domingo, 21 de octubre de 2018

EL EVANGELIO DEL CAMPO SEGÚN PABLO BELANDRIA

Por: Mgs. José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira

Med. Vet. Pablo José Belandria Soto.

Sus padres iban cada vez que podían a San José de Bolívar, por las fiestas decembrinas o en el mes de marzo. Maximino Belandria tenía una conexión con ese pueblo, pues uno de sus ancestros, había pasado por aquel pueblo cuando era aldea venido de La Grita. Así se esparcieron los Belandria por aquel valle.
De niño, Pablo - el protagonista de esta historia - se preguntaba que había más allá del caserío donde él con sus hermanos departían las diversas actividades del campo. Pablo era un niño soñador, era un utópico. criado en valores cristianos nunca le deseo el mal a nadie.
La aldea de Río Azul - la más idílica como señalan nuestros primeros cronistas -, era la más distante, quizá era más fácil ir a Pregonero, Fundación y La Florida, que ir a San José de Bolívar. Pero como decía el abuelo de Pablo, "Río Bobo era Río Bobo, y lo demás era cuento".
Maximino Belandria había plantado raíces en la aldea de Río Azul, los ojos de una morena clara: Eudina Soto le había dado el amor que Dios ofrece a los hombres que van por buen camino. Ambos labriegos campesinos forjaron un hogar con el calor del fogón y el arduo trabajo del campo.
Maximino y Eudina siempre creyeron que el campo lo ofrecía todo, pero que sus hijos debían ir a la Escuela; "aprender a leer y escribir es muy bonito, eso sirve para la vida y nos hace ver el campo desde otra mirada, una mirada más amplia para sembrar la tierra".

La pasión de Pablo Belandria fue su amor por el campo.

Un día en el mes de las flores, en el mes de la virgen, un 12 de mayo de 1988, nació un niño en ese hogar campesino al cual le dieron el nombre simbólico de Pablo José. Este niño había nacido en el contexto de aquella campaña electoral de "el gocho para el ochenta y ocho". Ese año llegaría por segunda vez a la presidencia de la República el andino Carlos Andrés Pérez. Maximino tomó el niño en sus brazos y le dijo con cariño a Eudina: "Este niño tiene cara que va ser Presidente de la República".

Muchas veces Pablo José Belandria mirando el río de su aldea veía que el horizonte de Venezuela era hermoso, siempre fue un ferviente amante de lo nuestro, "el país tiene conque" - solía decir en sus conversaciones. 

El destino de Pablo Belandria, decía él estuvo siempre ligado a Acción Democrática.

Pablo tuvo otros hermanos: Javier, Maritza, Úlises, Freddy, Dimna, Alicia, Orangel, Nelson, Adrián, Ramón, Elvidio, Maximino y María. En lo particular, en mi época de liceísta recuerdo a dos: Úlises y Maritza. Fueron los años de principio de la década de los noventa cuando llegó por decirlo así el primer riobobero que venía estudiar al liceo del pueblo, el personaje en cuestión: Gilberto Bustamante. 
Gilberto Bustamante le abriría el camino y los ánimos a otros niños de aquella aldea a venir a San José de Bolívar a cursar estudios de bachillerato. Recuerdo que Maritza llegó a la casa del señor Freddy Peñaloza, un ferviente admirador de Carlos Andrés Pérez y las lineas de Acción Democrática.

Pablo Belandria como un amante del campo era un aficionado por los animales.

Cuando Pablo cumplió doce años vino a estudiar a San José de Bolívar, estaba Venezuela entrando en un periodo político distinto con la llegada de un exmilitar al poder; Hugo Chávez. LLegó Pablo al pueblo en esa edad en que uno deja de ver el mundo en los colores de la infancia y observa una realidad diferente. Pablo estudiaría de 1º a 3º año de Bachillerato en la E.T.A. San José de Bolívar. En este periodo, quienes lo recuerdan era un aficionado al fútbol, pero nunca olvidaba sus orígenes: el campo.

Pablo Belandria se enamoró del mundo de las vacas lecheras en San José de Bolívar.

Esos avatares del destino lo llevan luego a ingresar su bachillerato en la ciudad de Barinas, un estado diferente al andino, pero también un lugar donde el ganado vacuno y equino estaba por doquier. Va observando Pablo en este transitar que Venezuela empieza a cambiar, en Barinas, más que en ningún otro estado se le empieza a rendir culto al hijo de esa tierra y las vallas del presidente Hugo Chávez se vuelve en algo cotidiano en su estadía llanera. Pero Pablo, de raíces cristianas y con un sentido democrático no comulga con las ideas del hijo de Sabaneta. Empieza a germinar en él la semilla de lo político.

En Barinas Pablo Belandria sabe que su profesión es la de ser Médico Veterinario.

En el contexto barines Pablo sabe que la carrera que debe estudiar es la de Médico Veterinario. Recuerda algunas charlas lejanas en Río Azul entre familiares: "Mire que carrera más bonita estudio el hijo de Don Segundo, eso de curar animales es muy bueno". Hacían referencia al Médico Veterinario Lubín Pulido, primer riobobero que ejercía esta profesión en su pueblo. Pablo muchas veces había conversado con Lubin sobre el futuro del campo. Es así como toma la decisión y viaja a Falcón donde concreta estudios universitarios en el área de la medicina veterinaria y logra graduarse en este campo.
Pablo se gradúa, pero en su transito universitario se conecta con los centros de estudiantes universitarios en el contexto político, ya no era un secreto; Venezuela iba por mal rumbo con la propuesta de un "Socialismo del siglo XXI". La generación de Pablo ve con tristeza que se les empieza a cerrar las puertas para un país distinto y optan por unirse a una oposición al gobierno con nuevas propuestas, pero este país - a pesar de lo que se ha vivido -, los más viejos quieren morir en los centros del poder, tanto líderes de izquierda como de derecha. Aun así Pablo apuesta por abrirse un liderazgo y por una forma distinta de ver la política. Su nombre empieza a sonar como candidato fuerte a la Alcaldía del municipio Francisco de Miranda.

Desde la juventud de Acción Democrática el nombre de Pablo Belandria se solidifica.

Pablo Belandria en su programa radial "El Productor por los senderos del Agro"- Bolívar 98.7 FM

Son tiempos convulsivos los que vive el país, por no decirlo el pueblo. Son tiempos de marchas, de tomas calles, de llevar la gorra tricolor para pedir cambios, cordura, tolerancia. Pero el país es sordo a las voces de los más jóvenes.

Pablo Belandria fue testigo de como Venezuela empezó a cambiar.

Pablo Belandria empieza a mostrarse como un líder juvenil y carismático.

La gente del pueblo que había perdido la credibilidad, por la nefasta conducción de la Alcaldía, ve en pueblo un joven que puede sacarlo del letargo. Pero la mirada de Pablo es más amplia, en estos andares nos conocimos más a profundidad; "José Antonio, no se puede cambiar al pueblo si no se cambia al gobierno e su manera total, la gente quiere que yo sea Alcalde, pero creo que mi visión esta más allá. Aunque no cierro esa posibilidad".
San Cristóbal, uno de los bastiones de la oposición se transforma en un lugar de marchas y contramarchas. El lado oscuro de la antipolítica empieza a desmoronar a la otrora ciudad dela cordialidad. En estos eventos se da los de las llamadas "guarimbas" - algo que no tenía sentido, pero que sociedad vio en ese momento como una solución". Fueron dos meses de reclusión, de una ciudad sitiada en lo interno. Pablo nunca apostó por este camino, él como demócrata cabal creía que la solución estaba en hacer elecciones, "pero unas elecciones libres, con otro arbitro, de ser así, la ciudadanía nos dará la confianza, este país lo van a recuperar son los jóvenes".

La calle fue uno de los escenarios para la lucha política de Pablo Belandria.

Pablo Belandria apostaba por cambios en el país. En este sentido declina su candidatura a la Alcaldía de San José de Bolívar y entra de llenó a la campaña de la gobernación del estado Táchira con su compañera de la tolda blanca; Laidy Gómez.

Laidy Gómez y Pablo Belandria.

Campaña publicitaria por Laidy Gómez como Gobernadora del Táchira.

En el campo político Pablo Belandria busco codearse con los grandes líderes del partido Acción Democrática quienes vieron en él uno de sus futuros baluartes.

Pablo Belandria con Henry Ramos Allup.

Pablo Belandria con el líder campesino Ezequiel Pérez.

Al llegar a la gobernación del estado Táchira; Laidy Gómez, Pablo Belandria es llamado a conformar su equipo político como Presidente del Instituto Autónomo de Producción Rural del Estado Táchira (IAPRET).

Pablo Belandria, uno de los jovenes en quien más confiaba la gobernadora Laidy Gómez.

Pablo Belandria como Presidente de IAPRET.

La voz de Pablo Belandria en la conciencia de recuperar Venezuela a través del campo.

Estando desempeñándose como Presidente del IAPRET, en un viaje de regreso de la capital, se produjo una colisión entre dos camionetas, una de ella modelo Tacoma perteneciente a la Dirección Estadal de Protección Civil y la otra conducida por un particular, en este accidente murió de manera trágica el hermano Pablo Belandria, este hecho sucedió el 20 de junio del 2018.
En el diptico entregado por la Gobernación del Estado Táchira quedaron las siguientes palabras: "Pablo, joven promesa del trabajo en el campo y de respeto por la producción nacional, nos ha dejado fisicamente pero su espíritu de lucha y amor por esta tierra será el legado para las nuevas generaciones y su lema el futuro esta en el campo será promovido como fuerza institucional de lo que él tanto defendió".

Pablo José Belandria Soto

Sus restos fueron llevados a la aldea Fundación por indicación de sus padres. El día que llegó el féretro a la Residencia de Gobernadores, sus compañeros de IAPRET me pidieron unas palabras a Pablo, las cuales serían integradas a otras hechas por ellas, al escribir este artículo, el borrador de las mismas salieron en mi Archivo, las transcribo como un homenaje a nuestro hermano del campo; Pablo Belandria.

