miércoles, 30 de junio de 2010

TESIS ESTUDIANTIL SOBRE LA HISTORIA DE SAN JOSE DE BOLIVAR


HISTORIA, COSTUMBRES Y TRADICIONES DEL MUNICIPIO FRANCISCO DE MIRANDA, CAPITAL: SAN JOSÉ DE BOLÍVAR, EN LOS ALUMNOS DE LA PRIMERA ETAPA DE EDUCACIÓN DE LA ESCUELA BÁSICA BOLIVARIANA “REGINA DE VELÁSQUEZ”

Por: Carrero Araque Maria Sugey, 
García Peñaloza Jonathan José, 
García Urbina Milagros del Valle, 
Peñaloza Jaimes Sandra Milena 
Pulido Zambrano Lucero katherine. 
2º de Ciencias “U”.
E.T.A. San José de Bolívar

Introducción:

La historia, costumbres y tradiciones se caracterizan en cada país por su dialecto, como parte esencial de la cultura de cada uno de los pueblos que conforman la entidad nacional. La cohesión de la cultura nacional, en el ámbito urbano y rural, fue generada y sostenida en parte por las artes populares que han proporcionado iconografías y símbolos particulares con expresiones de identidades locales, como es el caso de la imagen de San José en la población de San José de Bolívar. El municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar; pueblo andino por excelencia, ubicado al occidente del país, en el centro de la región tachirense, y cuyos limites son; al norte el municipio Jáuregui, al sur el municipio Sucre y Uribante, al este el municipio Uribante y al oeste con el municipio Sucre.
La historia de este lugar es muy relevante para sus pobladores, aunque no se han dado a la tarea de transmitir en profundidad lo importante que son las raíces de los antepasados, ya que estas localidades han guardado a través del tiempo una hermosa riqueza cultural, un tesoro invaluable de carácter local que ha ido pasando de generación en generación. Es por tal razón la importancia de este estudio y el interés de investigar lo local, ya que esto es patrimonio tradicional y cultural de la humanidad. A este respecto señala Briceño Iragorry (1998: 3) en su libro Defensa y enseñanza de la historia patria en Venezuela que: “Otros temas están encaminados a defender nuestra Historia como patrimonio moral de la nación. No sólo se enderezan los esfuerzos del historiador a conocer el hombre por el contenido de su historia, sino a pulir las líneas que dan carácter a la sociedad actual, como expresión de un proceso formal. Vista la historia nacional como la propia fisonomía del pueblo, precisa fijar y resguardar los valores que de ella surgen, del mismo modo, como se resguarda el patrimonio geográfico donde descansa la nacionalidad”.
En el municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, se han ido olvidando las raíces de la historia e identidad local, salvo excepciones: Juan Francisco Santos y su revista Ensayo (1976 – 1981), es para la época de los años 70, cuando la historia local toma un rumbo importante para el Municipio, ya que esta revista inicia el rescate y conocimiento de las raíces históricas, con la lectura de los libros del Doctor Lucas Castillo Lara. Es para esta época que fue dada a conocer la primera información acerca de la comunidad riobobera, terminología local con la que se conoce al lugar. A partir de este año (1976) comienza el interés acerca de la historia y la tradición local; es con esto que comienzan la investigación y se llegan a publicar fragmentos de la historia del Río Bobo. Esto da pie a la investigación del profesor Horacio Moreno y su Monografía de San José de Bolívar (1982); en la actualidad continua la revista Riobobense (1998 – 2007) y los artículos en prensa e Internet por el escritor José Antonio Pulido Zambrano. Por esto la importancia de esta investigación, y cuyo fondo es la de enseñarles a los alumnos de la primera etapa de la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez, ubicada en la calle dos entre carreras 4 y 5 de la población de estudio. Ya que en los niños son la semilla en la que hay que cultivar la historia local, para que en un futuro no se pierda la esencia del pueblo, cuya base es la historia y sus tradiciones locales. Hoy día la mayoría de abuelos que conocían parte de la historia y origen del poblado han muerto. Es el proyecto de la revista Riobobense dirigida por: José Antonio Pulido Zambrano, Elvidio Márquez, Oscar Santander, Lubín Pulido y Ricardo Mora, que dejan un banco de datos para la recuperación de la historia local de San José de Bolívar.
Por tal razón se requiere reforzar la historia, costumbres y tradiciones del Municipio, para el realce de toda la información valiosa que posean los pobladores de esta comunidad, y sirve a este punto las palabras de Briceño Iragorry (1998: 91): “En un gran maestro del pensamiento francés contemporáneo acabo de leer este concepto: Así como debe esperarse mucho de los hijos que aman a sus padres, no es posible desesperar de un pueblo y de un siglo que ama su Historia. El concepto es cabal. La Historia es la memoria de nuestros padres. Ningún pueblo, en una hora dada de su evolución, puede considerarse como eslabón suelto o como comienzo de un proceso social. Venimos todos de atrás. Antes estuvimos en el pasado. Y para buscar y amar a nuestros mayores debemos buscar y amar la Historia que ellos hicieron”.

Lucero Katherine Pulido Zambrano y los alumnos de 5º año de Ciencias.


CAPITULO I

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

1.1 Formulación e identificación del problema

A nivel mundial existen dialectos, costumbres, tradiciones y símbolos que caracterizan a cada país, formando parte de una cultura especifica; “esta no se extingue, pero se convierte - según García (1995: 31) - en una “formula para designar la continuidad de una memoria histórica inestable, que se va reconstruyendo en interacción con referentes culturales transnacionales”. La mayor parte de las situaciones de interculturalidad se configura hoy no sólo por las diferencias entre culturas desarrolladas, sino por las maneras desiguales en que los grupos se apropian de elementos de varias sociedades, los combinan y transforman. Hoy la identidad, aun en amplios sectores populares, es políglota, multiétnica, hecha con elementos cruzados. Márquez (1996: 176) expresa: “… nuestro mestizaje, el de Venezuela y el de todo el continente, es un mestizaje de mestizajes, pues cada uno de los elementos que entran en la mezcla eran ya de por sí mestizos. España, por una parte, fue desde la antigüedad una fusión de razas y culturas. Allí se entrecruzaron, desde los primitivos celtas e iberos que poblaron muy antiguamente la Península, hasta los árabes, pasando por los romanos y otros pueblos latinos, los godos, visigodos, ostrogodos, germanos, judíos y algunos más. Cada uno aportó su cuota de sangre y de cultura. El español que viene con Colón, y posteriormente, a la conquista y la colonia, es el heredero, ricamente mestizo, de toda esa mescolanza”.
De allí que Venezuela haya sido un país pleno de ricas tradiciones culturales, muy diversas entre si, pero no todas sus localidades han sido de manera suficiente estudiadas y organizadas, ni conocidas, ni apreciadas en su plenitud por los habitantes de su población. Su uso ha sido sustituido por costumbres y prácticas globalizadoras; y en ciertas ocasiones por simple desconocimiento o desinformación, asociada algunas veces a un débil sentido de pertenencia nacional y local.
La mayor parte de la identidad cultural venezolana, cualquiera que sea su situación actual, es el resultado de un largo proceso de mestizaje que como se señaló con anterioridad comenzó hace quinientos años, desde el momento mismo en que se produjo el primer contacto entre los expedicionarios ibéricos y los habitantes originales del territorio que más tarde se llamaría Venezuela. Desde ese instante, ello se convirtió en un proceso que nunca se ha detenido, ni se detendrá. Los aportes de los indígenas, europeos, africanos y de otros lugares han quedado fundidas para siempre en la historia colectiva, a este respecto señala Bustillo (1998: 21) en su libro Barroco y América Latina; Un itinerario inconcluso señala: “En cuanto al ámbito latinoamericano, más allá del reconocimiento del Barroco de Indias como la primera manifestación estética válida del Continente, y de su proyección hasta bien entrado el siglo XVIII, gran número de críticos suele concebir la expresión artística en Latinoamérica dentro de un Neobarroco cuyas complejas raíces se entroncan con lo más esencial de nuestra realidad y de nuestra manera de nombrar el mundo”.
Este planteamiento de lo Neobarroco va a entrar al paisaje de las tradiciones y costumbres populares venezolanas, y la población de San José de Bolívar no va ser la diferencia en su capacidad para establecer el dialogo entre pasado y futuro, donde se encuentra una riqueza que es necesario explorar, conocer y disfrutar. Sólo en un estudio de “Historias de Familia”, tesis formulada por el Prof. Otto Rosales de la U.L.A. Táchira, se puede establecer estos vínculos con esta población riobobera, al observarse familias de origen español e italiano en el estudio de sus apellidos (Ramírez, Pulido, García, Zambrano, Francisconi, entre otros).
Lo expuesto, sobre identidad cultural que engloba historia, tradiciones y costumbres y simbología se ha ido perdiendo al pasar de los tiempos en el municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, por falta de políticas culturales que enfoquen lo que caracteriza la localidad. Es por ello que es necesario realizar un estudio que permita determinar el conocimiento de la identidad cultural en el Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, en los niños en los niños y niñas de la primera etapa de educación en la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez.

Justificación e Importancia

Las personas del Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, no se han dado a la tarea de conocer acerca de su historia local, es decir su pasado, ya que no le da la relevancia a este punto tan crucial para la consolidación del ser humano, partiendo de la premisa griega: ¿Quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos? Por lo tanto este Estudio trata de saber de donde provienen la gente de este valle tan hermoso, el por qué de su idiosincrasia, en donde día a día comparten con los habitantes y con la hermosa naturaleza que los rodea, y el gran patrimonio cultural histórico y tradicional.
La información que se está impartiendo en la primera etapa de educación en la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez, es un primer paso, para que los más pequeños conozcan su origen estudiando la maravillosa historia local de San José de Bolívar. Ya que el ser humano se está enfrentado sin quererlo, a una sociedad donde se están perdiendo los valores culturales e identidades propios. El objetivo de este Trabajo es tratar de recuperarlos.
No se quiere ser, los pioneros en este modelo de educación, pero si se quiere dejar esa semilla y la duda, que es la mejor receta para buscar y estudiar la historia local, para que los profesores y alumnos no dejen morir en este caso la historia local del Río Bobo, ya que el nuevo modelo de educación quiere recuperar los entes culturales de cada población, partiendo de este paradigma y el estudio geo-histórico de las comunidades.


Objetivos de la Investigació:

Objetivo General

Impartir el conocimiento de la historia, costumbres y tradiciones del municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, a los estudiantes de la primera etapa de educación en la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez.


Objetivos Específicos

- Recopilar información acerca de la historia, costumbres y tradiciones del municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, en conjunto con los historiadores de la localidad.

- Crear y aplicar juegos didácticos de memoria relacionados con la historia, costumbres y tradiciones del municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar a los estudiantes de la primera etapa de educación en la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez.

- La elaboración del Rincón Histórico en las aulas de Primer a tercer grado en la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez, con los elementos y símbolos más representativos del patrimonio cultural e histórico de San José de Bolívar.

Hipótesis

Desarrollar en los niños de la primera etapa de Educación Básica de la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez, el habito de lectura en el conocer de la historia, costumbres y tradiciones del Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, como fortalecimiento de la historia local de la comunidad, como base de afianzar estos valores y no se pierdan en un futuro cercano.

