no tenían una familia estable. Fue así como muchos niños sin padres encontraron una gran familia en el poblado, varias casas abrieron las puertas a estos niños.
Entre la gran variedad de infantes, venía una niña, un poco retraída, de cabello negro intenso, así como unos ojos azul cielo y de una piel muy blanca. La familia quedó enamorada de aquella niña, quien de una vez fue inscrita para terminar el sexto grado en la Escuela Básica "Regina de Velásquez". Con ella sólo venía un morral con dos vestidos y una vieja maleta llena de cartas antiguas, retratos en blanco y negro, y algunos otros objetos que la familia consideró eran los recuerdos de la familia de antaño de la niña.
Todos los niños del poblado querían sentarse al lado de la niña con ojos de cielo. Pero por más que le buscaban conversa ella siempre le gustaba andar sola.
El tiempo fue pasando y la niña se hizo adolescente y su cuerpo empezó a hacerse más cercano al de una bella mujer. Desde que había llegado la familia que la había recibido, de apellido Urbina, siempre la llevaban al medico pues en su cuerpo blanquecino siempre aparecían moretones, sin haberse golpeado o sufrido un maltrato por el estilo.
La niña ya adolescente empezó a mostrar una ojeras, por lo que el medico residente le envió un tratamiento para mejorar el sueño. La familia la escuchaba hablar mientras dormía diciendo cosas incomprensibles.
Un día, ella amaneció sin ojeras y sin moretones, empezó a ser más sociable con sus compañeros en el Liceo, hasta se permitió tener un novio. Su conducta apacible se transformó en liberal y un poco explosiva. No hacía caso. Llegaba tarde a la casa. Empezó a ingerir alcohol en la plaza Bolívar con el grupo del Liceo.
La madre adoptiva (sí la podemos llamar así) empezó a regañarle y a encerrarla para no dejarla salir tan tarde. Pues en la casa vivían tres hembras más y el hijo único, un varón.
Las ojeras volvieron y los moretones. La gente de la cuadra achacó eso a golpes de la madre sustituta. Pero la madre nunca había golpeado a la muchacha. Para evitarse problemas permitió que la muchacha volviera a salir de noche.
Ese día ella salió con la vieja maleta, los padres (adoptivos) imaginaron que les iba a mostrar a sus amigos los recuerdos de su antigua familia, de la que nunca hablaba. Lo cierto es que nadie había imaginado que había de más en aquella vieja maleta. Esa noche en la plazita San José, siete jóvenes, entre quien se encontraba la muchacha con ojos de cielo, realizaron un Acto del que pocos sabían en el poblado, incluso el mismo sacerdote.
En la vieja maleta, aquella noche, la muchacha de ojos de cielo, sacó un tablero dotado de letras y números, a la que llamó "GÜIJA", ella les explicó que eso servía para entablar contacto con los muertos, los otros muchachos, como todo joven de esa edad, tomaron aquello como un juego más. Una broma de la chica con ojos de cielo. 
Ella pidió que se tomaran de la mano, entonó una extraña invocación. Luego mostró a los chicos del grupo un triangulo de madera en cuyo centro estaba dibujado un ojo. Pidió que todos tomaran con sus manos ese objeto y colocándole sobre el tablero preguntó a un supuesto espíritu que diera el nombre de quien le molestara de los presentes para que se fuera, la tabla indicó el nombre de dos de los muchachos, quienes creían que era una broma de la muchacha de ojos de cielo que movía a su antojo el triangulo, los muchachos decidieron marcharse.
Tras haberse marchado, cuando iban llegando a la plaza Bolívar los muchachos escucharon un fuerte ruido a sus espaldas, parecía como si un toro estuviera corriendo en las calles cercanas. Al alzar la vista vieron un especie de haz de luz sobre la plazita San José. Sintieron temor y corrieron directamente a sus casas.
En esa época no había Internet, ni la biblioteca del pueblo poseía libros para explicar aquel fenómeno.
Al otro día los dos jóvenes notaron a sus amigos un tanto huraños, esquivos y con unas ojeras muy notorias. Uno de los jóvenes que no había participado en el juego diabólico, se acercó a uno de sus amigos y este con temor a no ser visto por la chica de los ojos de cielo, le dijo que la noche anterior habían hecho algo muy malo, que ellos habían invocado a un espíritu, que resulto ser malo. Que él quería confesarse. 
Los dos jóvenes se dirigieron a la iglesia para hablar con el sacerdote.  
Mientras en la casa de la muchacha todo empezó a cambiar, las tres hijas verdaderas del matrimonio vieron como su madre se comenzó a enfermarse, se puso muy delgada y blanca, con grandes ojeras. El esposo que creía que a su esposa le habían hecho mal de ojo del negro, que a veces se le hace a las personas mayores, llevó a su mujer a un brujo en las cercanías de Pregonero, de donde eran oriundos.
Allí el brujo les dijo que a la mujer le habían metido un sapo en el estomago. Qué alguien había colocado tierra de cementerio un su hogar y que en su casa habitaba un espíritu maligno que estaba matando poco a poco a la señora. Les recomendó rociar la casa con palma bendita y cariaquito morado. Les mandó a colocar hojas de sábila detrás de las puertas. Y que de ser posible cambiaran de ambiente, es decir, se fueran lejos del poblado, pues el mal estaba en esa casa.
Cuando la familia regresó, se encontró que la muchacha con ojos de cielo se había mudado a otra casa del sector de El Cementerio. El hijo varón que nunca le había gustado aquella muchacha empezó a revisar las matas de helecho que su madre cuidaba y cual sería su sorpresa al encontrarse una bolsita llena de tierra, la que supusieron era tierra de muerto. El joven sacó aquello de la casa y fue y la vertió de nuevo al cementerio.
Como era de esperarse, la familia se fue del pueblo. A la madre la tuvieron un tiempo en Peribeca, pues un médico que la vio sugirió que ella sufría de trastorno de personalidad múltiple. Esa fue la explicación científica, la del rumor fue que a la mujer le habían hecho maleficio y le habían incrustado un sapo en la barriga.
La casa permaneció por mucho tiempo deshabitada, hasta que fue comprada por otros dueños, quienes sabiendo del rumor de brujería, antes de instalarse en ella, llevaron al sacerdote para que bendijera aquel lugar.
La muchacha de ojos de cielo, siguió viviendo un tiempo más en el pueblo. Cuentan que un día la vieron abordar el autobús de San José de Bolívar a San Cristóbal, con una mochila llena de ropa y una vieja maleta, que no descuidaba por nada. 