Hoy la aldea se curte de melancolía. El campo florido lo inundó la lluvia de la tristeza. Los pastizales verdes dieron paso a un verano inesperado. Cuando un hijo campesino muere, llora la tierra. Llora la tierra. Hoy te has ido hermano Pablo a divisar ese río azul en el cielo, homónimo al de tu caserío. Hoy las granjas del altísimo están alegres pues un amante a lo campestre las visita. Hoy tu voz pausada, tu voz y manos campesinas nos recuerda nuestro trajinar camino. Las laderas, el conuco, el potrero se llena de silencio, el golpeteo del agua se hace susurro...

martes, 6 de febrero de 2018

LUISA ELENA CONTRERAS MATTERA APRENDIÓ A VOLAR

Por: José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira

"A la abuela Ana Francisconi por compartir conmigo
los recuerdos de su niñez".-

Queniquea en la década de los años veinte del siglo XX.-

Hoy voy a compartir con ustedes la historia de una niña de Queniquea cuya ilusión fue aprender a volar y cumplió sus sueños al hacerse la primera mujer piloto acrobática de Venezuela. Esta historia la escuche por primera vez en los relatos de la abuela Ana Francisconi, oriunda del poblado de Queniquea.
A Queniquea a finales del siglo XIX habían llegado varias familias de ascendencia italiana: Francisconi, Benedetti, Mattera. Estas familias trajeron con ellos nuevas formas de ver el mundo, habían llegado al poblado por el comercio del café que se daba en la zona. Los Francisconi se asentaron en el pueblo cercano del Ríobobo (Hoy San José de Bolívar).

Familia Contreras Mattera.-

El 02 de diciembre de 1922 nacía en el poblado de Queniquea una hermosa niña al cual el padre José Ignacio Moncada bautizaría con el nombre de Luisa Elena, hija de José Custodio Contreras y Rosa Mattera (una italiana nacida a finales del siglo XIX en Nápoles), de este matrimonio recuerda la abuela Ana serían también hijos: Domingo, Elías, Miguel, Olga, María Auxiliadora y Mercedes.
Estudio en la Escuela de la maestra María Arias. "Era una mujer muy hermosa" - recuerda la abuela Ana. Los Contreras Mattera tenían una casa cerca de la Casona del Correo Publico.

Escuela de niñas de Queniquea con la maestra María Arias.-

De niña como ocurre con todos tenía sus sueños y uno de ellos era volar, quizá su madre Rosita - como le decían - le habría hablado de los inventos de Leonardo Davinci y esa sangre italiana por surcar los cielos era mítica.

Ana Francisconi Ramírez.-

Jamás pensó Ana que una de sus amigas de la infancia lograría alcanzar su sueño. Lo cierto es que un día Don Custodio tomó la decisión de emigrar a Caracas, Venezuela en 1936 habría nuevas perspectivas con un queniqueo en la silla presidencial.
No tiene claro la abuela Ana cuando partieron los Contreras Mattera, quizá se dio cuenta de ello cuando la Casona de Doña rosita empezó a ser devorada por el monte y la soledad.

Luisa Elena Contreras Mattera.-

En la capital siguió sus estudios y en 1937 motivada por su hermano Elías Contreras Mattera, quien era piloto de la aviación militar y pionero de la aviación en Venezuela e instructor de vuelo ingresa Luisa Elena a la Escuela Miguel Rodríguez. 

Elías Contreras Mattera.-
  
Luisa sufrirá un accidente en Palo Negro - Maracay, quedando en dicha tragedia al borde de la muerte, pasó tres días en coma y tres meses de recuperación en el hospital con una serie de politraumatismos y fracturas en todo el cuerpo. Después del accidente Luisa Elena regresa a la Escuela y se gradúa de Piloto Civil el 1 de julio de 1943. Hizo el solo de vuelo en cuatro horas. Tuvo como maestros a los militares de la aviación venezolana. Una triste noticia que la lleva a consolidar su meta es la muerte prematura de Elías en un accidente aéreo cuando apenas contaba con 21 años.

Luisa Elena Contreras Mattera en la escuela de aviación de Maracay.

Luisa Elena Contreras Mattera

Luisa Elena Contreras Mattera.-

Antes de Luisa Elena, ya se habían graduado dos venezolanas, pero se diferenciaba de luisa Elena, porque estas se habían graduado en el exterior; Marie Calcaño en Estados Unidos y luego en Ana Branger en Francia.

Ana Branger y Luisa Elena Contreras Mattera.-

Murió en Caracas el 27 de septiembre del 2006.-

lunes, 5 de febrero de 2018

DOÑA MARÍA MÉNDEZ, LA PARTERA DEL PUEBLO SAN JOSÉ DE BOLÍVAR

Por: José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira


"A mi hermano Pedro, con el amor de hermanos que nos caracteriza"..

Doña María Méndez, la partera del pueblo (Foto Archivo Fundación Pulido).-

Mi niñez, fue una niñez de fantasía comparada con estos tiempos de Facebook. Fue una niñez llena de sorpresas y de abundante asombro. Una niñez llena de personajes un tanto mágicos, uno de ellos que hoy viene a mi memoria es Doña María Méndez o sólo "Doña María, la partera del pueblo".
Hoy día el oficio de "partera" esta en desuso u olvidado - por decirlo de alguna manera -. 
En mi casa, fue mi hermano Pedro el que había venido al mundo de las manos de una "partera", era el único que había nacido en el calor del hogar, esa es la característica de los que vienen al mundo a través de las artes de una parturienta en tener como lugar de nacimiento a su hijo en la casa de habitación.

La última vez que vi a Doña María fue en el ocaso de su vida, cuando la vejez se torna en soledad y llena de sombras, cuando los cuerpos empiezan a desmoronarse como una vieja pared de barro antes las inclemencias de la naturaleza.
Aquella tarde entre a la habitación de Doña María, un cuarto entre penumbras y allí vi lo decrepito que es el tiempo con nosotros, con los cuerpos tocados por la muerte desde su mismo nacimiento. Fue una tarde triste como las palabras tristes de quien esta cansado de vivir.
Doña María me dijo que "eso de llegar a viejo, tirado en una cama, era muy bravo".
En la cama donde pasaba los últimos días de su vida, quizá era la misma cama donde había dormido - decía ella en su soliloquio -, "donde había dormido por más de medio siglo".
Una de sus hijas me trajo una aguamiel y le dijo: "- Mamá, el es José Antonio, él es el hijo de Pedro Pulido, viene para que le cuente de los tiempos cuando usted era partera".

A Doña María poco le gustaba hablar de su "don", de los tiempos que había sido "partera", cuando en el pueblo y las aldeas cercanas no tenía médico para atender a las embarazadas.
Doña María me dijo: "- José Antonio Pulido, el de Los Paujiles".
En ese momento como ocurre con los más ancianos me confundió con el abuelo y empezó a hablarme del pasado y preguntarme por gente que ya había muerto, ella trajo a colación cuando trabajo en la casa de Don Juan Pulido "haciendo comida para peones". Yo le dije que era el nieto de aquel otro José Antonio del que ella en ese momento hablaba. 

Dos nietos se han acercado a la abuela, son Ender y Richard, sentándose junto a la cama de Doña María. Allí por un instante compartimos - aparte del aguamiel -, el sublime silencio que se deja destilar ante la presencia de una persona con muchos años encima, un silencio extraño de una tarde cuando se empezaba a ir lo que quedaba de día.

Doña María Méndez, la partera del pueblo (Foto Archivo Fundación Pulido).-

De un momento a otro, Doña María recuerda que fueron muchos los años dedicados a ser "partera". Siempre que había una mujer parturienta la iban a buscar, la llamada podía venir de un caserío lejano, de la aldea continua o del mismo pueblo. La buscaban de mañana, tarde, noche o madrugada. "Una mujer parida - sentencia Doña María -, fuera primeriza o no, por lo común duraba de dos a tres horas según los dolores del parto".
Explica Doña María que ella mandaba a calentar dos ollas con agua en el fogón y muchos trapos blancos. Cuando llegaba al sitio donde estaba "la mujer con los dolores, se ponía primero a prepararle una infusión con manzanilla, dicho menjurge "apuraba el parto" y luego le daba una "soba en la barriga para colocar la criatura en el sitio", para que no hubiese problemas cuando la mujer se viniera y diera a luz.
La "partera", desde un punto de vista conceptual - podría ser -, fue una parte importante de la comunidad de San José de Bolívar de antaño, sus "saberes" de la medicina era "tradicional", muy diferente a los Expedientes Médicos hoy día en Clínicas y Hospitales.
La "partera" - en su oficio - era parte de una medicina ancestral y su conocimiento del parto era un producto de un saber tradicional donde conjugaba la oralidad, los aprendizajes empíricos nacidos de la práctica con las mujeres enfrentadas al "parto".
Doña María nunca cobraba por estos servicios a los que creía que era un regalo de Dios. Recibía algún obsequio si los que atendía insistía en ello.

Virgen del Carmen, patrona de las parteras.-

Doña María no tenía estudios en Ginecología, se había formado mirando a su señora madre atendiendo "también partos". El oficio de "partera" pasaba de madre a hija, es decir, era una transmisión de la experiencia y conocimientos de remedios caseros. Y la protección espiritual para llevar un buen parto estaba en rezarle a la Virgen del Carmen antes de prepararse para atender el "parto" haciéndose la señal de la cruz.- 

miércoles, 10 de enero de 2018

BITÁCORA DE VIAJE AL PÁRAMO DE LA CIMARRONERA POR FREDDY ABREU

Riobobense, el carpintero de la montaña azul presenta a su publico lector el Diario de Viaje del riobobero Freddy Abreu en su travesía por el páramo de La Cimarronera (Parque Nacional Juan Pablo Peñaloza), para insertarse en sus bellezas naturales y llegar a sitios de los cuales no habían aún fotografías desde algunas cumbres de este páramo, lo publicamos con agrado al considerarlo un documento importante para nuestra Memoria. Espero y disfruten de estas notas por ese camino que nos lleva a un lugar mágico: La Cimarronera. Esta Crónica de Freddy Abreu se une a otras que años anteriores se han publicado, la primera en 1977 por Ramón Elvidio Pérez Parra en la revista ENSAYO, la segunda Crónica en diario La Nación en 1997 por José Antonio Pulido y una tercera Crónica en la revista Riobobense en el Año 2000 en su versión papel, espero y disfruten de estas palabras de un joven riobobero amante al montañismo y un promotor de la conservación del páramo La Cimarronera.