Limitaciones: Algunas de las limitaciones que se presentaron en el proyecto:

- El poco conocimiento por parte de los alumnos de la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez de la historia, costumbres y tradiciones del Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar. Por igual parte los profesores, que no estaban bien informados sobre el tema.

- El tiempo dado no fue suficiente para la perfecta ejecución de las clases, para la formación permanente en este conocer de la historia local.

- La falta de publicaciones impresas, pues no hay un archivo de la historia local en las bibliotecas, para que el niño riobobero consulte sus historias y tradiciones locales.


CAPITULO II

MARCO TEORICO

Antecedentes

Cuando se efectúa una revisión más o menos atenta de las características que presenta la historia local y las tradiciones del Municipio Francisco de Miranda, y en particular su Capital: San José de Bolívar, se puede advertir, sin mayores contratiempos, un conjunto amplio de limitaciones derivadas de la carencia de trabajos de investigación sobre la temática, pero hurgando, y con el asesoramiento del escritor José Antonio Pulido Zambrano, se puede apreciar un Corpus que se adecua a este estudio.
En los últimos años se ha identificado una polémica sobre la historia del pueblo, a partir de la publicación del libro del profesor Horacio Moreno, este estudio lo encabeza el escritor José Antonio Pulido y el Cronista del pueblo, el Médico Veterinario José Lubin Pulido. En sus investigaciones han llegado a la lectura con detenimiento de las “Crónicas del Padre Aguado”. En entrevista con el escritor José Antonio Pulido (13 – abril - 2007) expresa: “Al leer al padre Aguado, se observa y se siente la travesía de Juan Maldonado por el páramo El Zumbador hasta llegar al Valle del Espíritu Santo, donde hoy reposa San José de Bolívar, esto ocurriría el 25 de mayo de 1561. En ese Valle comenta el crónista Aguado, estaba asentada una tribu indígena de nombre “Sunesua” o “Sumusica”, donde Maldonado pernoctó. Al siguiente día pasaría a “Quenega”, coincidencia o no se puede observa que “Quenega” y “Queniquea” casi mantienen el mismo nombre, luego Maldonado continuara su travesía hacia el Páramo del Zumbador y de allí a San Cristóbal. Es ya casi verídico que uno de los primeros nombres que recibió este Valle fue el de Sumusica. Juan Maldonado lo bautizara como “Valle del Espíritu Santo”.
Por lo tanto la Crónica de Indias del Padre Aguado será el primer testimonio histórico sobre el pueblo. De allí se deduce que el 25 de mayo de 1561 es la primera hoja escrita de la historia local de San José de Bolívar. Ya para 1601– señala Lucas Castillo (1976: 156) – se mandó a crear “en el Valle del Espíritu Santo una Iglesia en el llano pasando el río por el juez Pedro de Sandez”. Ya para 1635, continua describiendo el autor citado, que el Fraile Joaquín Moscón comenta que dicha Capilla no había sido construida aún en aquel año. Pero, según Pulido (13 – 07 - 2007) expresa que: “nuestros abuelos, y cuando digo abuelos, me refiero a los más ancianos que pude conocer, comentaban que, esta Capilla - donde funcionó una Orden de religiosos - fue construida, y allí regentaba una finca de Tabaco”. Para 1657 como señala Lucas Castillo (1976); el Cura y Vicario Juan Dionisio Navarro poseía allí quince estancias en aquellas tierras pobladas en la antigüedad por los indios llamados “babukenos”. Señala Pulido (13 – abril – 2007) que “los abuelos relataban que a principios de 1800 en el Valle aún existía aquella Capilla o “Monasterio”, por lo que los vecinos de la zona pidieron que se enviara un Cura, pues dicha construcción se encontraba casi en escombros”.
Esto nos lleva a clasificar los estudios del Doctor Castillo Lara en su texto La Grita: Una ciudad que grita su silencio (1976), otro de los sustentos de este estudio, pues es preciso señalar que en este autor se consolidara el estudio de las historias locales del Táchira, y San José de Bolívar, entre uno de ellos. Otro texto que no puede obviarse, es el libro de Emilio Constantino Guerrero, quién en El Táchira Físico Político e Ilustrado (1975: 175), trabajo que fue escrito a principios de 1900, y que es la primera vez que el nombre de San José de Bolívar aparece en un texto impreso, veamos lo escrito: “Esta es también una población incipiente. Tiene un templo, casa cural, una plaza y algunos establecimientos comerciales. Las calles están bien delineadas y el llano en el cual está asentado el pueblo, tiene espacio para una gran ciudad. La temperatura es de 15 grados centígrados, por término medio; el clima, muy sano; los campos bellísimos y muy bien cultivados; la gente, laboriosa; y el municipio todo tiene dos mil cuatrocientos setenta y ocho habitantes”.
Aún cuando es breve la explicación, es el primer fragmento expreso de San José de Bolívar como poblado. En esa continuidad histórica señala Moreno (1982: 89): “El Valle del espíritu Santo, Primera Fundación (1807 – 1811), con este nombre se conoció el sitio de Río Bobo… Los primeros fundadores fueron: Eugenio Vivas, Tomas Pulido, Feliciano Pulido, Juan Andrés Chacón, Joaquín Pulido, Ventura Castillo y Rafael Ramírez”. Por su parte Pulido (13 – abril – 2007) que lleva en la actualidad un estudio etnográfico sobre Queniquea y San José de Bolívar señala: “Es valedero que el profesor Horacio Moreno haya querido simplificar algunos aspectos de la historia, pero en las últimas investigaciones realizadas, puedo señalar como pioneros de esa primera fundación a los señores: Juan Andrés Chacón, Joaquín y su hijo José Florentino Pulido, Rafael Ramírez, Thomas Pulido, Eugenio Vivas y José Policarpeo Zambrano, entre otros, que comienzan lo que se conoce como primera la fundación. Esto lo digo con propiedad, pues así está escrito en el Libro Matriz de Queniquea, no como Acto de fundación, sino como una especie de recolección para fundar un templo, y recordemos, que ese era uno de los pilares para fundar un poblado, siguiendo los lineamientos españoles. Piden los primeros fundadores al Obispo de Mérida; Monseñor Santiago Hernández Milanes que envíe un Sacerdote al “Río Bobo” como pensaban bautizar al nuevo pueblo, tergiversación de la palabra indígena “Babu” que significa: agua. Y esto está escrito en los libros del Doctor Castillo Lara. A ello Monseñor Hernández Milanes traslada desde Bailadores al Río Bobo a Joseph Casimiro de Mora, pero se encuentra con que los habitantes de Queniquea querían trasladar la capilla de Nuestra Señora del Rosario de Río Bobo a su lugar de asentamiento. Por su parte surge otro conflicto con el doctor Antonio Bernabé Noguera, pues éste se opone de manera rotunda a la fundación del pueblo y termina por desmantelar el antiguo monasterio, ya que el Doctor Noguera era el dueño casi absoluto de ese valle. Esto trae como consecuencia que en 1817, el Obispo Rafael Lasso, por intervención del vicario de La Grita; Fernando José García se logré el planteamiento de los queniqueos. Los rioboberos como empieza a llamarse a los campesinos de aquella comarca, debieron ceder ante el pueblo de Queniquea; los pocos enseres de la capilla de “las Guamas” o “monasterio” del Río Bobo fueron llevados a la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Queniquea, como señala el Libro Matriz de esta edificación. Los rioboberos que no son mezquinos dan su aporte económico para la construcción de la iglesia de Queniquea, pues en las cosas de Dios los pleitos no son buenos, así aparece escrito en el Archivo Parroquial del municipio Sucre, lo siguiente: “D. Jacinto con todos los de Ríobobo, pieza de Joaquín Pulido q dio cinco reales para la construcción del templo”.
En esta conformación de datos, se puede incluir la Monografía de San José de Bolívar (1982) de Horacio Moreno, como otro antecedente en la investigación histórica del poblado. Un texto amplio, donde trabaja desde el espacio geográfico, las tradiciones, algunos personajes históricos, los primeros acercamientos históricos. Este texto fue cuestionado por mucho tiempo, señala Pulido (13 – abril – 2007), hasta que en el año 2004 la revista Riobobense publica el Manuscrito inédito de José Saturnino Peñaloza (1931), encontrado en los Archivos de los documentos del Municipio. Este documento dio la veracidad que por mucho tiempo opaco el texto de Horacio Moreno.
Esto da a la revista Riobobense (1998 – 2007), otro de la sustentación histórica para este estudio, publicación que a través de 10 años sigue escribiendo la historia local del poblado. Cuerpos de la revista como: Personajes populares, Historia Riobobera, acontecer diario, rescate de los escritos en otros textos y que esta revista señala para investigaciones como esta. La revista ha dedicado varios números a la historia y tradiciones de San José de Bolívar.
Es necesario señalar la revista Ensayo (1976 – 1982), dirigida por el Padre Juan Francisco Santos, que rescata la historia y el acontecer histórico de los años 70. Publicaron 15 revistas, y en ella se ve una preocupación constante por el rescate de los valores y la identidad del Riobobero.


Bases Teóricas

Para este estudio el escritor José Antonio Pulido Zambrano permitió y dio permiso de transcribir el mito originario e indígena de la población de San José de Bolívar, a la cual se dará una explicación por parte de los autores de este estudio. Este mito fue publicado en Riobobense (1999 – 2000), publicado luego en diario La Nación con fecha 20 de febrero de 2000. Copiamos de manera textual, con el permiso del autor parte del trabajo sobre el mito de Babu:

La Crónica de las Aguas

La vida de un indígena es larga, según como nosotros la medimos, el pensamiento del indio es, que nace de la madre para empezar a morir, su cosmología, su religión y su forma de crear una comunidad va acorde a los lineamientos de la naturaleza. La población prehispánica de los andes venezolanos, o sea la indígena, estuvo compuesta de muchas tribus, con costumbres y dialectos distintos, aun cuando en todos predominaban elementos lingüísticos de los arahuacos y caribes de Venezuela y de los chibchas o muiscas de Colombia. Soñaban como el resto de los hombres de la tierra y tenían sus dioses, sus fiestas, sus amores, sus tragedias.
Donde hoy se encuentra el pueblo de San José de Bolívar, en sus inicios tuvo morada una raza noble indígena de nombre Babukenos. Babukena es un nombre que deriva a la traducción castellana como: Lugar donde hay agua o lugar de las aguas. El nombre Babu deriva de una diosa y a la vez de una princesa indígena que nace en el principio de esta cultura aborigen. La terminación “quena o kena” es tomada como aldea o lugar de asentamiento.
Esta comunidad indígena era gobernada por medio de caciques antes de la cruel conquista española. Este primer capítulo de la historia indígena del Río Bobo, hoy San José de Bolívar, se pierde en la mitología oral, esta época ha sido reconstruida a partir de relatos dejados por nuestros abuelos en la oralidad.
Las tribus que poblaron en el pasado al Táchira, hicieron oposición a los colonizadores y conquistadores españoles, quienes en su afán de conseguir ciudades perdidas, llenas de oro saquearon, violaron y mataron el territorio indígena. El Táchira por supuesto no fue la excepción. La búsqueda de una mítica ciudad llamada Cania, nombre proveniente de los indios Kenia, quienes para este momento habitaban esta región andina.
En el valle del lugar de las aguas o Babukena, se da una historia entre una princesa indígena de nombre Babu y un aferrado guerrero de nombre Sumusica, quienes enmarcan una de las historias más hermosas que escuche en mi niñez:

