martes, 31 de marzo de 2015

DON PÍO LEÓN MÉNDEZ PULIDO, EL RIOBOBERO TAUMATURGO DE RANCHERÍA

Tomado de la Revista ELITE 26-06-1965
Textos y fotos de Paco Ortega.
Con datos actualizados de su nieto
Orlando Cárdenas Méndez.
Transcripción: José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira

UN RIOBOBERO LLAMADO PÍO LEÓN MÉNDEZ PULIDO, SOLDADO DE CIPRIANO CASTRO


Pío León Méndez Pulido

La historia de Pío León Méndez Pulido es fascinante. Nació en la aldea Los Paujiles, sitio perteneciente al lugar llamado Río Bobo, el 20 de febrero de 1881, hijo de Ramón Méndez Méndez y María Fernanda Pulido Zambrano.
Había casado este matrimonio de Ramón Méndez y Fernanda Pulido en el poblado de Queniquea el 5 de noviembre de 1879, Ramón Méndez a su vez era hijo de Manuel Méndez y Viviana Méndez y Fernanda Pulido, hija de José Eufracio Pulido Chacón y Juana María Reyes Zambrano. 
Del matrimonio de Ramón Méndez y Fernanda Pulido serían hijos: José Neptali, Pío León, José Adán y María Emperatriz.


Pío León y José Neptalí Méndez Pulido

El abuelo de Pío Léon Méndez Pulido aparece como firmante en el Acta de Fundación de San José de Bolívar, que dice así: "Por ruego de Manuel Méndez, Juan de Jesús Guerrero i Juan de los Ángeles Vivas, por no saber firmar: Ambrosio Araque". En ese recien fundado pueblo Pío León daría sus primeros pasos, ya que una de las primeras casas construídas sería la de su abuelo materno don Eufracio Pulido.


Casona de Don Eufracio Pulido construida en 1883,
hoy propiedad de Don Domingo Moreno.

Don Manuel Méndez se hará muy amigo del padre Fernando María Contreras, por lo que emigrará a finales del siglo XIX con sus hijos al sitio de Ranchería, cerca de Capacho con sus hijos, coincidiendo a los pocos con la revolución restauradora que llevaría a cabo el general Cipriano Castro. Don Pío era bisnieto de Tomas Pulido Contreras, uno de los fundadores de Queniquea.


Ranchería, casa de don Pío León Méndez


Ranchería, casa de don Pío León Méndez Pulido

Ahora pasemos a transcribir el texto de Paco Ortega intitulado "La Paz de un guerrero", dedicado al riobobero que acompañé a Cipriano Castro hasta Caracas:


Coronel Pío León Méndez Pulido

Otra dignisíma representación del valor y la hidalguía, nacido en el sitio de Río Bobo, (hoy San José de Bolívar), radicado a finales del siglo XIX en Capacho (aunque sus propiedades estén en la localidad llamada Ranchería), es la de don Pío León Méndez Pulido, quien en sus andanzas guerreras con el General Restaurador, alcanzó el grado de Coronel, viviendo por igual los días gloriosos de aquellas hazañas, que iniciaron 60 hombres en Puente Unión, la noche del 23 de mayo de 1899.


Don Pío León Méndez Pulido recuerda los encuentros con las tropas del Gobierno de Andrade y pintorescas anécdotas que la falta de espacio nos impiden relatarlas con todo el sabor que tienen, sobre todo puestas en boca del ex-militar que ahora vive la pacífica existencia del hombre entregado a sus quehaceres profesionales y a una vida de profundo misticismo, cuya trayectoria de popularidad en el Táchira ya ha adquirido los ribetes de lo extraordinario por sus milagrosas curaciones.


Don Pío León Méndez Pulido frente a su capilla
a la cual bautizó con el nombre de su pueblo de origen


Cuando hablamos de aquellos lejanos días de principio de siglo, don Pío también hace gala de su memoria, relatando con todo lujo de detalles sus aventuras guerreras. Como por una pantalla desfilan los jefes que hicieron posible aquella memorable gesta. Sus ascensos, sus relaciones militares y sus amistades con los jefes gobiernistas a quienes apreció por su valor, destacando el General Francisco Linares Alcantara y a quienes midieron sus fuerzas anteriormente contra él, en ocasión en que tan sólo con "una carabinita" paseó sus triunfos por Pregonero, San Antonio, Canaguá, Capurí, Chacanta y Guaraque. Para todos, siempre la palabra de recnocimiento a sus méritos y el patriotismo que derrocharon en la contienda Restauradora. Anécdotas llenas de hondo sabor castrense, no sólo en los momentos que forjaron la entrada triunfal de Castro en el Capitolio Nacional, sino aquellas que posteriormente se originaron con las montoneras como las de Peñaloza y Fossi.


Pío León Méndez Pulido en sus años mosos.

Pero, sobre todo, una, que no queremos silenciar, porque revela de cuerpo entero a este soldado de enorme personalidad, con su metro ochenta y cinco de estatura, rostro simpático y ademanes resueltos, que no han perdido nada de los otrora marciales gestos, sobre el campo de batalla.