Freddy Abreu.


San José de Bolívar, 13 de abril del 2017.
Hoy se cumple un mes de haber salido de mi casa en Charallave, y me encuentro en mi refugio, mi lugar de crianza, la casa materna. Con muchas fuerzas he decidido llevar a cabo mi viaje al páramo, a pesar del clima, hay mucha lluvia y unido a ello un pequeño inconveniente que tuve días atrás cuando me encontraba corriendo en la vía que va hacia El Altico como parte de mi entrenamiento, en ese recorrido pise una caña y se me doblo el tobillo, debido a ello tengo un dolor fuerte en la rodilla derecha, aún así me costó regresar al pueblo, y hoy faltando sólo cuatro días para realizar mi viaje me siento más recuperado, el dolor en el tobillo y la rodilla va desapareciendo. Tengo más de la mitad de las cosas para llevar en mi viaje a la montaña, ya hablé y cuadré con la persona que me llevara en moto hasta la Estación Truchicultura, donde comenzare el tracking, tengo listo la comida y los instrumentos de supervivencia, así como una Hoja de Ruta* donde especifico cual va hacer mi ruta, donde describo la vía que pasaré y en que puntos haré campamento y cuantos días estaré en el páramo, esto lo enviare el mismo día que salga a la montaña el (17-04-17) ya que no quiero preocupar a la familia porque mi viaje lo haré solo y tampoco quiero que se enteren antes porque si no, no me dejarían ir solo.

San José de Bolívar, 14 de abril del 2017.
Hoy luego de acompañar la culminación de la obra de teatro popular de calle y tradición conocida como Víacrucis Viviente, me fui a realizar las últimas filmaciones, ya que las cruces se encontraban solas y sin querer tropecé y coloque la rodilla derecha sobre una piedra. ¡Uff que dolor! Y a sólo tres días de mi viaje. Por lo que decidí colocarme Dencorub y una venda. Ya en casa de mi madre comienzo a verificar todo y estar pendiente de los detalles, tratar de visualizar mi viaje, ya que he aprendido que las metas aparte de escribirlas, darles fecha y un propósito, hay que verse cumpliéndolas, por eso esta noche trataré de concentrarme en mi viaje. Son muchas ideas en mi cabeza, mucho ruido a mi alrededor, espero que el estar solo en la montaña me ayude a aclarar mis dudas, en lo único que pienso es en comenzar este sueño que tengo en mi cabeza desde hace dos años y ya hoy estoy más cerca que nunca, el dolor en la rodilla no es obstáculo cuando el poder de la mente lo puede todo.

San José de Bolívar, 17 de abril del 2017.
Me levanté a las 5am para terminar de armar el morral, preparar desayuno y el almuerzo para llevar a mi Viaje, algo preocupado porque anoche llovió y amaneció brisando, son las ocho de la mañana, llegó Yacson en la moto, me coloqué el morral y me subí, nos fuimos a su casa, porque él tenía que buscar su bolso y abrigarse para el viaje, ya preparados y sin lluvia. Gracias a Dios comienza mi recorrido en moto hacia la aldea Los Pajuiles, el recorrido fue algo complicado para mí ya que el morral superaba los 20 kilos, y lo llevaba en mi espalda, el peso hacía que me fuera hacia atrás, luego de unos 30 minutos ya habíamos llegado a La Truchicultura, lugar donde comenzaría mi recorrido a pie, con las manos dormidas por el frío y por haberme agarrado duro a la parrilla de la moto para no caerme hacia atrás por el peso del morral, comienza mi aventura en la montaña.
Hora 8:45 am, inicie a caminar con un clima frío pero sin lluvia gracias a Dios, la carretera de tierra que va de la vía principal hacia la casa del señor Enrique Chacón fue larga, es un trayecto que la verdad muy cómodo para caminar, se hace tedioso porque todavía estas en la civilización y no entras en contacto con la naturaleza, luego de unos minutos ya estaba en casa del señor Enrique, para mi sorpresa me encontré con dos caballos que se dirigieron hacia donde yo iba, fue como una bienvenida, el caballo blanco fue el primero en recibirme se acercó tanto que pude sentir su fuerza, es un animal manso y dócil pero a la vez un animal fuerte y salvaje, allí me tomé varias selfis con mis amigos, y rápido continúe mi camino ya que estaban buscando algo de comer y por un segundo se come mi pasa montaña.



Dejé a mis amigos atrás e ingrese a la montaña, en ese instante hice mi oración que siempre acostumbro y le pedí al Dios y protector de las montañas permiso para entrar en su territorio, pedí que me hiciera mi carga liviana y que me iluminara el camino dándome un vía despejada y clara, un sendero seco y sin obstáculos, y comencé a disfrutar de la naturaleza; sólo escuchaba mis pasos, mi respiración y el cantar de los pajaritos, una paz increíble que he tratado de explicar y no consigo palabras.
Primera parada: El Pino, ya son las 11 am y llevo buen tiempo, el camino ha estado tal cual como lo pedí, siento un malestar en el muslo derecho y es la misma dolencia que tuve en agosto del 2013, cuando viaje al Ecuador y realicé el ascenso al volcán Cotopaxi, y en esa oportunidad fue muy difícil caminar, ahora vuelve el dolor pero en este momento no le di mucha importancia, mi mente bloqueaba cualquier dolor, recargué fuerzas con agua y papelón, debía hacer una parada para descansar unos treinta minutos, pero al mirar hacia el camino que va a la laguna Riobobo, observé unas nubes muy oscuras que comenzaban a descender, tomé las previsiones, saqué el impermeable y tapé el morral.



Comencé a caminar enseguida sin descansar, me preocupaba que me fuera a llover y todavía me faltaba camino por recorrer. El trayecto del lugar El Pino hasta la laguna fue rápido, sólo me tomó media hora, no me llovió y el camino estuvo seco, ya en el valle donde esta situada la laguna Ríobobo, me apresuré a armar el campamento, previniendo que me fuera a llover, ya que estaba tapado de nubes, por unos minutos mientras estaba ocupado sacando las cosas del morral, organizar la carpa, calentar el almuerzo que había preparado en la mañana, me aclaro el día, cuando me senté a comer observé todas las montañas despejadas sin una nube y con un sol resplandeciente, ¡uaoo un cambio de clima drástico! 




Laguna Ríobobo (Foto Freddy Abreu).-

Luego de almorzar y reposar por varios minutos y con el clima tan bonito decidí ir hacer un recorrido hacia la laguna de Los Patos, desde esa altura se observa un paisaje espectacular, existe un silencio absoluto y reina una paz inmensa, luego de una pequeña caminata regreso al campamento, saqué mi cuaderno de apuntes, y verifico cual es el menú del día, y ver mis anotaciones sobre que hacer este día y tener en cuenta todos los detalles para llevar mi aventura tal cual la he planificado.


El Valle de los babukenas, se observan las lagunas: Ríobobo y Los Patos (Foto Freddy Abreu).-

El sol sigue a todo su esplendor, el calor ya es bastante fuerte, decido sacar el jamón y queso y colocarlos en una bolsa dentro del riachuelo al lado de la carpa para que se conserve con el frío.
Hora 4pm, decido aprovechar el clima que me regala este día y realizo un segundo recorrido hacia la laguna que se encuentra mucho más arriba de la laguna de Los Patos, es la primera vez que voy hacia ese sitio, camine por la parte de debajo de una roca inmensa que destila agua a chorro, para luego encontrarme con otra laguna, es tan grande como la laguna Ríobobo, se encuentran varios patos en la laguna y está todo despejado, al acercarme a la orilla me encuentro una piedra grande que parece un muelle y allí descanso un rato, tomo agua y me lavo la cara para refrescarme. Alrededor de las 5 pm comencé a descender hacia el campamento, poco a poco comenzó el dolor en la rodilla derecha, hasta un punto que me costaba caminar, realicé varios descansos caminando muy lento hasta que logré bajar hasta la carpa, quería colocarme Dencorub y la venda, pero nada, no lo hice, el sol ya se había escondido y quise aprovechar esos minutos de claridad que me quedaban del día para preparar la cena. Ya de noche dentro de la carpa y haber cenado, comienzo a aplicarme la crema en la rodilla y colocarme la venda para aliviar el dolor, agarro mi libreta de apuntes y comienzo a escribir mi bitácora del día: "Hoy estuvo toda la tarde despejada con un sol radiante y sin corriente de aire frío, estoy muy agradecido con mi Dios por regalarme tan hermoso día.. La bendición para mi familia y que la virgen me los cuide, Amen…"

Martes, 18 de abril del 2017.
¡Buenos días montañas, buenos días Cimarronera, gracias Dios por darme un nuevo amanecer! 
La noche fue muy ruda, se la pasó lloviendo e hizo poco frío, el dolor en la rodilla desapareció, me levanté a las 7am. No llueve pero esta nublado, preparé desayuno como lo tenía previsto, y una anécdota es que cuando fui a buscar el jamón y el queso que lo deje en una bolsa dentro del arrollo, observe que la bolsa por fuera estaba full de babosa de agua, las quite con un palo y revise bien que no se fueran metido, menos mal que fui precavido y le coloque 3 bolsas y lo cerré muy bien, también coloque varias piedras por si llovía fuerte no se lo fuera a llevar la corriente, al revisar por dentro todo limpio, gracias a Dios se salvó el jamón y queso, tomé cafecito al lado de la laguna Río Bobo, y le di gracias por acogerme en su valle esa noche.
Hora 9:00 am, comencé a caminar hacia La Cruz del Emparamado, mi ruta prevista era pasar por una laguna seca que se encuentra en la cabecera de la laguna Ríobobo, pero decidí desviarme hacia el sur de la laguna y explorar cinco lagunas que se encuentran en ese sector y nunca las había visitado. Trate de ubicarme con la brújula para trazar la nueva ruta pero fue imposible la neblina era muy espesa y no se veían las montañas. Mi experiencia de supervivencia y el conocer este valle muy bien supo orientarme, y caminar hacia La Cruz del Emparamado, sin guiarme por mapas; mi segunda anécdota fue que al llegar a lo alto de la montaña y encontrarme la última laguna antes de la Cruz, la neblina era tan espesa que al rodear la laguna para tomar buenas fotos perdí la orientación, luego de caminar por unos veinte metros descubrí que me estaba regresando por donde subí, enseguida corregí mi destino llegué a la laguna y la pasé por el lado derecho rumbo a la cumbre, al llegar a lo alto no se veía nada, dejé mi morral al lado de una piedra y comencé a explorar el terreno a mano derecha, luego de caminar unos diez minutos no logré encontrar la Cruz, decidí regresar a donde dejé el morral, y de regreso logré visualizar el camino que va hacia el valle de Las Ciénagas, lo tenía a sólo veinte pasos de donde dejé el morral a mano izquierda, ya ubicado y sabiendo en que sentido caminar para encontrarme la Cruz, saqué un pedazo de panela y agarré fuerzas para continuar. Ya con morral en la espalda comencé el camino, y para mi sorpresa luego de dar unos treinta pasos me encontré la Cruz. La tenía allí mismo pero como la neblina era tan espesa no logré verla.