BABU, Princesa del lugar de las aguas

Hemos de dar inicio a esta historia recordando que en el calendario de los blancos, en el año 1492, Cristóbal Colón, desde su mundo, llamado España, se había abierto la puerta marítima al encuentro de dos mundos, dos continentes. Lo que hoy conocemos como La Grita, ubicada en el estado Táchira, era llamado para ese tiempo Humogría. En nuestra población se asentaba una tribu aborigen de nombre Babukenos, el lugar estaba rodeado por lagunas de origen glaciar, al otro lado del primer río - hoy conocido como Río San Antonio - estaban los Caricuenos o “aldea del lugar del águila”. Más allá del segundo río - hoy Río Bobó - vivían los indios Kenikes (actualmente se conoce como Queniquea).
En la pequeña tribu Babukena el jefe de la aldea había anunciado, que allí se construiría la aldea a su hija Babu, quien estaba comprometida con el gran guerrero Sumusica. El jefe de la aldea caminó sobre aquel valle, después de unas horas, comprobaron que era una tierra fértil donde abundaban el agua dulce y los animales silvestres. Decidieron establecerse allí, en el sitio que más tarde se llamaría Babukena (lugar de las aguas).
Lo primero que hicieron fue construir chozas y casas de adobe. Conforme pasaba el tiempo se organizaban mejor: se dividían las tareas y cada uno colaboraba en el bienestar común de la aldea. El buen jefe del gran río trabajaba con su gente y les estimulaba a aprender más cosas, aprendieron a hacer chicha de maíz, cultivaron la yuca, sembraron el tabaco y el palmito, y jamás faltaban en las fiestas la cerveza de maíz enfuertado. Otros confeccionaron trajes de pluma, de un ave llamada paují, tejieron canastas con juncos y raíces. En días de fiesta se maquillaban su rostro según la labor que desempeñaban con colores extraídos de plantas y polvos de piedra azuladas, otros se dedicaron a la pesca y otros a la caza. El chaman o medico brujo, llamado Gran Oso, celebraba cada treinta lunas el ritual a los dioses. Todos estos primeros habitantes enseñaron a sus hijos y estos a los suyos. Con el tiempo la aldea se hizo más grande. Y la figura de Babu tomó un poderoso significado.
Pero algo les preocupaba a los aldeanos y no les dejaba vivir tranquilo: El rostro de Babu, su princesa y próxima reina reflejaba una tristeza que ella misma no sabía disimular. Nadie entendía por qué, sólo Gran Oso, que con sus cantos a los dioses y estudios a los astros, descifró el sueño de Babu como una gran catástrofe, Babu había soñado que al valle llegaban hombres vestidos de metal con armas que escupían fuego y mataban a su gente.
Una mañana Babu desapareció. La buscaron en su casa, en los alrededores, pero todo fue en vano…

El llanto de Sumusica

La pena se había apoderado de la aldea. Nadie había vuelto a dormir desde la noche que desapareció Babu. La tribu permanecía en llanto, fuera de sus chozas la gente la esperaba, pero Babu no regresaba. El llanto de Sumusica estremecía al cielo, el gran Jefe no sabía dar respuestas a su pueblo, y sólo Gran Oso parecía saber porque había desaparecido la princesa. Hubo algunos como Pequeño Río que salieron a los caminos, a diversos lugares, a otras aldeas, sin detenerse en su andar, pero no hallaron a Babu. Sumusica con el corazón partido salió en busca de su amada, se adentro al páramo y sus gritos estremecían las cumbres andinas. El espíritu de su padre el Gran Tormenta lo acompañaba y ni el hálito del frío, ni la neblina, ni el mismo cansancio podía detenerle. Había partido hacia Mictlan, el lugar de la Oscuridad, de allí habían venido sus antepasados.
Fue más allá del territorio de los Humogría, llegando a la aldea de los indios de nombre Lobateras, Sumusica pregunto por Babu, pero nadie supo darle respuesta. Sumusica siguió el rumbo del dios Viento y lo traslado a otra aldea de nombre Capachos, esta tribu no era como la suya que se dedicaba a la pesca, era una aldea artesanal, donde el barro era su principal benefactor y de cuya materia prima hacían chicaritas y jarrones. Sumusica fuerte como el río no descansaba y seguía su andar, en cada aldea relataba la historia de su amor inmortal a Babu, y lo que le escuchaban, aprendían a querer y admirar a aquel guerrero indígena.
Volvió al Páramo y decidió seguir el camino del dios Cóndor, en las noches tenía sueños con Babu abierta de brazos; le invitaba a seguirle en un paraíso que el jamás había percibido. Retornó a Babukena, el Gran Jefe había caído enfermo y todos se peleaban por el poder al trono. Sumusica desafió a todos, los nombro traidores y cobardes y los traspasó con su lanza, su principal aguerrido era el Guerrero Alma Negra, quien decía ser descendiente de la eterna noche, reclamaba su derecho a la corona. Sumusica le venció y lo exilió más allá del lugar de las ciénagas. Así reapareció la paz, la quietud a la aldea, pero Babu no había vuelto.
Gran Oso mientras, oraba, a sus dioses el Sol y la Luna para que protegiese a Babu. Sumusica colocó a enfuertar guarapo de chicha. Hasta caer borracho la tomo, entre sueños volvía a observar a Babu, pero esta vez más lejos y aparecían hombres vestidos con pieles de metal y armas filosas que mataban a sus hermanos. Allí aparecía una mujer rubia como el sol, con los ojos del cielo, le curaba sus heridas y le amaba. Sumusica despertó y observó al Gran Jefe en reunión con los ancianos del pueblo. Babu según ellos había sido robada por los dioses y según ellos esa lluvia que traía la tarde era el espíritu de la princesa rebelde. Sumusica subió al Gran Lajón y lanzo un grito despampanante que retumbo en la cordillera de los Andes. Volteó, observó a su aldea por ultima vez y se marchó. Aquella noche la lluvia llenó arroyos, ríos y formó grandes lagunas, fué así como nació el Páramo de La Cimarronera, y la laguna más grande vertió un gran río al lado de la aldea. Los ancianos dijeron que la princesa se había transformado en esa Laguna, en Babu o Lugar de las Aguas. Empezaron desde ese día los rituales del pueblo de las aguas: Babukena.

El indio y la española

Sumusica llegó al Lajón, antes de partir quería ir allí, donde había varios indígenas trabajando en la mina de sal, para preparar la gran noche del ritual a Chía, diosa de la noche, encargada de dar luz en la oscuridad.
Sumusica tomo un puñado de sal, blanca como Chía y la introdujo en una mochila. Despidió a su gente y tomó la ruta a Humogría. Babú debía de estar en ese camino. En Humogría se enteró que unos extraños hombres blancos merodeaban los contornos, atravesaban el llano, la montaña y otros arribaban por las lagunas, cruzando los bosques, se adentraban por los valles. Parecían dioses con el fuego en la mano, montados en unos desconocidos animales. Eran crueles y llenos de codicia y violencia. Los indígenas los miraban con asombro y después con horror. Les quitaban su maíz y su papa, les ultrajaban sus mujeres. Se apoderaban de sus prendas de oro. De nada servían sus flechas o sus macanas.
Pero esos dioses no eran inmortales, también morían y su sangre era del mismo color de onoto, como los de su raza. Sumusica, se había aliado a Lacurias, jefe de los aborígenes humogrios. Sus gritos de guerra hacían temblar al invasor. Sumusica, se preguntaba si Babú había sido asesinada por ellos. Sumusica se lanzó a la batalla al lado del guerrero Siboruco, pero un arma de fuego le traspasó el costado, Sumusica cayó, no se movió más.
Cuando abrió sus ojos se encontró amarrado de pies y manos, trato de liberarse. Una diosa con los ojos azules como el cielo le hizo recostarse, ella le curaba sus heridas. Sumusica vio en ella la misma fuerza de Babu. Ella era María Magdalena, una española, le cuidaba, Sumusica sería llevado como regalo al Rey de España.
Sumusica volvió a cerrar sus ojos, Magdalena le había tomado cariño, en su sueño volvió a ver a Babu, ya no estaba triste, su reflejo era el de Chía en ella. Cuando despertó, Sumusica estaba libre, Magdalena no le podía retener, ella se había enamorado del fiero guerrero, le ofreció sus labios. Sumusica le amó y le llevó con él al Páramo. Magdalena le daría un hijo, él llego a La Cimarronera, tomaron una canoa y allí en medio de la laguna dio a luz un niño, el dios Tormenta enojado con su hijo, lanzó un rayo y la canoa fue hundida, de la bruma de la neblina se formo el espíritu de una mujer, tomó en sus manos a Sumusica, a Magdalena y su hijo, los llevó a salvo a la orilla. Sumusica abrió los ojos, era Babu. Le había salvado.
Aún le seguía amando. Sumusica llevó a Magdalena a vivir al Lajón, su hijo llevo el nombre de Rafa (que quiere decir el salvado o nacido de las aguas), Magdalena le llamaría Rafael. Rafa sería instruido por Guata o hombre serpiente y el gran Kari o hombre águila, jefe de la tribu Caricuena.

Sumusica y el frailejón

Babu corría río arriba en aquel valle, Sumusica le sigue, tenía que darle alcance, faltaban pocos metros. El fiero guerrero la tomó entre sus brazos fuertes, como el dios Sol. Abrasados en un calor que quemaba, era su corazón. La besó y la princesa se dejó caer entre sus brazos. Fuego. Una llamarada los estaba cubriendo. Sumusica despertó. Estaba sudando. Tenía fiebre.
El pequeño Rafa jugaba con Karí, el hijo de la tribu Caricuena o aldea de las águilas. Según los ancestros aquel había sido el primer lugar en ser poblado. Los dioses habían sido bondadosos con aquellas tierras. El piache vaticinaba a Rafa como un gran guerrero que liberaría a su pueblo de los hombres blancos malvados. Rafa sería criado en la aldea de las águilas. La muerte de Magdalena en el Páramo de La Cimarronera había sido otro duro golpe al corazón del guerrero Sumusica. Sólo la esperanza de encontrar a Babú lo mantenía con vida.
Humogría había sido tomada por los blancos, el cacique Lacurias, el guerrero Siboruco y sus hombres se resistían al conquistador, se internaban en los páramos del Batallón y la Negra, otros en las montañas cercanas a la laguna Brava.
Sumusica observaba a Chía. Era una hermosa noche, Chía se reflejaba en la laguna del corazón, donde el fiero cacique volvía a tomar votos de amor a su amada Babu, se pintó su rostro con sangre de cóndor y se internó en la laguna. El cuerpo desnudo del gran guerrero se incrustó a Chía y dejo entrever su silueta.
A la siguiente noche al ritmo de tambores se realizó el gran ritual a Chía, todos probaron la sal y se bailó alrededor de una fogata, detrás de la montaña del Lajón. Aquella noche llegó una llamada del cacique Corica. Lacurias había muerto, él había ascendido al trono, su hermano Gualcaba recomendó a Sumusica por su sabiduría de la guerra. El nuevo jefe de los indios Grita se estaba preparando para la guerra fría contra los blancos. Sumusica se colocó la indumentaria de príncipe Babukeno y colgó a su cuello un collar de lagrimas de agua, para llevar consigo a Babu. Besó al pequeño Rafa y se lo encomendó a Nissep y a Huissi, los ancianos venerables del pueblo, el padre y la madre de la aldea. Sumusica partió a la guerra fría. El enfrentamiento fue cruel y valeroso pero una lanza traspasó el pecho a Sumusica, derribándole en el campo de guerra.
El príncipe guerrero sintiéndose herido de muerte dejó el campo de batalla, con una mano en el pecho, sosteniendo el brote de sangre. Caminó mucho y llegó frente a la laguna Babu. Allí en el centro de la misma estaba Babu esperándolo.
Sumusica se tambaleó y cayó al suelo. La tierra se mezcló con la sangre del indio. Un viento cubrió de arena el cuerpo del guerrero y de él brotó una planta, a la cual los aborígenes llamarían con el tiempo; Frailejón.
Fue así como Sumusica se transformó en la montaña del eco y del gélido viento y surgió alrededor de la laguna de Babu (hoy laguna del Río Bobo). Al fin la pareja amada estaría unida hasta que se acabara el tiempo.