jueves, 25 de diciembre de 2014

LA NOVIA DE EL TOPÓN (Leyendas de San José de Bolívar)

*José Antonio Pulido Zambrano

El reloj de José, apodado "El Bobute" sonó a las tres de la mañana. Ese día debía viajar a San Cristóbal. El autobús de turno no tardaría en empezar a recoger sus pasajeros.
José notó que el reloj se había quedado parado al marcar la hora tres y tres de la madrugada. Sintió un escalofrío pues se notaba en el pueblo de San José de Bolívar un silencio total muy poco habitual. Era primero de noviembre. Su mamá le había dicho que ese día no viajara.
José era incrédulo, de poco ir a misa.
Tomó el detalle del reloj como si el aparato por los años se hubiese dañado.
Se vistió, tomó café y abrió la puerta de la calle. Una niebla opaca inundaba el ambiente. Se asomó y no vio nada, era poco común ver esa neblina en noviembre.
En ello escucho que algo cayó sobre el techo de su casa, como cuando tiran tierra sobre algo. José sintió recelo por ese hecho, pero imaginó que eso eran cosas de los gatos.
Termino de tomar el café, tomó su maletín y se dirigió a la plaza Bolívar, a buscar el autobús de turno. La niebla no lo dejaba ver en la lejanía. Era como si alguien estuviese quemando porque la niebla se desplazaba de una forma extraña, como si estuviese viva.
Cuando iba llegando a la Caja de Agua le pareció ver la silueta de una mujer, pero se dijo para sí mismo que eso era cosas de la niebla, donde cualquier sombra semejaba cosas que no eran reales.
Al llegar a la casa de don Olinto Rojas detalló que en efecto, una mujer iba delante de él, sólo que él veía su silueta en sombras, imaginó que era otra persona que iba a buscar el autobús.
Él empezó a adelantar el paso y alcanzar a aquella mujer. Pero por más que intentaba darle alcancé siempre le parecía verla más distante.
Al llegar a la Cruz de la Misión, la niebla se disipó y pudo ver con más claridad a la mujer que seguía. Le chocó la vestimenta de ella, pues iba vestida de novia, por lo que él sabía esa noche no se había dado ningún matrimonio en el pueblo para pensar en una novia ofendida que huía de su fiesta de matrimonio.
José gritó que le esperara. Le sugirió que atenuara el paso, que él no quería hacerle daño, que más bien se podían hacer compañía.
Una risa siniestra se escuchó a sus espaldas, Sintió nervios, voltio para ver quién era y sólo percato que la niebla lo envolvía, eran varias manos de humo que lo abrazaban. Él cerró los ojos y grito:
- Ave María purísima.
Cuando la niebla se volvió a ir, se encontró de nuevo frente a la Caja de Agua de El Topón.
Sobre la Caja de Agua vio a tres mujeres que desnudas bailaban alrededor de una fogata mientras curtían su cuerpo con la sangre de tres gallos negros que llevaban en sus manos.
José que ya había entendido que eso era algo del maligno, salió corriendo hacia la casa de su mamá. Pero antes de llegar se vio de nuevo envuelto en la niebla, que como muchos brazos lo tomaban y volvía a parecer frente a la Caja de Agua, esta vez sobre la Caja de Agua sólo había una mula que parecía sonreírle de manera diabólica. Volvió a huir del lugar pero siempre la niebla lo llevaba al mismo sitio, a lo último se encontró que sobre la Caja de Agua estaba la mujer vestida de novia, sollozando, de espaldas. José sintió pena, pensó que podía ser un Alma en Pena que necesitaba algo para dejar de purgar, así que con mucho miedo subió a la Caja de Agua, se acercó y cuando intentó voltear a la mujer para verle el rostro el susto fue grande.