La Cruz del Emparamado (Foto Freddy Abreu).

Hora 11:00 am.; llegué a la Cruz, realicé mis anotaciones y esperé un poco para ver si me aclaraba y tomar así la nueva ruta hacia el valle de la Piedra Grande, explorando el sector observo a lo alto del mástil de la Cruz, las iniciales (YK y AF) oxidadas, pero bien definidas, estas marcas las realice aproximadamente hace 15 años y todavía el pasar del tiempo están allí visibles, una alegría inunda mi corazón, pienso en la familia. Con brújula en mano ubico mi próximo punto y comienzo a caminar, el trayecto es sólo descenso hasta llegar a la laguna grande o la Piedra del Sapo como la denominan los lugareños, por mi lesión en la rodilla lo realizo con calma y despacio hasta encontrarme con un camino bien definido que lleva mi destino, por este camino me encuentro varias lagunas que en su época de verano los visitantes escribieron sus nombre con piedras y hoy las veo llenas de agua y se observa un espectáculo muy bonito, luego de pasar por la laguna Grande, laguna La Iguana y la llamo de esta manera ya que desde Google mapas se observa que tiene forma de una iguana, por fin me encuentro con el Valle de la Piedra Grande, que alegría y emoción siento, llegué por fin y son más de veinticinco años sin visitarla, en esa época fui sin carpa y no iba preparado como lo estoy ahora, en esa época dormí debajo de la roca sin carpa y sin sleeping, era algo más rudimentaria la cosa.



Ya en sitio siendo las doce del mediodía inspecciono el lugar para verificar que no hay algún animal, culebra o algo parecido debajo de la roca, todo está excelente Piedra Grande me estaba esperando. Con mucha preocupación comencé a sacar mis cosas del morral y a verificar la bombona de gas de medio kilo que llevaba porque en todo el camino estuvo presente el olor a gas, de hecho en dos oportunidades me detuve a revisar y cerrar bien la bombona. Tiene una pequeña fuga y no sabía cómo arreglarla, preocupado por quedarme sin gas, preparé el almuerzo muy rápido, de seguido un guarapo caliente. Cerré la bombona y listo dejo de escapar gas, gracias a Dios porque todavía me quedan cuatro días en la montaña.
La carpa la armé dentro de la cueva, ya que afuera el pasto esta mojado y corre mucha brisa, en cambio debajo de la piedra, está seco y no hay brisa. La carpa cabe perfectamente, es muy espacioso el lugar, no coloque el sobre techo porque no es necesario la roca me protege por si llueve, algo que si observo y con preocupación es que a todo alrededor de la Piedra del Sapo hay mucha basura, no sé si es lo lejos que queda para sacar la basura que la gente no lo hace, o si sólo es que no tienen conciencia de montañista y sólo van a la montaña a contaminar, ha llovido tanto estos días que debajo de La Piedra pasa un riachuelo y hay suficiente agua, no es necesario bajar a la laguna para abastecerse.
Luego del almuerzo realizo una caminata cerca de La Piedra y ubico una piedra enorme que también tiene una cueva y decido ir a inspeccionar, esta piedra queda en la parte de arriba a escaso cien metros, la misma se encuentra montada arriba de tres piedras y en su interior se forma un cueva donde cabe una persona parada, no está acondicionada para acampar, al ingresar a realizar una filmación observo que en el centro hay un camino que recorre de un extremo a otro saliendo de una piedra y metiéndose debajo de otra piedra, existen excremento de animal como si fuese de un perro pequeño, rápido salgo del lugar por temor a encontrarme algún animal, y regreso al campamento, la tarde ha pasado a nublada con muchos zancudos y moscas, pero sin lluvia, el sonido que existe es el cantar de los pajaritos y mi respiración.
Hora 4:00 pm.; por fin sale el sol, se despejaron todas las montañas y me muestra un espectáculo de montañas y frailejones floreados a todo mi alrededor, rápido saco mi cuaderno de apuntes, mi brújula y ubico mi próximo punto, que será el recorrido del día de mañana, subí a un pico para ubicarme bien, realicé una caminata de aproximadamente una hora, pasé al lado de la laguna La Iguana y a lo lejos se observa La Cruz del Emparamado, todo está muy claro y despejado, ya con certeza se cual va ser mi ruta de mañana, regreso al campamento, para descansar y reponer fuerzas.
Hora de preparar la cena son las 6:00 pm, y debo aprovechar la luz natural, todo va según mis planes, me apego al plan y al menú para rendir la comida, luego de arreglar todo para irme a acostar no logro cerrar la bombona de gas, le queda un escape de gas y no se le quita, la única solución es colocarla lejos para que la brisa se lleve el gas y se disipe y no se concentre debajo de la Piedra Grande. Ya dentro de la carpa con mi cuaderno de apuntes en mano, estudio bien la ruta del día siguiente ya que este trayecto es nuevo, nunca antes explorado, no existen caminos ni marcas, y es donde comienza la aventura, por tal razón estudio todos los detalles, y configuro la alarma para pararme bien temprano ya que el camino es largo.
Hoy aprendí que para llegar al pico de una montaña se hace poco a poco pero con constancia, que si me pierdo o me salgo del camino es mejor regresar y buscar nuevamente el sendero, orientarse y continuar otra vez, también aprendí que si el camino te lleva a un punto donde se divide en dos direcciones, es mejor dejar la carga allí y comenzar a explorar primero una dirección, si no es por esa regresar agarra la carga y seguir en rumbo a la otra dirección, la montaña más fácil de subir es aquella que ya has subido, se conoce el camino y sabes que hay arriba.
Feliz noche familia, que dios los bendiga y la virgen los acompañe siempre, amen…
Llevo dos días practicando el silencio, mi mente se está organizando, mi espíritu encuentra paz, ya puedo concentrarme en mis metas, mis sueños, mi mente organiza mis pensamientos.
Nota: En el trayecto de la Cruz a Piedra Grande, marqué e identifiqué el camino en varias oportunidades con tres piedras una arriba de otra y formando tres columnas en la dirección que llevo.