RAFA, el nacido de las aguas

Tiempo después, en la ciudad del Espíritu Santo se empezó a rumorar la presencia en las montañas de un indio rebelde con nombre español, ese era Rafael.
Después de morir su padre, Rafael fue criado por los caricuenos. Cuando cumplió la edad de hacerse hombre, Rafa partió a Babukena, a reclamar el derecho al trono, lo acompañaba Karí, el hombre águila. Al llegar al valle la tristeza fue grande. Su tribu había sido destruida y sólo más allá del río quedaban algunos rastros de una aldea de nombre Kenikes. El Lajón que había sido la montaña sagrada de su pueblo estaba desolada y la sal de Chía había desaparecido. Estaban por marcharse cuando algo se movió en los arbustos.
Lo siguieron, era uno de su raza. Su nombre era Guata o hombre serpiente, era un medico brujo u hechicero. Se arrodilló a su soberano.
En la ciudad del Espíritu Santo corría la leyenda que ese indio Rafael era el único que conocía el lugar o la entrada a una Viga de Oro. Los españoles codiciosos se internaron a la montaña en su búsqueda, en la comitiva iba un indio traidor, su nombre Alma Negra. Era aquel guerrero que Sumusica había exiliado a las ciénagas. El convenio con los hombres blancos era buscar a Rafael, así se vengaría. Rafa aprendía cada día más de la naturaleza y de sus amigos Karí y Guata. Él debía sobrevivir, era el último de su raza, debía permanecer al tiempo para que la historia de su pueblo nunca muriera.
Un paují sé posó sobre el hombro de Rafa, Karí estaba casi seguro que Rafa tomaría a su hermana como esposa real, y con ello, nacería la nueva dinastía del pueblo de las aguas, el clan de las águilas recibiría con gran orgullo aquella unión.
Pero el destino era otro. Un ruido entre la maleza hizo que el Paují volara y se perdiera en el azul cielo. Allí había alguien. Rafa tomó su cerbatana.
Pero ya era muy tarde, estaban rodeados. Allí en el medio, junto a ellos había un guerrero indígena, un traidor, se reía a carcajadas. Guata intentó huir pero una flecha de fuego traspasó su espalda, y muere. Ellos querían saber del gran tesoro, Karí se abalanzó sobre ellos, y muere al recibir un tiro en el corazón.
Rafa no les iba a permitir aquello, lanzó un grito guerrero pronunciado por su padre y traspasó con su lanza al indígena traidor, pero una espada se había internado en su corazón valiente, muriendo así el último guerrero de la sangre Babukena aquel día que se pierde en el tiempo.
Rafa miró al cielo, un cóndor le surcaba. Ahora volaba al lado de Karí, el águila, que trataba de atrapar a Guata, la serpiente, en tierra. Rafa se había transformado en el cóndor andino que se posaba en algunas ocasiones en la montaña Sumusica.

A partir de allí empezó la edad de los metales en el valle, lo que se conoce como primera fundación, el pueblo fue bautizado “Valle del Espíritu Santo”, llegaron algunos españoles con enmiendas reales y se hicieron dueños del lugar de las aguas (De las crónicas de Sumusica, en el Libro de las Aguas, I Manuscrito. José Antonio Pulido Zambrano).
De allí que San José de Bolívar puede contar en los inicios de su historia envuelta en el manto del mito nombres como: Babu, Sumusica, Rafa, Kari, Gran Oso, Pequeño río, María Magdalena, Alma Negra, entre otros.
Es así como se empieza a escribir la primera página de la historia local del poblado. Sobre la población indígena babukena se colocan los primeros cimientos de la historia de este pueblo.
Aún cuando este mito es una reconstrucción literaria por el autor, recoge datos y aportes fundamentales para explicar esta parte de la historia indígena a los niños de la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez de primer a tercer grado.
Aquí se puede discernir que en el principio de nuestra historia local sólo los indígenas babukenos vagaban y vivían en ese valle. Muy pocos eran los que allí vivían, llegó la conquista y muchos de ellos murieron. España había fragmentado al nuevo continente. Desde ese día todo cambio. Y “las trochas indias, que marcaron sus rumbos por todas aquellas serranías. Después fueron los caminos de los blancos” (Castillo Lara, L. La Grita. Tomo II. Pág. 59).
Al principio – señala Pulido (13 – abril – 2007) - el hombre conquistador tomó posesión del cielo y la tierra. Y dejo la tierra desierta y sin nada, los abismos se cubrieron de tinieblas y el espíritu de los dioses indígenas aleteaban sobre la superficie del lugar de las aguas que no era otro que el espíritu de lo que representa Babu, y que hoy es nuestro máximo símbolo: El agua.
En 1578, Francisco Cáceres estableció sitio para hatos vacunos y pastos comunes para el ganado menor: “…Hánse dado por atos otros en el pie del páramo del Valle del Espíritu Santo a Marcos Pérez y a Francisco de Sosa” (Archivo Parroquial Iglesia Matriz de La Grita. Libro Racional ).
En 1601 - como se señaló antes - el Juez Pedro de Sandes dicta crear un pueblo en el “Valle del Espíritu Santo, y debía hacerse la iglesia en el Llano pasando el río. A ella acudirían el pueblo de Queniquea de Gabriel de Anguieta y otros encomenderos” (Castillo Lara, Lucas G. Pág. 156 ).
Esta ruptura en la historia se debió manifestar en el Valle, donde se empezó a efectuar un cambio radical, todo debió ser distinto. Los estudios llevan a plantearse que el “Valle del Espíritu Santo, reunía las encomiendas del Capitán Anguieta, Pedro Alvarez de Castrillon, Diego Mexía, Francisco Cabrera de Sosa y María Avila” (Castillo Lara, Lucas G. Pág. 156 ).
En 1635 el fraile Joaquín Moscón informa a la Provincia de Santa Fe que “no han podido cumplirse las órdenes del Visitador de poblar los pueblos de indios” (Castillo Lara, Lucas G. Pág. 161), ya que los encomenderos – señala Pulido (13 – abril – 2007) - no permiten adoctrinar a los indios, los esconden y le colocan trabajos forzados. Con el tiempo llegará a la región un gran hombre: Antonio Bernabé Noguera, todo un señor estudiado en Letras, Doctor en Jurisprudencia de la Universidad de Madrid y estudios avanzados de Medicina (Castillo Lara, Lucas G. Pág. 96), y se adueño del Valle. “El Dr. Antonio Bernabé Noguera polarizó la inquina del pueblo. En diversas actuaciones aparece manifiesto ese odio popular… Joseph Salvador Cardozo, vecino de La Grita, dirige un largo y quejoso Memorial al Gobernador de Maracaibo acusando a Noguera. Decía que desde hacía veinte años, en unión de otros vecinos, se metieron en la montaña y sitio de Río Bobo. Allí cultivaban unas sementeras de trigo, maíz, arvejas, caña dulce, plátanos, tabaco y otras mieses. Cerca tenían también sus hatos de ganado el Dr. Antonio Bernabé Noguera y José Andrés Sánchez” (Castillo Lara, L. Pág. 149).
Pero este percance desaparece mediante la enmienda real en el año de mil setecientos noventa y tres, al comprar el Valle del Espíritu Santo por 60 pesos, Allí se señala: “Nosotros don Salvador Ignacio Escalante, José María Duque, Raimundo Roa, vecinos de esta ciudad de La Grita agrimensores nombrados por el ilustre Cabildo, para el reconocimiento, mensura y abalúo de las tierras pretendidas por Don Ramón García, en el Valle del Espíritu Santo hoy nombrado Río Bobo…” Libro Becerro. BATT. Yarietza Lugo. Transcritora (1998).
Explica Lucas Castillo Lara (1976: 149) que los vecinos del Río Bobo eran muy pobres, menos Noguera, señor y amo del valle… “Por eso cuando en en 1793 el Cabildo del La Grita sacó a Composición esas tierras realengas, sólo Noguera las obtuvo. Después comenzó a desalojarlos y apremiarlos sin pagarles sus bienes, por lo cual muchos vecinos se marcharon a otros sitios”.
El doctor Antonio Bernabé Noguera se hizo el Dios y el Diablo del valle - señala Pulido (20 – febrero – 2007). Enseñó a los aldeanos y esclavos a decir luz al “día” y a las tinieblas “noche”. El escritor José Antonio Pulido establece una estructura de familias, en las que según se formó el pueblo: El primer día nació y se creó un hato en el valle del Espíritu Santo, ese día llegaron al valle la familia de los “Caballeros Noguera”, la dinastía del poder. Corría el año 1773. Con ellos llegó la fuerza, la política y la maldad, pasó de llamarse Valle del Espíritu Santo a Río Bobo. El Dr. Antonio Bernabé Noguera dispuso organizar el valle como una gran finca donde cultivaba tabaco (En 1800, en el partido número diecisiete, que incluía a Queniquea y Río Bobo, señala a Raimundo Roa como comisionado de una Cooperativa de Tabaco, y los siguientes socios: Juan Evangelista Carrero, José Antonio Zambrano, Andrés Chacón, Pablo Roa, Vicente Guerrero, Cecilio Pérez, Lucas Ramírez, Isidro González, Juan Bautista Gómez, Antonio Zambrano, Wencelao Moreno, Pedro Pablo Sánchez, Enrique Roa, Eugenio Vivas, Gregorio Liverto, José Ramírez, José Carrillo, Juan Crisóstomo Moncada, Vicente Gomes, Feliciano Pulido. Tomado del Archivo Histórico de La Grita. Tomo XXXI. Legajo N° 6.-), entre otros rubros agrícolas y ganadería de leche y cría.
El segundo día se presentó la familia Vivas, con ellos venía un sacerdote, el reverendo Joséf Casimiro de Mora, esté fue enviado al Valle por el Obispo Hernández Milanes para crear una Capilla en el Río Bobo y otra en la Mesa de Queniquea. Ellos, los Vivas trajeron el culto y la religión, corría el año mil ochocientos siete. Sobre un cementerio indígena se construyó la primera capilla al Dios de los cristianos en este lugar de las aguas, allí existía las ruinas de un viejo Monasterio. Esta capilla fue echada abajo luego por los Noguera.
El tercer día llegó la aristocracia al pueblo, los verdaderos mantuanos, se aparecieron en el Valle la familia Pulido, y con ellos llegó la pulcritud, la elegancia a la región, los primeros maestros de Letras. Con ellos vino también la familia Ramírez. Era el año 1800, Don Feliciano Pulido siembra cuatro mil plantas de tabaco. Su padre Thomas Pulido se dedica a la agricultura. José Florentino Pulido, hijo de Don Joaquín, se casa con María Casimira Ramírez. Los Pulido llegan a la aldea de Buena Vista, traían consigo una espada, el escudo de la heráldica de su familia y un acta masónica que le relacionaba a una secta a la que pertenecía el mismo libertador (El libertador Simón Bolívar había ingresado a la masonería en un rito escocés, practicado en la ciudad de París el 27 de diciembre de 1805 y en enero de 1806 ascendía al grado de maestro. Esta escuela también se radicaría en Castilla la Nueva, en Asturias y en los pueblos vascos).
Tienen tierra los Pulido en el Río Bobo como lo confirma el Libro Matríz de la Iglesia de Queniquea. A finales de 1882 por enfrentamientos en Queniquea como señala manuscrito de José Saturnino Peñalosa encontrado en los Archivos del a Alcaldía del Municipio Francisco de Miranda (A. H. S. J. B. Riobobense, Año 7. N° 30. Diciembre 2004). se radica en el Río Bobo Don Ramón de Jesús Pulido (Ramón de Jesús Pulido nació en Buena vista en 1828 como señala su acta de Bautizmo en Queniquea: Libro V. Folio 25. Partida N° 231. “En la Fundación de Nuestra Señora del Rosario de Queniquea a 25 de marzo de 1828. Yo, el cura interino bautice solemnemente puse oleo y crisma aun niño de un mes de nacido a quién le nombre Ramón de Jesús. Hijo Legitimo de Florentino Pulido y Casimira Ramírez. Fueron sus padrinos Ramón Gomes y Bonifacia Ramírez, todos eran vecinos i les adverti en obligaciones. Doy fe. Pablo Antonio Morales”. Y muere en 1884, un año después de la fundación del pueblo), pilar fundamental de la fundación de San José de Bolívar.
El cuarto día emergió en el poblado una familia forjadora de trabajo, con bueyes y arados cultivaron la tierra, la sembraron y le dieron fruto. Ellos eran los Zambrano. José Policarpeo Zambrano y Magdalena Pérez forman una numerosa familia.
El quinto día llegó al pueblo un circo, lleno de predigitadores y saltibanquis, los primeros salones de juego, con ellos venían los Peñaloza y los Roa, gente muy alegre.
El sexto día se asomó en el pueblo una familia muy extraña, hijos del sol fueron llamados, eran los Francisconi que se instalaron en el lugar llamado La Colorada, el padre de esta familia se llamaba Miguel Francisconi, había venido del Estado de Lucas del Reino de Italia a forjar un destino en el nuevo mundo.
El séptimo día estalló en el país las revueltas y guerras civiles y al pueblo llegaría la familia Contreras, y con ellos vino la autoridad. Son los días de la guerra federal (1850 – 1860).
“Así fue creada - señala Pulido (2007) - por obra del espíritu de la conquista la población de Babu, que años más tarde llevaría el nombre de San José de Bolívar. Las neblinas jamás opacaran las páginas del pasado de la tribu Babukena. Su espíritu es el alma celestial de este valle”.


