domingo, 13 de junio de 2010

LA TIENDA DE DOÑA TEOTISTE

*José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira


Doña Teotiste Chaparro, Anny Machado y Ana Graciela Pulido

La mortaja del abuelo la compró mi padre en la tienda de Doña Teo, como se le decía en el pueblo. De niño me hice la pregunta: ¿Vestido para la muerte? ¿Qué era la mortaja?
Doña Teotiste fue todo un personaje en mi niñez, su tienda era atemporal, desde que tuve uso de memoria, recuerdo los mismos vestidos y los mismos zapatos en el mismo sitio, la tienda no era tienda, era un museo al pasado. Los mostradores eran largos, con unas vidrieras que mostraban la moda de antaño. Recuerdo un día que mi padre pretendió comprarme allí unos zapatos, y yo sufriendo le suplique que no, que esos zapatos parecían de viejo y de muerto, que donde el señor Ignacio Chacón habían llegado zapatos a la moda. Mi padre terminó aceptándome la sugerencia.
Una tarde lejana recuerdo fui a entrevistar a Doña Teotiste, para las memorias visuales del Ateneo, pero Doña Teotiste fue parca, poco habló, dijo que eso de los fantasmas era pura chachara, que los espantos no existían, y si habían alguien a quien tenerle miedo era a los vivos.
Años después leyendo El Avaro de Moliere, venía mucho a mí la imagen de Doña Teo, pues el pueblo a espaldas de ella le decía avara, pichirre, que ni agua regalaba. Las leyendas locales de que debajo de su cama poseía dos baúles llenos de morocotas, llevaron a que una vez, desconocidos entraran a la casona y golpearan a Doña Teo, buscando sus riquezas.
Doña Teotiste era una mujer alta, blanca, llevaba unos lentes grandes y siempre con el cabello recogido. Vio pasar la evolución del pueblo durante casi todo el siglo XX, pues su tienda quedaba al frente de la plaza Bolívar.
Murió Doña Teotiste, lejos del pueblo donde pernoctó por el resto de su vida. Su cuerpo no regresó al pueblo, nadie extrañó a Doña Teo, nadie le rezó a Doña Teo, nadie habló del funeral de Doña Teo, salvo un pequeño escrito que le hice y deba estar en uno de los riobobenses impresos.
Anny Machado, la prima maracucha, días atrás me enviaba una foto de ella, que acompaña este escrito. Tantos recuerdos vinieron a mí, porque después que Doña Teotiste cerró la tienda, nunca más oí decir, compren la mortaja donde Doña Teotiste, ella era la única que vendía la vestimenta de los muertos. 
Tal cual Caronte, para ir al más allá, Doña Teo se encargaba de tener la ropa a los muertos, para adultos y angelitos, quizá por eso aquellos vestidos nunca se vendían, pues era mercancía que pertenecía a los difuntos.