Miércoles, 19 de abril del 2017.
Antes que nada, quiero dar gracias a mi Dios, a mis santos, a mis ángeles y a mi virgen que me ha protegido en todo momento, Amen…
La noche del martes fueron truenos y relámpagos a todo dar, la lluvia fuerte y el riachuelo que corre por debajo de La Piedra del Sapo y que pasa al lado de la carpa se escuchó crecido, no sentí frío en lo absoluto ya que La Piedra me protegió de la brisa, a las 5:00 am sonó la alarma y al levantarme observé todo muy oscuro. Decidí dormir una hora más, coloqué la alarma para las 6:00 am, no hizo falta alarma; el cantar de los pajaritos me despertó, me dieron los buenos días, rápido me levanté y me fui a revisar la bombona de gas que aunque la coloqué lejos para que el aire se llevara el olor a gas, toda la noche olí a gas y me preocupaba que me quedara sin gas, suerte la mía todavía tiene gas, a preparar mi cafecito y el desayuno; el camino me espera.
Hora 8:00 am, me despido de la Piedra Grande, con un dolor muy grande por la cantidad de basura que existe en ese sector, y sin poder hacer nada, sólo agarrar mi propia basura y comenzar mi recorrido, con una mañana nublada pero sin lluvia, voy subiendo por el camino ya establecido, mi ruta coincide con un camino que va de la Piedra Grande al Valle de Las Ciénagas, es una ayuda, está bien demarcado, poco a poco voy subiendo hasta llegar a la montaña más alta y por fin llego a mi punto establecido como punto de anotación, no se ve nada a mi alrededor, todo está tapado, la neblina esta tan espesa que dejé el morral al lado del camino para inspeccionar por donde continuar y luego no lo veía, en este punto hago un paréntesis, para comentar que de aquí en adelante es donde se pone la cosa difícil y peligrosa, muy peligrosa.
Al no poder ver el siguiente pico o montaña y marcar la ruta con la brújula, comencé a descender por unas rocas y peñascos empinados, buscando y buscando por donde bajar y sin existir algún arbusto de donde agarrarme para bajar, decido darle la espalda al abismo y comenzar a descender de esta manera para poder meter las manos en las grietas de las rocas y tratar de colocar los pies en roca firme, de esta manera fui bajando poco a poco, a mitad de camino cuando me faltaban unos veinte metros para terminar de bajar, pise una piedra que se salió, con suerte de que la mano derecha la tenía bien ubicada en la grieta de una roca y logré sostenerme, no caí al precipicio, sólo un golpe a la rodilla, si a la rodilla derecha, que casualidad, pero nada, el dolor en ese momento no llegó, el miedo a caer es más grande y por ese instante sólo pensaba era en agarrarme bien y ubicar otra piedra donde apoyarme, desde allí para abajo tuve mucha precaución donde pisaba y logré bajar con bien, muchas cosas pasaron por mi cabeza, todas a millón, el riesgo de caer era muy grande, ya caminado por el valle comenzó a aclarar y divisé a lo lejos una laguna, por arte de magia todo aclaro y volteé para ver por donde había bajado y me dije: -¡Que pared tan arrecha baje! De verdad que era empinada, no salía del asombro y continúe bajando hasta llegar a pie de la laguna, al pasar la laguna ya relajado observé todo el panorama y realicé mediciones con la brújula, sorpresa; me salí de ruta, estoy perdido me desvié 50° con respecto a la ruta que tenía que seguir, subí un pico para visualizar todo y observé que si seguía el valle me llevaría más abajo y esa no era la ruta, a mi derecha vi una montaña que según mi brújula esa era la ruta, caminé hasta llegar a pie de montaña y me dije no voy a poder subir es muy empinada, descargue el morral; comí papelón y me fui a explorar y ver por dónde podría subir esa montaña, luego de un rato logré ubicar el camino para subir, en medio de dos rocas enormes subiría hasta llegar a un punto donde tendría que quitarme el morral y tirarlo arriba de una meseta para luego yo saltar, todo se veía muy fácil pero al comenzar a subir con el morral en mi espalda; Dios que difícil, subía dos metros y me resbalaba, tenía que volver a subir, esto lo hice tres veces hasta que llegué, no tire el morral por miedo a que se cayera y tener que hacer todo otra vez, decidí saltar con el morral puesto, si claro lo pensé muchas veces, a la final salte y llegué muy bien, prueba superada, pensé que era lo más difícil y que de allí en adelante era más fácil el camino, no sé de dónde saque fuerzas pero esta montaña fue muy difícil subir cada vez eran más obstáculos que me encontraba, pero que poco a poco los superaba. Ya faltando como treinta metros para llegar a la cima, el espacio por donde subía escalando se ponía más empinado y más peligroso pues no había vegetación de donde agarrase y sólo existía musgo, el cual era resbaladizo, en un intento por alcanzar la punta de una piedra resbale y retrocedí como cinco metros y me freno el morral atascado  en un arbusto, de donde saque fuerzas para salir de semejante apuro, solo Dios sabe, pero luego de un rato logré escalar hacia un costado y hacer otra ruta que a la final fue más fácil y menos empinada. Desde que estaba a pie de montaña vi lo peligroso de subir y tomé previsiones y guardé la brújula, la cámara fotográfica y la filmadora, que llevaba en el bolsillo por si resbalaba no se me fueran a caer, cosa que de verdad funcionó. Al llegar a la cima descansé y me tomé el ultimo sorbo de agua que me quedaba con papelón y me quedé impresionado, de la magnitud de montaña que terminaba de subir y al final la otra montaña que había bajado, este desvío me costó muchísimo esfuerzo superar, pero ya estoy en la cima nuevamente, allí volví a sacar la cámara, filmadora y brújula y documenté todo, seguí por la cresta de una montaña que daba a otro pico y a mitad de camino se tapó todo, una neblina espesa que no se veía nada, con este clima seguí caminando con precaución en sentido al  otro pico y nada; no veía nada, caminaba sólo por instinto porque no estaba ubicado, sin agua porque ya la había consumido, comencé a pedir a mi Dios que me aclarara un poco, que me diera una señal para poder ubicarme, estaba agotado, había recibido un golpe fuerte en la rodilla derecha pero no sentía dolor; sólo quería caminar y caminar para poder llegar a la cima, llegué a un punto donde se dividía el sendero en dos direcciones, y nuevamente pedí a mi Dios una señal, a lo lejos escuché el cantar de un pajarito pero no le paré, quise agarrar a la derecha cuando volví a escuchar al pajarito, pero esta vez si logré verlo, creo que era un cucarachero, y enseguida me dije esa es mi señal, voy en ese sentido y agarré hacia la izquierda, tendría caminando como cinco minutos cuando comenzó a aclarar y logré ubicar el Valle de Las Ciénagas a mi derecha, que alegría gracias Dios voy por buen camino, estoy ubicado y montado en mi ruta, descansé un rato, realicé varias tomas y tome varias fotos, se observaba a lo lejos La Cruz del Emparamado, el valle completo de Las Ciénagas y hacia el lado izquierdo el valle de las lagunas que dan a Pregonero y Laguna de García.



De frente en mi ruta vi una montaña inmensa, un pico enorme y me asusté ya que esa estaba en mi ruta, caminé de frente a mi encuentro con él y mi gran sorpresa, me encuentro con una piedra que tiene una batea y en su interior full de agua clara, me quite el morral y comencé a tomar agua mucha agua, luego comencé a llenar mi camel back y las dos botellas que también estaban vacías, a la final creo que llené más de cuatro litros de agua y todavía quedó agua en la batea, ya era mediodía y sabía que apenas estaba corrigiendo mi destino, decidí no hacer almuerzo y seguir caminando, de este punto en adelante el clima fue espectacular un sol radiante y todas las montañas despejadas, por fin, llegué al pico que mucho atrás había observado y me había asustado, pero me dije nada que no pueda superar por donde he pasado ha sido más difícil y peligroso, pero las sorpresas no acaban, subí con prudencia el pico que en realidad son dos y al llegar a la cima, la única ruta para pasar de un pico a otro es por una cresta de aproximadamente 40 cm de ancho, existe abismo de ambos lados y son tan altos que pareciera que estuviera sentado en la cruz de la iglesia de mi pueblo San José de Bolívar, duré como quince minutos pasando esa cresta sentado a caballo con el morral en mi espalda y el viento soplando a todo dar, el morral se iba de un lado a otro me inclinaba hacia adelante apoyando mi pecho a la roca y de esa manera agarrarme fuerte así fui pasando hasta el otro pico, Dios que grande eres, logré pasar este obstáculo, seguí caminando, Dios esto no acaba, llegué a un punto plano en lo alto de la montaña y descansé, realicé mediciones y anotaciones de la ruta, más adelante otra montaña, otro pico que subir, todo por donde debía pasar pero ahora pensaba como hago para bajar de esta montaña, para luego subir ese otro pico, en esos momentos de debilidad me llegaba a mi mente el encuentro que tuve con el caballo blanco donde el señor Enrique Chacón y me decía a mí mismo; antes de comenzar a caminar tengo fuerzas como el caballo blanco; comía papelón y seguía caminando, esta montaña la bajé poco a poco, hasta un punto donde no encontré forma de seguir bajando, se me terminó el camino, a menos que bajara con cuerda, pero no llevé cuerda, dejé el morral y me fui sin peso a explorar toda la zona y ver cuál sería la forma de bajar de forma segura, luego de un rato ubiqué por donde bajar y por donde subir el siguiente pico, todo ese trayecto fue así, subir un pico, bajar un pico y luego subir otro, ya ubicado en la ruta comencé a descender por un costado hasta llegar a unos arbustos que me ayudaron a pasar seguro hacia la otra montaña donde comenzaría a subir por la cascada de piedras.




Al llegar a la cima mi satisfacción fue que estaba en un valle nuevo, sin lagunas, pero espectacular, todo esto me daba fuerzas ya que pasaban de las dos de la tarde y no había comido nada, sólo agua y papelón, de aquí en adelante el agotamiento fue al extremo, entre rocas, crestas y picos logre cruzar este valle hasta llegar al pico donde tenía ubicado el encuentro de tres lagunas, que desde Google mapas había identificado, para mi sorpresa no fueron tres lagunas en el valle nuevo, mi alegría fue que habían seis lagunas y ese sector sería mi campamento ya que eran las cuatro de la tarde y ya no tenía fuerzas, rápido comencé el descenso, era empinado pero por todo lo que había pasado no le vi dificultad y lo que quería era llegar y tirar el morral para quitarme el peso en mi espalda, por fin llegue al valle de las lagunas, caminé por la orilla de la laguna grande donde encontré varios patos y continué hacia la otra laguna muy cerca de allí, buscaba el lugar donde armar el campamento, dejé el morral en la segunda laguna y subí una loma para visualizar mejor el lugar, vi dos lagunas más y había un plano para el campamento así que baje, agarré el morral y seguí caminado hacia donde estaba esas lagunas, la tarde ha estado muy clara y despejada y el sol fuerte, aparte de armar campamento pensaba; “debo aprovechar el día despejado para ver cuál va hacer mi ruta de mañana por si amanece tapado de neblina” y como la ruta había sido muy difícil quise observar bien el panorama, así que no me detuve en las segundas lagunas, seguí subiendo hasta un punto que las piernas no me daban, allí volví a dejar el morral y seguí subiendo sin peso para llegar a una montaña alta y poder ubicar la ruta del día siguiente, ya en la cima sentí satisfacción, me ubique bastante, a mi lado derecho se encontraban seis lagunas que son las que dan el inicio a la quebrada La Honda donde se encuentra la Cascada La Honda, y a mi mano izquierda una laguna grande que a mi parecer es la que da inicio al río San Antonio, muy a lo lejos identificaba el pico San José, realicé mis mediciones y me ubique con los mapas que llevaba, gracias a Dios toda la tarde estuvo despejado, con todo claro en mi mente de cual era mi ruta, comencé a descender a buscar donde acampar, eran las 5:00 pm, en medio de dos piedras grandes a lo alto de la montaña había un plan donde podía armar la carpa y las piedras me protegían de las corrientes de aire de la noche, bajé a donde había dejado el morral para luego subir y armar el campamento y preparar almuerzo - cena, otra vez la duda; ¿quedara gas? Armé carpa rápido, saqué el mercado, la cocinilla y sí; ¡hay gas gracias a mi dios! El guarapo caliente me vino de de maravilla, la comida fue abundante y me sentía contento de que a pesar de tantos obstáculos, de tantos pasos peligrosos, de tantos abismos, logré superarlos y ya estaba descansando y me encontraba a mitad del camino, siempre pensando en que no se me escapara ningún detalle, luego de la comida bajé a las lagunas a lavar todo y a abastecerme de suficiente agua para el día siguiente, ya que el camino es por las montañas hasta llegar al pico San José, y no hay más lagunas donde pueda abastecerme de agua.