La mujer tenía los ojos llenos de sangre y una dentadura infernal. Se oyó un chillido. El piso de la Caja de Agua empezó a estremecerse y a desmoronarse y él en ese instante fue devorado con el espanto hacia el abismo...
En eso sonó un reloj, encendió las luces, eran las tres de la madrugada. José estaba consternado, en eso escucho que sobre el techo tiraban como tierra, José tomó el rosario y empezó a rezarle a la Virgen del Carmen. Así estuvo hasta el amanecer.
Al otro día cuando le contó lo sucedido a su mamá, esta le dijo que esa era La Sayona, una mujer que en los años cuarenta se había enamorado de un alemán que visitaba con regularidad a Queniquea y San José de Bolívar. Ese hombre habría prometido volver el día de las Animas para casarse, pero nunca regresó, por lo que la mujer le echó la culpa a las Animas, y estas le castigaron manteniéndola en pena, deformando su hermoso rostro y cambiando su voz por un chillido espeluznante.
Desde esa época a ese espanto que sale en El Topón, la gente lo llama Sayona (por su aspecto demoniaco) o La Novia de El Topón.


domingo, 7 de diciembre de 2014

EL ESCUDO DEL ESTADO TÁCHIRA

*José Joaquín Villamizar Molina
Cronista de la ciudad de San Cristóbal


Escudo del Estado Táchira (Archivo: J. J. Villamizar Molina)

El Escudo del Estado Táchira fue creado por Decreto Ejecutivo del Presidente de esta entidad federal, General Pedro Murillo, de fecha primero de julio de 1913.

Descripción.
Luce en su campo un paisaje venezolano con la cordillera andina. Allí aparece una mujer que es la representación de Venezuela, la cual sostiene con una mano el pabellón nacional y con la otra señala un río. El río es el río Táchira, frontera entre Venezuela y Colombia. Está coronado por un haz de espigas de oro y un arco compuesto de nueve estrellas, símbolo de los nueve distritos que conformaban el Estado en 1913. El escudo aparece entre dos ramos vegetales, uno de algodón y otro de café, entrelazados por cinta carmesí. Al pie del Escudo se muestran cintas de oro con tres fechas históricas: La de la independencia nacional, la de la creación de la Provincia del Táchira y la de la Promulgación de la primera constitución del Estado. Todos estos elementos fueron llevados al lienzo, con suprema maestría pictórica, por el artista Marcos León Mariño Sánchez, quien pintó varios Escudos en San Cristóbal el año 1914, uno de los cuales lucía, como una de las joyas de arte más preciadas de la ciudad, en el antiguo Club Táchira de esta capital, hoy ese cuadro ha sido llevado a la Academia de Historia del Estado Táchira. El mismo pintor, Marcos León Mariño Sánchez es el autor del cuadro al óleo "Juramento de Bolívar en el Monte sacro" ofrenda del Clero del Táchira en 1911 a la conmemoración del Centenario de la Independencia, y que remata el Salón de Sesiones del Consejo Municipal del municipio San Cristóbal.