2.2.2 La Primera Fundación.Valle del Espíritu Santo (1785 – 1817)

Hacía 1785, en medio de un movimiento comunero – comenta Moreno (1982) que se asoma al Valle del Espíritu Santo, ya se habían asentado algunas familias, y se inicia con ello los primeros albores de este pueblo de los andes. En su mayoría todas las familias dueñas del valle vivían en La Grita, y esté valle funcionaba como una gran finca, en su mayor parte pertenecía al doctor Antonio Bernabé Noguera (1733 – 1818) desde que el Cabildo se las cediera de manera legal según una Cédula Real en 1793, y con la influencia de su hermano Don José Trinidad Noguera y Neira, Administrador de la Real Hacienda en La Grita. Se dan para esta época varios despojos de reces, en el contexto histórico que vivía el país, ya que el valle tenía un objetivo, el de ser un lugar de refugio hacía las constantes guerras que se avecinaban. A principios de 1800, en este valle bañado por el río Bobo y el río San Antonio – expone Pulido (2007) - se empieza agrupar una serie de vecinos en una comunidad, donde como se ha referido, antaño poblado por una raza indígena de nombre Babukenos, una zona que ofrecía seguridad y condiciones optimas para la agricultura y la cría.
Un dos de diciembre de mil ochocientos cinco llega a La Grita el obispo de Mérida Monseñor Santiago Hernández Milanés en una visita pastoral – expresa de manera tácita Castillo Lara -. Allí se le plantea la necesidad de crear una parroquia en El Cobre y otra en un lugar entre Queniquea y el valle del Río Bobo. Solicitud a la que el Dr. Antonio Bernabé Noguera se opone radicalmente. En una segunda visita del obispo Hernández Milanés en mil ochocientos ocho resuelve trasladar al padre José Casimiro Mora desde Bailadores a La Grita, donde debía encargarse de una capilla que iban a fundar los vecinos del Río Bobo y Queniquea. Para el sostenimiento del padre José Casimiro Mora, el obispo autorizó a llevar consigo la Capellanía de Bartolomé Carrero, que estaba radicada en Bailadores. El padre José Casimiro Mora obedeció la orden y cruzando los altos páramos en una mula se radicó en las cercanías del valle del Río Bobó. Allí se relacionó con un grupo de vecinos dedicados a sus labranzas, entre los cuales estaban: Thomas Pulido, Eugenio Vivas, Juan Andrés Chacón, Feliciano Pulido (Estos dos últimos cultivaban tabaco), Joaquín Pulido, Florentino Pulido, Ventura Castillo y Rafael Ramírez, quienes habían sido pioneros para que Río Bobó fuera escogido como sitio de la parroquia que se proponía fundar. Existían también algunas estancias de ganado mayor, de los cuales la parte más extensa era la del doctor Antonio Bernabé Noguera, quien se opuso a la construcción de la Capilla en el Río Bobo. Cerca de este Valle estaban otro grupo de vecinos de la Mesa de Queniquea, quienes auspiciaban la Capilla en este sitio. El padre José Casimiro Mora – puntualiza Pulido (2007) - enamorado del Valle del Río Bobó, pretende refundar la vieja capilla de tapias y techado de tejas, la tradición señalaba que allí existía un viejo cementerio indígena, así quedó fundado el Valle del Espíritu Santo en el año de mil ochocientos ocho.


2.2.3 El Valle del Espíritu Santo pasa al olvido y nace el poblado de Queniquea

Contra la historia no valen apreciaciones sentimentales decía el padre Juan Francisco Santos (1977); En el año 1817, siendo Obispo de Mérida Monseñor Rafael Lasso de La Vega, de quien dependía religiosamente el Táchira. Los de Queniquea, representados por Venancio Escalante, Enrique Roa, Antonio María Contreras, José María Morales y Manuel Sánchez, solicitan al Obispo que traslade la Capilla de Río Bobo al sitio de la Mesa de Queniquea, argumentando que la Capilla y la casa cural construida en 1808 por el Cura Casimiro Mora bajo la orden del Obispo Hernández Milanés no era céntrico y apropiado, quedando de este modo muy alejado de los vecinos de Queniquea, además que esta capilla había sido construida en contra del sentir de la mayoría de los habitantes que la querían en la Mesa de Queniquea. Esta solicitud agrada en gran medida al Dr. Antonio Bernabé Noguera, quién desde su construcción había estado en desacuerdo – esta Tesis la fundamenta el Doctor Castillo Lara.
Los queniqueos expusieron que la Mesa de Queniquea era llana, seca y con agua suficiente y abundante en tierras. Además los vecinos Enrique Roa y Antonio María Contreras ofrecen dar el terreno de la iglesia y pagar la congrua al cura y solicitan que nombren párroco a Pablo Antonio Morales, cuyos antepasados eran de los primeros habitantes de la Mesa de Queniquea. La solicitud es dirigida al Obispo por intermedio del Vicario Fernando José García, ordenado en 1787. García había llegado al Río Bobo en el año mil ochocientos catorce, cuando la pérdida de la Republica, perseguido por los españoles por su adhesión a la independencia, tuvo que refugiarse en las montañas del Río Bobo. El padre García inclinaba sus simpatías a favor de Queniquea e informa de manera favorable la petición, pero no todos apoyaban la solicitud de Queniquea – expresa Pulido (2007) - los rioboberos Thomas Pulido, Eugenio Vivas, Juan Andrés Chacón, Feliciano Pulido, Joaquín Pulido, Ventura Castillo, Rafael Ramírez y la viuda Doña Luz Márquez hacen sentir su descontento y desacuerdo. El 21 de diciembre de mil ochocientos diecisiete, desde Maracaibo, el Obispo decreta el traslado de la capilla de Río Bobo a Queniquea y convertida en Viceparroquia de Nuestra Señora del Rosario.
El Vicario Fernando José García en fecha ocho de abril de mil ochocientos dieciocho se traslada a Queniquea para continuar la construcción de la nueva capilla. Queniquea celebró con gran regocijo este paso decisivo en su comunidad - comenta Pulido (2007) - se estaba fundando Queniquea y los rioboberos desconsolados volvían al anonimato y al olvido hasta mejores tiempos. A pesar de los contratiempos históricos, no deja de ser honroso para nuestro pueblo el haber ostentado la primogenitura cívica – religiosa de esta zona (1807 – 1817). Al año siguiente, en 1818 muere el Dr. Antonio Bernabé Noguera a la edad de 70 años. A mediados de 1870 – señala Pulido (2007) viene a vivir al Río Bobo Don Jesús Vivas, en 1880 se instala en el poblado Don Ramón de Jesús Pulido, hijo de Don Florentino Pulido, pilar fundamental de la segunda fundación. Pionero también de la segunda fundación fue Don Miguel Franchescony, quien llega al pueblo en el año de 1879 y se establece en la aldea La Colorada.