Ya dentro de la carpa luego de estar por más de una hora contemplando el atardecer y aplicando las técnicas de meditación que aprendí, me siento con muchas fuerzas, el poder de la mente sana toda dolencia del cuerpo y repone fuerza a un cuerpo agotado,  nuevamente gracias a mi Dios, a mis santos, a mis ángeles, a mi virgen por protegerme. El día de hoy sé que estuvieron conmigo sosteniéndome en esos precipicio o empujándome cuando subía esas montañas, gracias San José por aclararme el día y guiarme por el camino correcto.
Que Dios bendiga a mi familia, nos de mucha salud, que el alimento sea abundante en nuestros hogares, dame sabiduría para hacer las cosas bien y ayudar aquel que necesite de mí, dale a mi familia abundancia, prosperidad, paz y amor, que el ángel guardián los acompañe siempre, Amen…

Jueves, 20 de abril de 2017.
Comienzo narrando como pasé la noche del miércoles, descansar nada que ver; no pude dormir, mi mente estuvo recordando todo lo que hice en el día, por más que intenté meter otro pensamiento en mi cabeza fue inútil. Sonó la alarma, hora de pararme, estaba oscuro eran las cinco de la mañana, quería aprovechar el día, en el momento que fui a buscar la bombona de gas para verificar si había gas y preparar café, mi gran sorpresa a lo lejos vi mi pueblo todo iluminado, se observaba parte del Altico, Mesa de San Antonio y La Florida, iluminados, estaba oscuro todavía. 
Preparando el café y mi desayuno, la cocinilla se apagó, me dije: "se terminó el gas", pero lo agité duro y volvió a prender y si tenía gas, gracias a Dios; desayuné y tomé cafecito caliente. Luego del desayuno recogí campamento y me apresuré en agarrar camino, la mañana estaba despejada, había que aprovechar ese clima para ver mi ruta, algo que invadió mi ser de miedo fue que apenas al salir de donde me encontraba tenía que comenzar la aventura, bajar por un precipicio de unos 10 metros aproximadamente y uno de mis pensamientos de la noche anterior fue verme caer por el precipicio hasta el fondo, como la mañana estaba muy clara y despejada, y con la experiencia que había tenido del día anterior tomé todas las previsiones, bajé con mucho cuidado y con calma, listo, ya superé este obstáculo. Mi ruta fue algo parecido al del día anterior, subir picos para luego bajarlos, otros encontré la manera de rodearlos sin tener la necesidad de subir y de esta manera fui comiendo kilómetros, en mi ruta que planifiqué y realicé, en los mapas resalté un punto que lo nombre La Grieta, desde Google mapas se ve y se detalla que hay algo profundo, y en mi mente sólo pensaba cuando llegaría a esta parte, a lo lejos observé varios picos muy altos y me detenía para tratar de ver cuál sería la opción más fácil de pasarlos, al fin llegue a La Grieta, de verdad que era algo impresionante, este sería mi obstáculo más peligroso de pasar de este día, ya en la orilla del abismo sin morral estudiaba la manera de bajar así como la manera de subir el otro pico, La Grieta era el espacio que existía en medio de los dos picos que no superaba los seis metros de uno al otro y su profundidad unos cuarenta metros, busqué dentro de mi morral algo que pudiera servir como cuerda para bajar primero el morral y luego yo, pero no conseguí nada, sólo tenía mi ropa y no llegaba, el tiempo pasaba y nada que lograba bajar, por ultimo me coloqué el morral, lo sujeté muy duro a mi cuerpo y comencé a bajar dándole la espalda al abismo así como ya lo había hecho el día anterior, ya tenía la experiencia, en el fondo de La Grieta no duré mucho tiempo, sin tanto pensar comencé a subir la otra parte, a mitad de subida me quedé paralizado, ni palante ni para atrás, no tenía de dónde agarrarme. Las piernas no me daban, entonces comencé a subir apoyando las rodillas y usando puro brazo para subir los escalones, en ese momento resbalé y coloqué la rodilla izquierda a una piedra y me lesione la segunda rodilla, ahora si no podía cojear, las dos rodillas me dolían pero tenía que salir de allí, nuevamente en mi mente fuerzas como el caballo blanco y resulto, subí y llegué a la cima, al llegar arriba observé una roca del tamaño de la iglesia de San José de Bolívar que está separada del pico principal y se forma una figura como de un ave, tomé varias fotos y continúe mi recorrido, el esfuerzo que he tenido hasta este punto, ha hecho que tomé demasiada agua y ya me queda poca, cada vez que llego a la cima de los picos o montañas disfruto el paisaje y repongo fuerzas con agua y papelón, y desde la cima donde me encuentro ubico bien la ruta y decido que las tres últimas montañas antes de llegar a la cresta más larga del recorrido, las voy a rodear bajando al valle, mi decisión fue la correcta al comenzar a bajar me encontré un camino, lo seguí y me llevó a donde se encontraban tres lagunas, mi San José otra vez guiándome. Me quedaba como medio litro de agua, ya en las lagunas vuelvo a recarga agua, seguí el camino que estaba bien demarcado, pero me iba alejando de las montañas las cuales eran mi ruta y la manera de ubicarme, decidí salir del camino y comenzar a subir para llegar a una cresta grande y caminar por toda su cúspide, este trayecto lo realicé muy lento.
El dolor en las dos rodillas se estaba asentando, nuevamente otro pico inmenso y sin fuerzas para subirlo entonces agarro hacia la izquierda, bajo todo el valle y nuevamente consigo un camino bien definido, desde este valle se ve Quebrada Grande y estaba comenzando a subir la neblina, comencé a caminar por el camino y lo mismo de la vez pasada; el camino me lleva bajando y más abajo alejándome de las montañas altas, luego de haber pasado dos picos altos por el valle me salgo del camino y comienzo a subir a otra cresta, que es uno de los puntos claves de mi ruta para no perderme, ya que allí existen tres filas de montañas y la única forma de ubicarme es llegar hasta allí, entre arbustos, piedras sueltas, me abrí camino hasta llegar al sitio donde comienzan las tres filas de montañas, el tiempo cambio drásticamente, se tapó todo, no se ve nada, ya es mediodía y todavía me falta camino, realizo las mediciones con la brújula ya que no se ve nada, debo asegurarme cuál de las tres filas de montaña agarro, según la brújula, debía agarrar la montaña de la izquierda y así lo hice, tendría como veinte minutos caminando cuando de pronto la montaña se fue en bajada y más bajada, ruta equivocada, me regreso y agarro la fila del centro, caminando con poca visibilidad sigo adelante hasta conseguirme otro pico y ya sin fuerzas vuelvo a rodearlo bajando al valle para poderlo pasar, y caramba me encuentro con un camino y me imagine que era el que había agarrado anteriormente, pero como es la primera vez por estoy en este sector mi orientación eran las montañas altas, seguí el camino por un trayecto bastante largo y el mismo me fue llevando a la cima de la montaña, caminaba creo que por supervivencia ya no tenía fuerzas no había almorzado, el dolor en las dos rodillas muy fuerte, por fin llegue a la cima todo igual tapado de nubes cero visibilidad, comienza dos filas de montañas, ¿cuál agarraría? Saco la brújula y me ubico por las coordenadas y los mapas que llevaba y agarro la montaña de la izquierda, caminando por este sector comenzó a caer una brisa pero leve y luego desapareció, llegué a un punto donde ya no había más montañas altas, el camino comenzaba a bajar, me preocupe, dejé el morral en el camino y subí a unas piedras muy altas para tratar de ver algo, imposible todo tapado, comencé a orar para que mi Dios me aclarara para poder ver donde estaba y ubicarme, ya eran las 4:00 pm., no había comido y no tenía fuerzas ya, estaba buscando donde acampar sin saber dónde estaba, por momentos comenzaba a aclarar y lo que veía a mi alrededor eran piedras blancas, todo a mi alrededor eran piedras blancas pero no tenía idea de donde estaba, bajé a donde dejé el morral y comencé a buscar donde armar la carpa, el dolor en las rodillas no me dejaban dar un paso más, ya con la carpa lista en pleno camino porque no encontré otro lugar, comenzó la brisa, estaba contento que me adelanté al agua, y no me iba a mojar, por un momento dejó de llover y salí de la carpa eran las 4:30 pm., aclaro todo, pude ver donde estaba, a mi derecha estaba la montaña por donde baja la quebrada La Pajuilera, observé todas las montañas por donde venía y vi la montaña de las antenas de El Altico, sin pensarlo dos veces salí corriendo a la cima de las piedras grandes para tratar de ver todo el panorama y para mi sorpresa ya estaba en el Pico San José y no lo sabía, al llegar a la cima observé mi pueblo, despejado, a la derecha Los Pajuiles, a la izquierda Mesa de San Antonio, Mesa de Guerrero, mis ojos se llenaron de lágrimas ya estaba en el Pico San José, lo logré, que dura la ruta pero lo logré, busqué piedras grandes para identificar el sitio tres piedras grandes una arriba de otra y forme tres columnas, arriba de la roca gigante que su tamaño es aproximadamente de una casa de tres pisos coloque una laja parada de unos 50 cm de alto y le coloqué varias piedras a su alrededor para sostenerla y quedara de punta, ya había comenzado a llover pero no me había percatado, mi emoción era tal que no sentía la lluvia, me quité el crucifijo que llevaba en mi cuello, y lo coloqué en la piedra y de esta manera cumplí mi promesa, bauticé esa montaña esa roca como; Pico San José. 


Pico San José.

Pico San José.