Fundamentos de Historia.
Dentro de los intereses divulgativos que persigue la historia regional, es conveniente conocer los antecedentes del emblema. De acuerdo a estos antecedentes, es preciso señalar en el Escudo del Táchira reminiscencias indígenas, las alusiones relativas al auto de fundación de la ciudad de San Cristóbal y, específicamente, a la fijación de términos por Juan Maldonado. De igual modo es necesario recordar los hechos de la creación de la Capitanía General de Venezuela; la erección de la Provincia del Táchira el año 1856 y el Decreto Ejecutivo sobre el Escudo el año 1913 por parte del Presidente; General Pedro Murillo.
Desde el punto de vista etimológico, la palabra "Táchira", nombre del Estado que blasonan las armas, es un vocablo indígena. Eso quiere decir que nuestro estado tiene una denominación legítimamente aborigen, como lo tienen los estados: Yaracuy, Carabobo, Aragua, Zulia, Guárico, Barinas y Portuguesa. Asimismo la tienen ciudades como: Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Cumaná, Maracay, Acarigua y Boconó, o la ostentan repúblicas como: Uruguay, Paraguay, Nicaragua, Guatemala o Panamá, entre otras.
En lo que atañe a la ciudad de San Cristóbal, hay que anotar que Juan Maldonado fundó la hoy capital del estado Táchira "no sufragánea a Pamplona sino libre" y que al fijar los términos de la Villeta asentó: "Hacia la banda de la ciudad de Pamplona hasta el río que llaman de Cúcuta, por límite para las Justicias de esta Villa y para las de dicha ciudad de Pamplona, por evitar escándalos que entre las dichas Justicias suelen tener, que no pueden pasar con vara de dicho río de Cúcuta a esta parte, ni las Justicias de esta Villa pasen a la otra parte del dicho río, si no fuere la Justicia Mayor, que es o fuere de la dicha Ciudad, y nó otra Justicia de dicha ciudad". Este concepto de soberanía e independencia, fijado por el propio fundador de San Cristóbal, es inspiración primordial en el Escudo del estado Táchira.
Cuando el Rey Carlos III de españa creó la Capitanía General de Venezuela por Real Cédula del 8 de septiembre de 1777, la Villa de San Cristóbal, jurisdicción entonces de la Provincia de Maracaibo, pasó a integrar la nueva entidad territorial, la cual se ha mantenido hasta el presente con el mismo territorio que hoy conforma la Venezuela contemporánea. El río Táchira, con su nombre aborigen, y lindero entre la jurisdicción de San Cristóbal y los valles de Cúcuta, servía de límite a la Capitanía. Por ello Don Andrés José Sánchez Cozar, Teniente de Gobernador Justicia Mayor de la Villa, en informe firmado el 16 de mayo de 1782, asienta: "Al poniente confina esta villa con Pamplona, siendo el término el río Táchira, distante esta Villa ocho leguas". El río Táchira, en su condición de línea divisoria, es, como se ha escrito, elemento primordial en el Escudo del Estado.
El 7 de febrero de 1855, el Consejo Municipal de San Cristóbal, compuesto por distinguidos personajes, entre los cuales descollaba, como Secretario Municipal, el gran Agustín Arias, solícito al Congreso Nacional la creación de una nueva Provincia con el nombre de "Torbes". El río compañero inseparable de San Cristóbal en todos los instantes del camino, inspiró la solicitud de aquellos prominentes ciudadanos. La Provincia fue creada con fecha 14 de marzo de 1856. Pero no con el nombre de "Torbes", sino con el nombre de "Táchira". ·Torbes" era derivación de la palabra "Tormes", nombre con el cual Juan Maldonado, haciendo recuerdo de Barco de Ávila y la salamanca de su infancia, en memoria del famoso río castellano, había bautizado el río de la Villeta que fundara el 31 de marzo de 1561. Táchira era el nombre de la Provincia. Táchira era el nombre aborigen. Pero, para cumplir con la inspiración del nombre de la ciudad, Táchira era el nombre de un río. Era el río limítrofe entre Venezuela y Colombia. Era como si San Cristóbal, el Santo Viajero por la historia, transportara su carga divina no de lado a lado de la ciudad, sino de lado a lado del país. La raza aborigen, la voluntad del Rey, los anhelos del incansable caminante San Cristóbal y las esperanzas del Cabildo estaban cumplidas.