2.2.4 San José de Bolívar, la segunda Fundación

Muchos años después los descendientes de aquellos primeros fundadores se dieron a la tarea de culminar el sueño de sus ancestros. Y el jueves 15 de febrero de 1883, los vecinos del Río Bobo redactaron el acta de la segunda fundación, cambiando el nombre a San José de Bolívar, San José le pondría el Sacerdote Fernando María Contreras (quién será tío y tutor de Eleazar López Contreras) y se agrega “de Bolívar” por petición de Don Ramón de Jesús Pulido, por estarce celebrando el Centenario del padre Libertador. La junta principal estuvo presidida por: Rafael Contreras Duque, Ramón de Jesús Pulido, Rafael Chaparro, Evaristo Peñaloza, Miguel Francisconi, Reyes Roa y Antonio Vivas, con cincuenta y siete vecinos más. Como secretario para asentar los hechos funcionó Don José Gregorio Pulido.
Es conocido que don Ramón de Jesús Pulido, vivía para aquella época en Queniquea y poseía terrenos en Buena Vista y el Río Bobo. Según Horacio Moreno, y que luego ratificará el Documento histórico de José Saturnino Peñaloza: “sería Don Ramón de Jesús Pulido quién dará las bases de la fundación del pueblo San José de Bolívar, después de pleitos muy fuertes y sangrientos con los queniqueos, y del cuál saliera herido uno de sus hijos”.
A mediados de 1882 se instalara en el valle del Río Bobo Don Ramón de Jesús, hijo de José Florentino Pulido. Don Ramón de Jesús era un ser letrado, adelantado a su tiempo, y como señala el documento de Peñaloza: “Dispuso, pues Ramón de Jesús Pulido - y esto si fue cuerdo - que se edificara una iglesia y cementerio, cuyos trabajos debían seguirse muy pronto y con actividad para él ser tierra de este lugar, pues había jurado no volver a Queniquea”. Él era el último – expone Pulido (2007) de una estirpe gloriosa, quería darles a sus descendientes otro lugar de asentamiento. El potencial agrario, cafetalero y ganadero seguía infundiendo fuerza a los pobladores del Río Bobo.
Fueron muchos los que creyeron que el diablo había descendido al valle del Río Bobo por tanta problemática, desde el 18 de mayo de 1875, cuando un terremoto asedio la zona. Ello dio más valor a seguir el nacimiento del pueblo y la herida en la rencilla de Queniquea contra Pedro Juan Pulido Zambrano, fue la gota que derramó el vaso.
Ya para 1870 vivía en el Río Bobo Don Jesús Vivas, dueño de la mayor parte de la planicie de aquel lugar. Este vendió parte de sus tierras para empezar a edificar el nuevo poblado y la casa de habitación de Don Ramón de Jesús Pulido. Don Jesús Vivas dona los terrenos de la iglesia y Don Ramón de Jesús lo concerniente a casa cural y cementerio. Al Río Bobo en esos días llegó un italiano, llamado Miguel Francisconi, con nuevas visiones de mundo, estos tres hombres culminarían el sueño de sus ancestros, había transcurrido 65 años.
Esta idea de fundar un pueblo contó con la asesoría del padre Fernando María Contreras, párroco de Queniquea. Se trazaron calles y carreras, se planteó la posibilidad de un acueducto en lo más alto del valle, donde queda el topón, para que surtiera por medio de una callejuela el vital líquido a los habitantes.
Don Ramón de Jesús Pulido murió en 1888 sin ver su casa de habitación terminada y sus restos fueron enterrados en la nueva iglesia a petición de los rioboberos. Había muerto el patriarca. Recuerda el Dr. Lubin Pulido (2007) que “en la iglesia de nuestro pueblo, entrando por la nave de la derecha, al fondo, en la capilla que estaba cerca del altar mayor, el suelo estuvo cubierto con lápidas de mármol blanco y letras doradas; entre ellas destacaba una grande en los que se veía una plomada y un cincel, debido a que el fue el constructor de aquel templo y allí decía: “Yacen aquí los restos del gran benefactor del Río Bobo, Ramón de Jesús Pulido Ramírez. 1828 – 1884”.
En el terremoto de 1929 los restos de Don ramón de Jesús Pulido fueron llevados al cementerio de la comunidad. Habían transcurrido sesenta y cinco años, Río Bobo había sido delegado al olvido. Por ello los vecinos de este valle acordaron reunirse para fundar un pueblo nuevo. Esta junta contó con la asesoría del Padre Fernando María Contreras, párroco de Queniquea. Don Jesús Vivas donó los terrenos para la iglesia y Don Ramón de Jesús Pulido legó los terrenos para la casa cural y el cementerio. En la mañana de un quince de febrero de mil ochocientos ochenta y tres se reunieron los vecinos rioboberos, estaba surgiendo de las cenizas de Babú un nuevo pueblo. El acta de fundación se trascribe con la ortografía original, tal cual, a continuación:

“En el sitio de Río Bobo que de hoy en adelante se denominará San José de Bolívar, a quince de febrero de mil ochocientos ochenta i tres, reunidos todos los vecinos de este sitio juntamente con los vecinos del partido de San Antonio; y la amable asistencia del venerable Cura Fernando María Contreras, y el objeto de esta reunión: el hacer la reedificación de un templo que anteriormente había en este sitio destruido hace muchos años; considerando que por la mucha distancia en la mayor parte de los vecinos, por lo intransitable de los caminos, mayormente en el tiempo del invierno carecemos muchas veces de los auxilios eclesiásticos y de oír la palabra divina. Como también honrar y venerar aquel punto que anteriormente fue consagrado al culto del señor. Pues para emprender este trabajo y que se lleve a cabo , nombramos una Junta compuesta de siete vecinos y son los señores siguientes: Rafael Contreras Duque, Ramón de Jesús Pulido, Rafael Chaparro, Evaristo Peñaloza, Miguel Franchescony, Reyes Roa y Antonio Vivas; esta junta que dejamos nombrada la autorizamos plenamente con todas sus fuerzas y derechos para que se ejecuten y hagan ejecutar, para que cumplan y hagan cumplir en la realización de este trabajo y para que deliberen sobre el asunto de los gastos y útiles, para las distribuciones a continuación y disposición de dicha obra, con esto concluimos esta Acta de Nombramiento y firmamos en este mismo sitio i en esta misma fecha los que sabemos y los que no, lo harán a su ruego”. José Gregorio Pulido. Secretario.

Por ruego de José Eufrasio Pulido, Rafael Guerrero y Antonio Roa, por no saber firmar i por mí: José Domingo Pulido.
Por ruego de Natividad García y Rubén Moncada, por no saber firmar i por mí: José Saturnino Peñaloza.
Por ruego de Félix Peñaloza y Liberato Vivas, por no saber firmar i por mí: José Baldomero Roa.
Por ruego de Félix Mora, Concepción Araque y Bautista Chacón, por no saber firmar i por mí: Estevan Chaparro.
Por ruego de Matías Vivas, por no saber firmar y por mandato de mi padre Jesús Vivas i por mí: José Isaías Vivas.
Por ruego de Ramón Guerrero, por no saber firmar: Estevan Chaparro.
Por ruego de Juan Chaparro, por no saber firmar: José Saturnino Peñaloza.
Por ruego de Juan Antonio Contreras, por no saber firmar: José Saturnino Peñaloza.
Por ruego de Leandro Pernía, por no saber firmar i por mí: Ambrocio Araque.
Por ruego de Esteban Sánchez, Rudencio Vivas y Froilan Parra, por no saber firmar i por mí: Juan Epifanio Pulido.
Por ruego de Eugenio Escalante, Alejandro García y Carmen Pernía, por no saber firmar: Miguel Franchescony.
Por ruego de Saturno Guerrero y Gervasio Moncada, por no saber firmar:  Miguel Franchescony.
Por ruego de Juan Evangelista Vivas y Juan Vivas por no saber firmar: Ambrocio Araque.
Por ruego de Juan Antonio Roa, Felipe Guerrero, por no saber firmar: Juan Epifanio Pulido.
Por ruego de Manuel Méndez, Juan de Jesús Guerrero y Juan de los Ángeles Vivas, por no saber firmar: Ambrosio Araque.
Por ruego de Juan Crisóstomo Jaimes i por mí: Salomé Caicedo.
Por ruego de José de la Cruz Escalante y Mateo Roa, por no saber firmar: Toribio Sánchez.
Por ruego de José Presentación Zambrano, por no saber firmar i por mí: Antonio del Rosario Pulido.
Por ruego de Juan Gabriel Vivas, por no saber firmar i por mí: José Gregorio Rojas.
Por ruego de Dolores Roa, por no saber firmar i por mí: Antonio del Rosario Rojas.
Por ruego de José Anacleto Araque, por no saber firmar i por mí: José de la Cruz Sambrano.
Por ruego de Gabriel Chacón, por no saber firmar: Ambrosio Araque.
Por ruego de Gregorio Parra, por no saber firmar: José Gregorio Pulido.

Ese día histórico se retomaba un proyecto que ya se creía muerto en el Valle, volver a edificar la capilla y la plaza, pues estos eran símbolos de fundación de un poblado. Y aún hay más. Según el documento citado, o sea la acta de fundación, descubierta por Doña Ana Manuela Paz, al día siguiente se redactó otro documento para conformar una Junta, ya se había dado nombre al pueblo y se había trazado el plano de construcción del mismo. Para emprender el trabajo de la iglesia se nombró una junta compuesta por siete vecinos de este hermoso valle: Rafael Contreras Duque, Rafael Chaparro, Evaristo Peñalosa, Ramón de Jesús Pulido, Miguel Franchescony, Reyes Roa y Antonio Vivas, apoyados por cincuenta y seis vecinos más, el documento – según Moreno (1982) dice así:

“En el sitio que desde hoy ha de llamarse San José de Bolívar, a dieciséis de febrero de mil ochocientos ochenta y tres, reunidos nosotros los que componemos la junta nombrada por los vecinos de ambos partidos (El de San José y San Antonio), con el fin de hacer nuestra aceptación que en nosotros han confiado para la reedificación del templo que pensamos hacer y demás asuntos concernientes a esta fábrica, nosotros en cumplimiento de nuestra promesa legal ofrecemos cumplir fiel y verdaderamente con las atribuciones que en nosotros han delegado nuestros vecinos, y con esto firmamos la presente aceptación en esta misma fecha. Rafael Contreras Duque, Miguel Franchescony, Ramón de Jesús Pulido. Por ruego de Rafael Chaparro, por no saber firmar y por, Evaristo Peñaloza, - Antonio Bernabé Vivas.

En el mismo día procedimos a formar nuestros reglamentos y es el siguiente: que se reuniera la junta cada ocho días o cuando lo hayan conveniente el presidente o vicepresidente o cualquiera de los miembros de esta corporación para cualquiera resolución y queda nombrado para presidente, el ciudadano Rafael Contreras Duque. Para vicepresidente, el ciudadano Miguel Franchescony. Para Tesorero, el ciudadano Ramón de Jesús Pulido. Para recaudador, al ciudadano Rafael Chaparro, y nombramos para Secretario, al ciudadano José Gregorio Pulido y firmamos:

Rafael Contreras Duque, Miguel Franchescony, Ramón de Jesús Pulido, por Rafael Chaparro y por mí, Antonio Bernabé Vivas. Evaristo Peñaloza. José Gregorio Pulido. Secretario.-”

El veinte de febrero – comenta Moreno (1982) la junta comisiona al señor Antonio Vivas para cortar la madera en el cerro de Los Cedros, al lado de Juan Bautista y Ramón Chacón, Toribio y José de los Ángeles Zambrano, Gervasio y Lorenzo Moncada, Ramón Castillo y Francisco García. Ramón de Jesús Pulido, Evaristo Peñalosa y Ambrosio Escalante donan ocho mil tejas para el techado de la iglesia.

Los limites de San José de Bolívar quedan trazados desde el punto llamado Aliñadero de Simusica que seguirá por el cerro de la cumbre y por otro punto denominado El Portachuelo a la confluencia del río Bobo con el Río Samparote. Aguas abajo hasta el desemboque de estas con el Río Uribante siguiendo aguas arriba hasta la derechura de la cuchilla Arrabalosa y limites al saliente del Río san Antonio, buscando siempre los limites con Pregonero a encontrar con este punto a la limitación de los terrenos de La Grita, hasta el punto de partida.