Ya la lluvia estaba intensa y reaccioné, di gracias a mi Dios por todo y bajé rápido a la carpa, me quité toda la ropa mojada y me quedé acostado por un rato, la lluvia estaba fuerte; truenos y relámpagos era lo que se escuchaba, pensaba que la lluvia era el bautizo, saqué Dencorub y unas vendas para colocarme en ambas rodillas, guaoo las tenía muy inflamadas, no podía doblar las piernas, es en este momento que decido retornar al pueblo y no continuar mi recorrido hacia el Pico El Lajón como lo tenía previsto, mi objetivo principal y mi meta era llegar hasta el Pico San José y ya lo había logrado, me quedaba bajar a la vía principal y debía hacerlo con prudencia por la lesión de mis rodillas, ya es de noche creo que son como las 8:00 pm y la lluvia se intensificó más, esta cayendo un diluvio, es fuerte la lluvia y la brisa que corre es fuerte, los relámpagos iluminan todo a mi alrededor, doy gracias a mi Dios por la vida, estoy muy agradecido, fueron días difíciles en mi recorrido pero ya hoy se ha hecho realidad mi sueño, esa meta que escribí y planifique de hace más de dos años. Hoy ya se cumplido, comprendo que el poder de la mente lo puede todo. Tengo cuatro días en la montaña y todas las tardes antes de acostarme aplico las técnicas de meditación que estudie, son las que me han ayudado a completar este viaje, bloquear cualquier dolor, recuperar las fuerzas perdidas tener valor y fuerzas para continuar luchando es lo que aprendí, la soledad, el silencio me ayudó a concentrarme y ya hoy desde lo más alto de estas montañas veo mis problemas muy pequeñitos, mañana viernes será muy difícil, no existe camino para bajar de donde me encuentro, mis rodillas por más que trato de bloquear el dolor no puedo doblar las piernas, pido a dios que me de descanso esta noche para recuperarme del todo y mañana bajar rápido a la carretera principal, creo que puedo, sé que puedo y lo haré.
Feliz noche familia, los amo mucho, mi mente esta con ustedes en todo momento, que dios los bendiga y acompañe siempre, amen…
Hasta que nos volvamos a ver.

Viernes, 21 de abril del 2017.
Un nuevo amanecer, un nuevo día, feliz de estar en lo más alto de las montañas, donde los problemas se ven pequeñitos, buenos días Pico San José; mis oraciones, mis pensamientos hicieron lo suyo, tengo fuerzas, la emoción es enorme, voy a lo más alto de la piedra a tomar las primeras fotos de mi pueblo. La mañana está clara, todas las montañas están despejadas, al fondo a lo lejos se observa mi pueblo, que vista tan espectacular, todo el valle está despejado, San José de Bolívar es enorme, realizo varias filmaciones para el recuerdo, estoy en la cima y me siento bendecido por Dios.



Luego de un rato disfrutando de este espectáculo que me brinda la naturaleza bajo al campamento a revisar todo el equipo y todavía existe gas, preparo guarapo caliente y mi desayuno es paledonia con queso ahumado, rápido recojo todo, quiero regresar a mi pueblo lo antes posible, como la noche anterior decidí dar por terminada mi aventura y no continuar hacia el Pico El Lajón, agarré el camino que esta demarcado precisamente donde armé campamento, es un camino limpio y me sacara rápido de la montaña, ya en ruta con morral en espalda luego de unos treinta minutos, el camino se va desapareciendo hasta un punto que ya no hay camino, sólo frailejón y arbustos pequeños, sigo bajando por el costado de la montaña hasta llegar donde comienza la vegetación de montaña, allí tenía dos opciones o regresarme otra vez hasta el Pico San José y bajar por la ruta que ya tenía planificada pero sabía que era entre la montaña, entre la vegetación, o seguir bajando por donde ya me encontraba y tratar de llegar al callejón que observaba a lo lejos abajo y luego seguir por el cauce de la quebrada que de seguro me llevaría a la vía principal, tenía dos horas bajando y no quise regresarme, decidí seguir bajando, entre arbustos y rocas fui bajando hasta llegar al callejón, camine por este sector con la vegetación cada vez más espesa y con mucha dificultad para hacerme camino, con machetilla en mano fui abriendo camino, bajaba por la quebrada pero no había agua y lo más extraño que la noche anterior había llovido muchísimo, corte un palo con forma de garabato y con él me ayude para hacer camino, fueron tres horas en este trayecto muy difícil. La machetilla se le partió el mango y tuve que guardarlo y sólo con el garabato fui abriendo camino, a lo lejos, abajo escuche el correr del agua y me preocupe, pensé en una cascada, pero a la final me di cuenta que era la quebrada que bajaba salía de debajo de las piedras de la vegetación, era un río subterráneo, de allí en adelante fue más fácil ya no había tanta vegetación pero cada vez había más agua que salía entre las piedras, más abajo se unió otra quebrada y el caudal del agua ya era mayor, el ruido era mucho más fuerte, a solo cinco minutos de donde se unieron las dos quebradas conseguí un salto de agua de unos cuatro metros, me preocupé pero logré bajarlo por un costado agarrándome de las raíces de un árbol, en ese instante saqué la cámara y tomé varias fotos y comenté; primera cascada pero ya la baje que bien. Se me mojó todo el morral, continué quebrada abajo hasta un punto donde el ruido del agua me sorprendió, llegué a la cabecera de una cascada de unos treinta metros de caída, aproximadamente, por más que busque la manera de bajarla no la encontré, la única solución era regresarme o bajarla con cuerda en rapel, pero no lleve cuerda, lo otro era bordear la cascada por la montaña a mano izquierda, y la única manera de salir del hueco donde me encontraba era subir por dos bejucos que colgaban allí y luego agarrarme de las raíces de un árbol que había a unos cinco metros de alto, quise liberar peso para continuar ya que cuando bajé por la cascada pequeña el chorro de agua golpeo el morral y lo mojo todo, el peso se multiplicó, no conseguí que dejar, así que me coloqué el morral y lo sujeté muy bien y comencé a subir por el bejuco con las rodillas en las piedras y agarrándome fuerte de las raíces logre subir, y me hice camino por la montaña a un costado de la cascada, fui bajando hasta calcular haber pasado la cascada y comencé  bajar otra vez a la quebrada para irme por su cauce, cuando a lo lejos abajo divise entre la vegetación otra cascada y pensé; me va pasar lo mismo no voy a poder bajar la cascada porque no llevo cuerda, ni equipo para descender, seguí abriendo camino entre la vegetación y subir la montaña, luego de un tiempo observo otra quebrada que venía de otra montaña al llegar a ella, quise seguir ese cause para llegar  a la unión de la quebrada principal, pero para mí mala suerte vi a lo lejos, abajo la cascada más alta que allá visto en mi pueblo San José, y me dije, el cauce de la quebrada no es opción para salir de esta montaña, la única opción era seguir abriéndome camino entre matas de moro, arbustos de espinas y entre árboles caídos, el recorrido muy difícil pensé que lo que había vivido en La Cimarronera, era difícil pero está travesía me está consumiendo todas mis fuerzas, lo único que se veía era montaña y más montaña, sin fuerzas en las piernas y dolor en ambas rodillas, las manos llenas de sangre por las espinas di un paso falso y rodé montaña abajo como dos pisos de alto hasta que me sostuvo un árbol enorme, no me levante, me quité el morral y me quedé sentado, más bien tirado a descansar, no podía más, no sé si fueron señales o el sentido de supervivencia que me hizo subir el mismo árbol que me freno, logré subir unos diez metros más o menos para poder ver algo que me diera un respiro de que faltaría poco, a lo lejos observé un potrero y esa fue mi alegría, se veía muy a lo lejos pero era un potrero, estaba seguro que era un potrero, rápido asocien potrero-ganado, ganado-camino, el saber que me faltaba poco agarré el morral que calculaba que pesaba como 30 kilos, me lo coloque y continué abriendo camino, ya sabía que iba por buen camino y pronto saldría de la mata de monte, en un punto de mi recorrido ya no habían arboles grandes del cual agarrarme de sus raíces y seguir bajando, sólo existía arbolitos pequeños semejantes a las palmas pero su tronco son puras espinas y no había por donde más pasar, con la mente puesta en el potrero y que pronto saldría me agarré fuerte de los troncos llenos de espina y me abrí paso, fue un momento muy difícil si no me sujetaba duro podía caer y el barranco era muy alto, cada vez eran nuevos obstáculos difícil de superar, no había comido nada, llevaba más de diez horas entre la montaña, y en mi desesperación por salir rápido de ese lugar resbalé y metí la pierna derecha entre dos piedras que la tapaba la vegetación, mi caída fue brusca y fuerte allí duré varios minutos boca abajo sin poder moverme con la pierna en el hueco acostado con el peso del morral sobre mi espalda, mis lagrimas salían full, fue muy difícil salir de ese embrollo, para tratar de controlarme un poco tomé agua y comí papelón, era lo único que me daba fuerzas, luego de unos cinco minutos de descanso seguí mi recorrido, a las 6:15 pm por fin logré ver el potrero a tan solo unos diez pasos, salí de la montaña corriendo a mi encuentro con el potrero, que alegría, salí vivo de la montaña, bendito seas Dios, que alegría, me acerque a un arroyo que pasa por todo el centro del potrero y me quité toda la ropa mojada llena de barro, de monte, de espinas, me coloqué ropa limpia igual mojada pero ya no tenían espinas, comí paledonia con mucha agua y luego de unos veinte minutos de descanso comencé a buscar el camino que me sacaría del potrero rumbo a la carretera, busqué y busqué y no logré conseguir el camino, el morral me pesaba mucho lo deje arriba de una piedra en el potrero y comencé a explorar detalladamente por todo el potrero el comienzo del camino, luego de un rato conseguí el camino, me entre en la montaña por el camino y de pronto levanté la vista y no veía nada, estaba ya muy oscuro para ingresar a la montaña, mi decisión como todas en esta aventura muy acertada, decidí armar campamento en el potrero y pasar la noche allí, al terminar de armar la carpa y sacar las cosas del morral vi la hora, ya eran las siete de la noche, no me había percatado del tiempo, fueron once horas de recorrido desde que salí del Pico San José hasta llegar al potrero, no comí en el recorrido, sólo papelón y agua, es el recorrido más duro y difícil que he hecho, ni siquiera el día que pasé por los picos más altos de La Cimarronera, lo más difícil ha sido esto de salir de la montaña.
Ya en la carpa reviso todo mi equipo, la cocinilla perdió una pieza pero mi sorpresa es que aún hay gas y si prende, perdí una botella de agua, y perdí un aislante, como hay gas todavía preparé guarapo caliente y comí con arepa de trigo que llevaba, claro estaban todas hechas burusas y mojadas, acostado y listo para descansar y dormir, me invade la preocupación, en la observaciones que le dejé a mi familia escribí que estaría bajando de la montaña hoy viernes y que al pueblo estaría llegando por la tarde, aún sigo en la montaña espero que mi familia no se preocupe por esto, doy gracias a mi Dios porque sé que ha sido misericordioso conmigo y he sido premiado; mis santos y ángeles no me abandonaron, cuando llegué al potrero sentí que la Virgen me esperaba con los brazos abiertos.
La bendición para mi familia, estoy muy agotado.