Pascual Casanova
Primer Gobernador del estado Táchira
(Archivo: Ateneo del Táchira)

Don Pascual Casanova fue el primer Presidente del estado Táchira. Desde su época hasta 1913, el Escudo que se imprimía en los documentos oficiales del Estado era el de Venezuela. En 1913, con la presidencia del general Pedro Murillo, se crea el escudo del estado Táchira, el cual esta inspirado en todas las consideraciones históricas que acaban de ser expuestas.


Cuadro del Escudo Táchira que reposa hoy día en la Academia de Historia del Táchira
antes estuvo en el CLUB TÁCHIRA (Foto: José Antonio Pulido Zambrano).


El Decreto de Creación del Escudo del Estado Táchira

Estados Unidos de Venezuela. Gaceta Oficial del estado Táchira. Año XI. San Cristóbal, 25 de agosto de 1913. Nº 238.

Ejecutivo del Estado
PEDRO MURILLO, 
PRESIDENTE DEL ESTADO TÁCHIRA

En uso de sus atribuciones legales y,

Considerando:
Que se hace necesario reglamentar el uso del Escudo, Sello e Himno del Estado, a objeto de hacer prácticos los fines que tuvo en cuenta el Gobierno al disponer su creación.

Decreta:
Capitulo I
DEL ESCUDO DEL ESTADO

ARTÍCULO 1º- El Escudo de Armas del Estado Táchira será de forma análoga a la del Escudo Nacional y representará nuestra frontera con Colombia. El campo del Escudo mostrará un verde paisaje, símbolo de la exuberancia de los valles tachirenses, donde se verá la cordillera de Los Andes, y de pie, representado a Venezuela, una mujer con la Bandera Nacional en una mano y señalando con la otra el río Táchira, como límite de ambas naciones. En la parte superior llevará un haz de espigas de trigo, entre rayos de oro y cintas de color carmesí. Las mismas cintas, entrelazando un ramo con flores de algodón y otros de café, ornamentarán, partiendo de la base, los lados izquierdo y derecho respectivamente. Sobre la parte superior llevará, formando arco, nueve estrellas, representando los nueve Distritos que que componen el Estado; y debajo del arco esta inscripción: "Estado Táchira". La base irá entrelazada por una cinta de oro en la cual se grabarán estas fechas: "5 de julio de 1811"; "14 de marzo de 1856" y "24 de marzo de 1864".
ARTÍCULO 2º- El Escudo se colocará en en puesto de honor en el Salón de la Asamblea Legislativa, en el Despacho del Poder Ejecutivo, en las Salas de Sesiones de las Corporaciones Municipales, y en todas las demás oficinas públicas del Estado.
Los restantes capítulos del Decreto Ejecutivo se relacionan con el Sello y el Himno del Estado, y en cuento a la firma y fecha del documento histórico, se lee al final del mismo:
Dado, firmado y sellado con el Sello del Ejecutivo del Estado, en el Palacio de Gobierno, en San Cristóbal, a primero de julio de mil novecientos trece. Años 104º y 55º

Pedro Murillo
Refrendado
El Secretario General de Gobierno:
J. A. Baldo.



Versión del Escudo del Estado Táchira a partir de las características del óleo original, con ocasión del Centenario de la pintura (1913-2013) para el edublog «Proyecto Experiencia Arte (ExpArt)/Heráldica tachirense». El proceso de coloración digital fue elaborado por la Diseñadora Gráfica T.S.U. Sigrid Márquez Poleo (2013).