El veintidós de diciembre de mil ochocientos ochenta y siete el estado reconoció el caserío del Río Bobo, como aldea San José de Bolívar legalmente constituida.

Para la elaboración de la imagen del patriarca San José – explica Pulido (2007) - fue elegido el artista plástico Don Atanasio Cárdenas, quién de un cedro creó la bella obra artística que reposa en la iglesia desde mil ochocientos ochenta y siete.

“En el año mil ochocientos ochenta y ocho, el cielo del Río Bobó amaneció gris y triste – expresa Pulido (2007), la muerte inesperada del Tatarabuelo Don Ramón de Jesús Pulido quién dirigía la fundación, sumergió al pueblo en congoja, pues era el primer difunto del nuevo y creado pueblo”. Señala Moreno (1982) que “el maestro merideño Luis Barrios construye la tumba en el cementerio para Don Ramón de Jesús Pulido”, dándole a la misma una forma colonial a la manera de la primera iglesia. Don José Domingo Pulido toma el papel de mayordomo para continuar la labor emprendida por su padre. “Esta muriendo el siglo XIX – expresa Pulido (2007) y el sueño de nuestros antepasados esta hecho, San José de Bolívar. Así nació el pueblo del confín del mundo, el pueblo de las aguas, San José de Bolívar”.


San José de Bolívar, en cien años de soledad (1900 – 2000).

Para cerrar el ciclo histórico, seguimos la cronología histórica que lleva en la actualidad la revista Riobobense (1998 – 2007). Es así como desde 1897 el señor Arístides Moreno se desempeñaba como Presidente de la Junta Comunal de la aldea San José de Bolívar. El pueblo sólo contaba con tres casonas alrededor de la Plaza, la reciente iglesia y la casa cural. Muchos de los aldeanos aún permanecen en sus fincas, muchos rehuyen al “progreso” del valle. Serán los tiempos donde la luz la da el astro rey, el sol, y en las noches de tinieblas las velas y las lámparas de aceite. Tiempos donde los niños se cobijan alrededor de los abuelos frente a los fogones para escuchar la historia local donde se da el duelo del Diablo y algún personaje de pueblo. Los rioboberos llevan dos alpargatas, una para las travesías y caminos y la otra para entrar a la iglesia.
A lo largo del siglo se produce en San José de Bolívar una importante operación ideológica, política, social, religiosa y literaria. Muchos nombres quedaran en el camino de los recuerdos en la evolución histórica del Valle. En el año de 1900, necesitando el pueblo la protección del campesinado, Don José Domingo Pulido Zambrano se traslada a Tovar y trae la imagen de San Isidro Labrador, que le haría Prioste del mismo, por treinta años, hasta el día de su muerte, esta imagen aún esta en el templo del pueblo. Un punto ya estaba trazado, el religioso, Dios estaba en el valle, ahora había que traer a los grandes maestros para educar a los niños del valle.
Ya bajo la protección de San José como Patriarca del Valle y de San Isidro como protector de los campos empieza a perfilarse la historia del Valle – explica Lubin Pulido (2007).
En el año de 1902 se nombra el primer Jefe Civil de Parroquia, al señor Marco Aurelio Chaparro, quien empieza a escribir la primera hoja histórica del siglo XX del pueblo. San José de Bolívar enrumba sus sueños de crear una aldea organizada, en 1904 fue elevado a la condición de municipio con el nombre de San José de Bolívar perteneciente a La Grita, ese mismo año el señor Jesús Contreras gestiona la creación de una escuela, lo que se hace realidad y en 1909 bajo la tutela del maestro Andrónico Rojas dicta las primeras lecciones en el valle. Se suma el nombre de los maestros: Hortensia R. de Sánchez y José Juan Méndez. Funciona por esta época la escuela varones por un lado y la de hembras por otro. Y fueron pasando los años, en la primera década el pueblo tiene técnicas muy rudimentarias, el transporte se lleva a caballos y bestias mulares por vías o caminos reales. La leña se ve en viejos fogones, las lámparas se encienden con aceite, no hay médicos, las comadronas traen los hijos al mundo, la medicina es rural, basada en medicamentos caseros, con base a hierbas. Son los días que una mujer guarda cama por cuarenta días después del parto, en un cuarto oscuro sin ver el sol. De 1900 a 1930 estos arquitectos del campo – expresa Pulido (2007) - estructuran al pueblo, perfilan sus calles y carreras, por todo el centro de la calle cuatro se construye una acequia por donde bajaba el agua, donde los pobladores calmaron las primeras necesidades del vital líquido, hasta la construcción del acueducto. Así como la carrera cinco recibió el nombre de “la Igualdad”. Los aldeanos se acercaban a misa los domingos cuando el cura párroco de Queniquea podía venir, así se fue animando la construcción de más casonas para poblar los alrededores de la plaza. Esta década estará sumergida bajo la barbarie de la dictadura de Juan Vicente Gómez, quién al parecer no tenía muchos simpatizantes en el pueblo, como todo poder de represión. El riobobero se internó en el trabajo del campo, las noticias llegaban al pueblo de forma esporádica.
Hacia 1904 José Domingo Pulido funda la aldea Los Paujiles, son los días que Domingo Pulido viaja a Cúcuta a llevar treinta monedas de oro a un pariente y esté familiar le desconoce por ir en alpargatas, por lo que la familia Pulido castiga con el olvido a José Ignacio Pulido. En Cúcuta Domingo Pulido compró un acordeón con el cual animaría las noches de parranda en Los Paujiles y el que le acompañaría hasta el día de su muerte. En 1905 San José de Bolívar – explica Constantino Guerrero - era apenas una población incipiente, contaba con diez casonas. Entre 1906 y 1910 los vecinos esparcidos en el campo van juntándose alrededor de la plaza Bolívar. Las alpargatas y la ropa de caqui son realizadas por las mujeres del pueblo. Los diferentes muebles son realizados por ebanistas y carpinteros del pueblo. Las casonas se acostumbraban construir de tierra pisada las paredes, el techo con cañabrava, barro y teja.
Entre 1909 y 1914 se afianza la instrucción pública con los primeros maestros de letras.En 1915 Don Estanilao Caro trae la primera Vitrola al pueblo, por esa misma época se funda la escuela de niñas bajo la dirección de la maestra Ludovina Duque; hermana del ilustre educador de Zea, Bachiller Roman Duque. En 1916 se da un eclipse en el pueblo, lo que alarma a sus habitantes pues se creía que era el fin del mundo, se lleva la imagen de San José a la plaza y se encienden muchas velas hasta que vuelve la luz del sol. De 1917 a 1920 crece la agricultura en el pueblo, son los jefes civiles Don Jesús Contreras y Emiliano Contreras.
En 1920 Don Luís Rojas Chaparro funda San Rafael y construye el primer Trapiche de la zona movido por bueyes. En los Paujiles se ven más arados en las tierras así como en la Mesa de Guerrero.
Por los años de 1923 – 1924, alrededor de la plaza surgen las ferias, cuando un grupo de vecinos decidieron cercar la plaza Bolívar con varas de guadua y soltar novillos para que los rioboberos toreen como en la madre España, la galantería empieza a percibirse en el pueblo, los hombres usan un gel especial en sus cabellos, sus sombreros desbordan de medio lado, llegan los primeros vals al pueblo en viejas vitrolas y uno que otro tango ya se deja oír en el valle en la oficina del jefe civil, quién de pies a cabeza se mantiene impecable. Entre 1921 a 1926 ocupa este cargo de nuevo el señor Jesús Contreras. Los jóvenes del valle se distraen con las peleas de gallos y otros juegos populares. El licor de alambique es la nueva novedad, antes el licor era fermentado de maíz con viejas estructuras indígenas, se fabricaba un licor parecido a la cerveza y costaba una locha el litro. En 1924 en el día de la Ermita de San Isidro Don Luis Romero interpreta el Clarinete y el viejo Domingo Pulido entona dos canciones con su acordeón, el padre José Moncada dicta la misa y lo que se recoge sirve para la compra de materiales para la iglesia.
En 1928 la población cuenta con 1.428 habitantes, que en su generalidad se dedican al cultivo del campo, de ellos 714 son varones y 770 mujeres, el jefe civil es el señor Olinto Chaparro, el presidente de la junta comunal el señor Francisco Noguera y el Procurador Municipal el señor Cruz Chaparro. El café y la caña son los principales rubros para está época.
En 1929 los señores Juan y Domingo Pulido – explica Moreno (1982) junto al maestro Nicolás Rosales hallaron restos de un cementerio indígena donde está asentada la iglesia del pueblo, como consecuencia del terremoto acaecido, uno de los pilares del templo se hunden, hallando estos restos arqueológicos de la tribu Babúquena. Para esta época el sacerdote José Ignacio Moncada, párroco de Queniquea secunda con sus esfuerzos la reconstrucción del pueblo, junto al sacristán José García. La iglesia se parte en dos, y la cúpula se va a tierra, se desmorona. Los Rioboberos vuelven a tomar fuerza y se comienza la construcción de un nuevo templo. En este año llega al pueblo la lámpara histórica que iluminaría el cuerpo del libertador en su muerte, como un obsequio por parte del gobierno por el pueblo llevar el nombre del Libertador Simón Bolívar, la misa del 17 de diciembre de aquel año la realiza el padre José Ignacio Moncada, esto da a los rioboberos más fuerza para continuar en la reconstrucción del pueblo.
En el año de 1934 Don Víctor Pulido trae la primera maquina para generar electricidad en el pueblo. Llega al valle el primer radio, propiedad de Don Víctor Pulido, se cuenta que en las tardes todos los vecinos se reunía a escuchar las noticias y las variedades que llegaban en aquel aparato, que para muchos que se renegaban al progreso era un aparato más del Diablo.
Entre 1933 a 1937 una peste diezma a la población del valle, en los folios de la prefectura se señala la desaparición de más de cien personas, que para ese tiempo era un número elevadísimo. Las enfermedades fueron la fiebre amarilla y la tuberculosis, llegó el caso de que uno que otro habitante del valle sufriese de lepra.
En 1942 Rubén Devia funda la aldea de Río Azul. Al año siguiente, en 1943 Monseñor Arias Blanco designa al primer sacerdote del pueblo, el párroco Domingo Roa Pérez. En 1946 se crea la escuela concentrada “Regina de Velásquez” bajo la dirección de Ana Manuela Paz de Pulido. En 1947 nace la primera revista del pueblo, llamada “Futuro”. Pero ya en 1928 –1930 el maestro Maldonado había sido pionero con el primer movimiento periodístico del pueblo, al relatar los hechos de la llegada de la lámpara del Libertador Simón Bolívar al pueblo.
En 1953 Don Venancio Ramírez funda la aldea de Quebrada Grande. En 1954 Don Regulo Mora trae el primer camión al pueblo, generando en la población todo un acontecimiento.
En el año 1957 de nuevo azota a la región un sismo, el cuál acabara con gran parte de la población y derrumbó la antigua iglesia. Al mando de Don Nicolás Rosales se comienza a reconstruir la iglesia, y en marzo de 1961 se bendice el nuevo templo. Muere en este tiempo el poeta popular Bartolomé Moreno.
En 1960 Heriberto Rosales establece la ruta de transporte San José – San Cristóbal, se iba en las mañanas y regresaba en las tardes, pues sólo había un autobus. En la década de 1960 a 1970, llegan al pueblo las ondas del Rock and roll, los Beatles. Las muchachas empiezan a usar pantalón, algo hasta ese momento no visto. Se empieza a luchar para crear otra casa de estudio, pues en el pueblo sólo se llegaba a sexto grado, y luego o se quedaban o se iban del pueblo; los muchachos, algunos iban al liceo militar Jáuregui, y otros fueron más lejos aún. En el año de 1970 se funda el Ciclo Combinado “San José de Bolívar”. En 1971 el músico de San Rafael Baudilio de Jesús Zambrano interpreta varias tonadas en su Requinto en un convite de café, verdad o leyenda, que para el caso es lo mismo, días después en una antigua finca donde hace años se cultivaba tabaco, Baudilio, se tropezó con el diablo en forma de un perro negro, Baudilio era un virtuoso con este instrumento llamado Requinto, un instrumento que se pulsa con plectro, y era común la ejecución en terceras y sextas, su afinación se da modificándole por cuartas como el bandolín, se dice que mandinga se transformo en un hombre alto vestido de negro y le desafió a un duelo para ver que tan bueno era Baudilio con su música, Baudilio recordó lo que siempre le había dicho su madre, lo maligno siempre se quita con una oración a Dios. Baudilio le cantó el padrenuestro acompañado con su Requinto al diablo, y esté al escuchar la palabra santa salió disparado convertido en una bola de candela. En 1972 regresa Pedro Pulido Parra al pueblo, y ese mismo año llega el padre Carlos Restrepo al pueblo.
En 1976 Don Vicente Zambrano, Olinto Rojas, Don Venancio Ramírez y Eleuterio Ramírez fundan Expresos “San José”. En ese mismo año llega al pueblo el sacerdote español Juan Francisco Santos, icono de la cultura de la década de los setenta, escenifica el primer Vía Crucis viviente en la persona de Ernesto Benítez como Jesucristo. El padre Santos crea la segunda revista del pueblo “Ensayo” en el año 1977, junto a Ramón Elvidio Pérez y José Guerrero Jaimes.
El 22 de febrero de 1977 se funda la primera Cooperativa del pueblo. Este mismo año María Nieves Chacón Pulido es nombrada reina del liceo San José de Bolívar. Es directora de la Zona Educativa la Lic. Emilce Zambrano. En mayo el poeta Ramón Elvidio Pérez escribe su poema “San José Antiguo”. Juan Francisco Santos compone el Himno a San José, patrono del pueblo. El 28 de octubre de ese año la Expedición REMISEDI llega a la Cimarronera. En octubre muere Don José Antonio Pulido Chaparro.
El 28 de enero de 1978 el señor Presidente Carlos Andrés Pérez llega al pueblo a inaugurar algunas obras en la comunidad, y visita la casa de Don Altagracia Peñaloza. El 16 de marzo se elige la reina de la feria. En abril Olga Lidia González escribe el poema “A San José de Bolívar”. En Julio empiezan los pasos para traer los teléfonos al pueblo.
En enero de 1979 llegan los primeros televisores con transmisión a color al pueblo, a la par de los primeros equipos de sonido. Es nombrada como directora de la Escuela Básica “Regina de Velásquez” la Prof. Cira Pulido de Santander. El poeta José Manuel Franciscony escribe “Coplas para un pueblo de fantasía”.
El 18 de febrero llega al pueblo en visita pastoral monseñor Alejandro Fernández Feo. El 15 de marzo el Prof. Pedro Contreras Pulido, nativo del pueblo es nombrado gobernador del estado. El prefecto es Rubén Enrique Escalante.
El 17 de junio se celebra la ordenación sacerdotal del padre Alejo Chacón. El 15 de agosto se inaugura la Medicatura por parte del Sr. Gobernador Prof. Pedro Contreras Pulido. El 29 de septiembre visita al pueblo el Dr. Ramón J. Velásquez para apadrinar IV promoción de Bachilleres en Ciencias. El 13 de octubre se inaugura La Escuela de Labores “Doña Rosario Pulido de Belandria”. Se celebra el Año internacional del Niño. En 1980 por intercesión del Sr. Gobernador Pedro Contreras Pulido se instalan los primeros teléfonos en el pueblo a nivel de CANTV. En 1983 se celebra el centenario del poblado; es electa reina la señorita Nilza Pérez y la misa del 19 de marzo fue celebrada por el Obispo Monseñor Alejandro Fernández Feo. Heriberto Rosales, Pedro Pulido Parra, Luís García (Serote) y Gilberto Roa quedan como mejores jinetes de la feria. En 1984 José Pulido escribe su primer cuento intitulado “El Fantasma”, ya de temprana edad este escritor mostraba su interés por el genero del terror. Se da el famoso baile “de San Pedro” en la escuela Básica “Regina de Velásquez” bajo la tutela de la profesora Aura Becerra. El 12 de febrero de 1988 es traída al pueblo la virgen de la Consolación de Tariba, patrona religiosa del Táchira. Ese mismo año el 08 de octubre es asesinado en Caracas el poeta José Manuel Franciscony, hijo ilustre de este terruño. En diciembre de 1989 se fundan los Juegos de Antaño por Andrés Guerrero y Atilio Rosales. En 1991 el padre Jesús Campos, funda la Infancia Misionera Riobobera y el Grupo Juvenil “Seguidores de Jesús”.
El 14 de diciembre de 1992 la Dra. María Mercedes Contreras Pulido, funda el Ateneo San José de Bolívar. El 5 de julio de 1993 José Ignacio y David Silva, José Chacón, José Antonio y Pedro Pulido fundan la agrupación teatral “Mascarada”. En 1994 El sacerdote José Ramón Salcedo comienza la lucha para fundar el Municipio autónomo “Francisco de Miranda”. El 4 de noviembre de 1995 se realiza la primera fiesta de Halloween en el poblado a cargo del Teatro Mascarada. Llega a ser por esta fecha el señor Enrique Chacón, primer alcalde del municipio. Muere el 23 de noviembre de 1996 el gran jinete Luís Alberto García.
El quince de febrero de 1998 José Antonio Pulido Zambrano, Oscar Santander y Elvidio Márquez fundan la Revista “Riobobense” El Carpintero de la montaña, y José Antonio Pulido y Lubin Pulido crean el Centro de Estudios Literarios Don Bartolomé Moreno, pilar fundamental de investigación literaria e histórica riobobera. San José de Bolívar, hoy es la capital del naciente Municipio Francisco de Miranda, a partir de ahora lector empezamos a escribir otra página de esta historia...