Sábado, 22 de abril del 2017.
Buenos días familia, son las seis de la mañana y ya estoy parado, arreglando todo porque me voy para mi pueblo, la carpa esta full de babosa, me imagino que es por el pasto, la noche la pasé de lo mejor. El cansancio que tenía me hizo dormir como una piedra, el estar a un altitud menor y el pasto que sirvió de colchón me ayudó a reponer energías, dormí muy cómodo, limpiar la carpa de tantas babosas me llevó tiempo, no preparé desayuno ni café, aunque tenía gas, lo único que deseo en este momento es salir de este lugar, dejé el morral preparado arriba de una piedra y voy a inspeccionar el camino que encontré anoche para verificar que sea el correcto, estoy caminando por el camino ya entrando a la mata de monte y sorpresa; un árbol caído, un barranco, desaparece el camino. No es la ruta, menos mal anoche me regresé y no subí más, sigo buscando el camino por todos lados, por mi experiencia de supervivencia y de montañista sé que en lugares así que la vegetación crece rápido y tapa el camino, los lugareños desconchan los árboles y dejan marcas, le quitan la corteza a los arboles más grandes a unos dos o tres metros de altura, de esta manera el pasar de los años seguirán marcados, luego de veinte minutos buscando la salida del potrero observe estas marcas en un árbol, me acerque y vi otro luego otro y eso me llevó al comienzo del camino, caminé alrededor de tres minutos montaña adentro por el camino y sí; confirmado, es el camino correcto, bueno a bajar a buscar el morral que lo dejé arriba de la piedra como a 800 metros de donde comienza el camino, es tedioso regresar a buscar el morral pero es la única manera de caminar rápido para explorar la zona. Ya con morral en la espalda caminé por unos cuarenta minutos dentro de la montaña pura subida sacándome más a la izquierda, y me encuentro con otro potrero, caminé hasta el centro del potrero y dejé el morral arriba de un tronco, y comencé a buscar camino, el pasto eran tan altos que no se veía ningún camino, por más de una hora caminé buscando el camino que me sacara de este segundo potrero, por primera vez en todo mi recorrido tuve una debilidad y me desesperé, comencé a gritar para ver si alguien me escuchaba y me orientaba, eran ya las nueve de la mañana y todavía no sabía dónde estaba, me senté al lado del morral y me calmé, pedí a Dios una señal, sólo una señal que me guiara a la salida de aquel hueco donde me encontraba, luego de un rato quise explorar otra vez en busca del camino y vi entre los arboles a lo alto del potrero que los rayos de sol comenzaban a entrar e iluminaban el potrero, me dije a mi mismo esa es la señal que pedí, me monté el morral y comencé a caminar en ese sentido, luego de un rato llegué al final del potrero y encontré una cerca, caminé por toda la orilla hasta llegar a un portillo que me saco a una loma sin árboles y totalmente despejado, esa era mi señal, gracias San José, comencé a subir la loma y al llegar a la cima, me caí de rodillas de la impresión; Dios mío que grande eres, veo casas, veo la carretera, estoy en Mesa Grande, no paro de llorar de la alegría, me cuesta pararme las rodillas muy maltratadas, pero nada, sólo falta bajar esta loma y llegar a la carretera, la bajada la realicé despacio con calma, ese camino fue eterno, nunca terminaba, bajaba y bajaba hasta que por fin llegue, pase por detrás de la casa del señor Laurean y entre potreros y potreros salí a la carretera principal, lo primero que hice al salir de los potreros y estar en la carretera fue arrodillarme tocar la tierra con las dos manos y dar gracias a Dios, ya en la vía principal más arriba de la Escuela Pedro Camejo, la primera casa que vi a la izquierda escuché voces y sin pensarlo dos veces pegué un grito de saludo, quería que me regalaran agua y que me prestaran un teléfono para llamar para el pueblo y avisar a la familia que ya había bajado de la montaña, salió una muchacha que muy amable me dio un vaso con agua y me presto un teléfono, le comenté que tenía seis días en la montaña y que quería avisar que estaba bien, la primera llamada la realice  a mi esposa Yelitza, me contesto y le dije: “Hola es Freddy”, ella me contestó: “Hola como estas”, yo respondí: “Bien, cansado, pero ya bajé de La Cimarronera”, enseguida reconoció mi voz y supo quién era y comenzó a pegar gritos y dar gracias a Dios de que estuviera vivo, no me dejaba hablar me dijo te están buscando por todas partes, donde estas, en que parte te encuentras, le respondí estoy en la Escuela Pedro Camejo de Mesa Grande, me dijo no te muevas ya te llamo y me colgó, me quedé sorprendido con todo lo que me dijo, yo sabía que les había dicho que yo bajaría el día viernes en la tarde, hoy es sábado y son las 11 de la mañana, el teléfono de la muchacha repico y ella respondió y me dijo es para ti, respondí y era Yelitza otra vez, me dijo quédate allí ya te van a buscar me contó que había tres grupos de búsquedas que desde el viernes en la tarde-noche salieron en mi búsqueda, un grupo estaba por la laguna Ríobobo y harán todo el recorrido que había dejado, otro grupo se fue por la laguna La Ciénaga para recortar camino y el tercer grupo subió por Los Paujiles rumbo al Pico El Lajón el cual sería mi destino según mi ruta principal, yo sólo escuchaba todo lo que me decía sorprendido, no tenía nada que decir, escuché el ruido de un carro y le dije; -viene un carro voy a pedir la cola me voy para el pueblo te llamo luego. Le di las gracias a la muchacha por todo de verdad fue muy amable, bajaba un camión le pedí la cola y sí, me monté en la parte de atrás, tendría como diez minutos rodando cuando subía Caspino, voluntario de Defensa Civil en una moto y me gritó cuando me vio; epa Freddy, más atrás subía la ambulancia, el camión paró, me dijeron; pase para la ambulancia nosotros te llevamos. Ya cuando comenzamos  a bajar para el pueblo estaba recostado en la camilla me cuentan todo lo que estaba pasando, todos los rumores y comentarios, que existían en el pueblo, sobre mi búsqueda, mi asombro era cada vez más grande, al llegar al hospital no me pude bajar, mis piernas no daban, el venir a recostado en la camilla me fui relajando, tanto mis músculos se relajaron, que perdí todas las fuerzas de las piernas y no pude caminar, me entraron en silla de ruedas al hospital, ya en la camilla de emergencia cundo me quito la ropa para que Doctor Enrique me evalué, me doy cuenta de todas las heridas y hematomas en mi cuerpo, era impresionante no había un solo lugar donde no tuviera heridas, las rodillas super inflamadas, producto de la lucha que tuve con la montaña, el principal diagnóstico médico deshidratación, me colocaron tratamiento intravenoso y me pasaron a sala de observaciones, estando en la camilla de emergencia escuchaba a la gente que llegaba y preguntaba que como lo habían bajado vivo o muerto, los comentarios eran muy fuertes, lo único que yo quería era echarme un baño, comer y acostarme a dormir, el cansancio era full.
Con todo lo que escuché le doy gracias a mi Dios por esta oportunidad de vida que me dio, a todas las personas que elevaron una oración por mí, a las personas que fueron en mi búsqueda, a los que estuvieron pendientes en todo momento por mi regreso un dios le pague, una experiencia única en mi vida, una experiencia que quedara para el recuerdo, realicé la aventura más loca de mi vida y regresé con bien para contar, gracias San José.

Nota: El día Jueves 27 de abril del 2017, recibí una citación por parte de Imparques, asistí a la oficina regional de Queniquea en compañía del señor Luis Rosales y Carlos Moreno, en la reunión que tuve con el funcionario de dicha oficina me notifica que estaba amonestado por no solicitar el permiso correspondiente para ingresar al Parque Nacional, y que me prohibirían el ingreso al Parque Nacional por el tiempo de un año, luego de dar mis explicaciones de porque no solicite el permiso correspondiente, de cuál fue mi propósito y del trabajo que realizo en mi comunidad llegamos a un acuerdo, y fue el siguiente: 
- Se me prohíbe el ingreso al Parque Nacional General Juan Pablo Peñaloza “La Cimarronera” en San José de Bolívar, Municipio Francisco de Miranda, Estado Táchira – Venezuela, por un tiempo de 3 meses.
- Debo realizar una labor social en dicho Parque Nacional, mi propuesta fue que haría limpieza específicamente en el valle de Piedra Grande, recolección de desechos sólidos.
- Colaborar en la elaboración de mapas en la nueva ruta que exploré y dejar copia al instituto de Imparque. 
- Mostrar en material audiovisual, que se debe solicitar permiso antes de ingresar a un Parque Nacional, todo esto para crear conciencia conservacionista.


Esta fue mi aventura, algo normal para mí ya que siempre quiero salir de la rutina, mi experiencia y la trasmito a todos, no salir a la montaña solo, siempre se debe ir acompañado, los riesgos son menos si se va en grupo porque se cuidan entre todos pero solo en la montaña se corre el riesgo de una caída y nadie socorrerlo, bueno esto ha sido todo espero me acompañen en mi próxima aventura.