Fisiográfica del Municipio Francisco de Miranda

Se encuentra ubicado en el centro del estado Táchira, su capital es San José de Bolívar. Se le conoció en el pasado como Sumusica: Montaña del eco y gélido viento; “Río Bobo” derivación tergiversada – según Mora (1993) - del dialecto indígena “Babu; agua o Doncella del agua” y “quena” que significa lugar. Se plantea que nuestros ancestros fueron los indios Humuquenas, Kenikes y Babuquenas; todos estos grupos eran de la familia de los Timotocuicas. También se le llamó “el Valle del Espíritu Santo” para esta época estas tierras pertenecían al Doctor Bernabé Noquera, quien las vendió a los fundadores en el año 1883, perteneciendo a la jurisdicción del municipio Jáuregui, hasta el 19 de febrero de 1995, cuando se aprobó su autonomía en la nueva ley de división político-territorial del estado Táchira y se comenzó a llamar “Municipio Francisco de Miranda”. Es una comunidad creyente de los principios religiosos católicos, aún cuando hoy día ya existe otra religión en el poblado (los Evangélicos). El municipio se encuentra distante de la capital del estado a 86 Km. con buena arteria vial y tiene varias vías de comunicación con el resto del país.
Esta entidad municipal se encuentra comprendida dentro del Parque Nacional “Juan Pablo Peñalosa” y lo forman los ecosistemas de los páramos del Batallón y la Negra, La Cimarronera; donde nacen varias lagunas de origen glaciar, también ríos, quebradas, cascadas, bosques y diversas especies de flora y fauna; siendo la principal fuente de riqueza la ganadería y sus derivados.

Ubicación geográfica: Se encuentra ubicada en el occidente del país en el corazón del estado Táchira y limita por el norte: municipio Jáuregui, sur: Municipio Sucre y Uribante este: municipio Uribante y oeste: municipio Sucre.

Superficie: Tiene una superficie de 262 Km. cuadrados. Es una región montañosa con alturas que pasan sobre los 3900 m.s.n.m.

Temperatura: Presenta una temperatura variable en las partes bajas. Oscila de 18 grados centígrados a 22 grados centígrados y en las partes altas de los páramos por debajo de los 6 grados centígrados.
En la serranía de La Cimarronera se encuentra ubicado el pico más alto del estado Táchira “El Pulpito” con 3912msnm desde donde se puede ver el pico Bolívar del 5000 m.s.n.m de la cordillera de Mérida.



CAPITULO III

DISEÑO METODOLOGICO

Tipo de Investigación

La estrategia de investigación asumida por los investigadores es de carácter documental, etnográfica, experimental y de investigación de campo. Con una función cualitativa, aplicada y funcional.

Población

La población de la investigación va ser la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez, ubicada en el Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar.

Muestra

Alumnos de la primera etapa de Educación Básica de la Escuela Básica Bolivariana Regina de Velásquez, de primer a tercer grado.

Metodología para la recopilación de datos

La investigación se hizo sobre la base de lecturas, entrevistas, análisis de documentos y observación directa de los hechos, por medio de lo cual los alumnos desarrollaban actividades para expresar su motivación con la historia local de la comunidad.

- Recursos: materiales: humanos, asesoría, tiempo, fotografías, entre otros.



CONCLUSIONES

• La historia del municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, no es conocida por la mayoría de personas que habitan en el poblado. Ya que no le han tomado el interés que merece para la evolución y crecimiento cultural de la población.

• Son muy pocos los habitantes que se dan a la tarea de investigar las raíces de nuestros antepasados y darles a conocer para que el día de mañana contengan una valiosa información sobre la historia.

• Entre leyendas e historias, esta hecha la evolución de la comunidad ya que un hombre esta destinado a conocer tarde o temprano sus raíces.

• Es un prodigio saber y comprender cada uno de los dialectos que la vida se encarga de poner para que las personas conozcan de donde provienen y quienes son.

• Ha pasado mucho tiempo después de la creación del Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, y hasta ahora es que la población ha cambiado y se ha ido fortaleciendo cada vez más, en pro del turismo, pero turismo sin historia no existe.

Recomendaciones

• Desarrollar talleres para dar a conocer la historia, costumbres y tradiciones de los antepasados de San José de Bolívar.

• Fomentar el interés de conocer las raíces del municipio para que no se olviden de donde provienen.

• No olvidar las tradiciones del pueblo para poder compartirlas con las nuevas generaciones.

Mantener un centro capacitado o crear el Archivo Histórico del Municipio Francisco de Miranda. Capital: San José de Bolívar, para informar a las personas de nuestro pueblo o al turista que esta llegando a la nueva faceta histórica de esta población.


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