"Me encontraba un día (ya concluída la contienda y siempre con el peligro de los descontentos, mirando sobre las talanqueras de nuestra frontera colombiana), en mi hacienda de Ranchería, recordando aquellos momentos en que yo cargaba mi 45 lleno de mordidas... cuando usaba machete o espada, sobre todo aquella que compre por 25 pesos en Queniquea, cuando murió el coronel Maximiliano De Pablo... Pues sí - hace una pausa el Coronel para recordar mejor el suceso, que diera en llamarse "el pescozón a un intrépido" -, recordaba tranquilito recostado en el chinchorro, éstas y otras cosas, cuando se me acercó Ismael Cárdenas y me dijo: "-Por ahí llega el coronel Evaristo Velasco y vamos preparando una ppandita. ¿Por qué no te vienes con nosotros". pues claro que me decidí. Pero cuál sería mi sorpresa, cuando ahí mismito pude ver al coronel Roberto Fossi, de la tropa de Juan Pablo Peñaloza, quien tiempos atrás, me había robado unos buenos caballitos que yo criaba, amén de una cantidad en buen oro, que hacía la suma de 1.600 pesos "y que para la montonera de Juan Pablo". Y allí mismo me las cobre toiticas. Saqué el revólver, lo amenacé, se me echó encima, porque de que era valiente, lo era, pero lo acogoté, le dí un pescozón y ya no se levantó del suelo en un buen tiempo. Asistí a la parranda, brindé con un miche que yo preparaba, como un mistela que llamábamos "verdún", porque era verdecito, y allí quedó la cosa. Claro está que sin la presencia de Fossi, que nunca me perdonó mi famoso pescozón. Después el hombre murió, y con el tiempo las cosas se van de los campos del odio, para llegar a otros donde las venganzas ya no tienen razón de existir, porque la vida tiene eso de bueno cuando los años se encaraman en los hombros de todo el mundo, para avisarnos que es mucho más práctico acercarnos a Dios humildemente que al diablo con el gesto de perdona-vidas".

DON PÍO, EL TAUMATURGO DE RANCHERÍA 


"Yo empecé a curar, hace ya unos 45 años, por ese favor que la fe en el Santo Cristo de La Grita me otorgó"
Esta nueva faceta de su vida tan interesante, se presentó ya en plena campaña, pero de manera esporádica y sin que Don Pío le concediera la enorme importancia que hoy tiene.

"Para mí -dice-, este don representa todo el favor de Dios, que humildemente ha depositado en mí, por esa gran fe que le tengo. De forma que no soy yo quien cura, sino el Cristo de La Grita y a quienes depositan con fe con fe sus plegarias, para verse libres de sus males. Aquí le llamamos "mal de ojo", pero en realidad, no sólo se trata de este mal tan generalizado entre los venezolanos, sino de aquellos donde predomina un estado donde la inconsciencia y el estar  "más allá que de este lado" los califica como enfermos, poco menos incurables. Hace "tiempísimo" curé a un loco y a una jovencita de unos 20 años, que todo el mundo había desahuciado. Desde entonces la gente viene a mí, para que yo vea la manera de remediar tanto mal. Repito que no soy yo, sino esa fe enorme que tengo en el Santo Cristo y la que me proporcionan los creyentes, que se acercan a mi humilde oratorio".


Sabemos que en más de una ocasión solicitaron sus auxilios religiosos, prestigiosos profesionales, incluso de la medicina. Su fama es tan notoria, que es muy común observar a cualquier hora del día, un constante peregrinar en pos de aquellas oraciones que Don Pío reza en una apostólica postura frente a los pacientes. Cuando le hemos preguntado en qué basa su éxito, siempre contesta lo mismo: "La fe, nada más que la fe". Hace unos 15 años construyo muy cerca de unas ruinas (que se engalanaron para recibir al Libertador en su Campaña Admirable, con un baile de gran gala), una pequeña ermita, donde él hace sus oraciones. La bautizó con el nombre de San José de Bolívar, como para recordar el pueblo que fundaron sus amados ancestros. 


Al hacer mención a las ruinas donde estuvo Simón Bolívar, que están en su propiedad, nos señala lo que queda, gracias a su celo histórico que él ha demostrado por las cosas del Libertador. La historia del baile, la romántica, de Juanita Pastrán, de quien Bolívar se enamorara en tan memmorable ocasión, y los accidentes sucedidos en aquella Casona, que pasó a manos de los hermanos González, hasta que decidieron derruirla, quedando tan sólo unos muros carcomidos, que él ha logrado dejar aún enhiestos, por los constantes cuidados que prodiga al histórico bahareque.


Las ruinas de la casona, frente a la ermita, donde los vecinos de Capacho obsequiaron al libertador con un baile de gala, durante la Campaña Admirable. Escenario de unos amores fugaces con la señorita Juanita Pastrán.

Don Pío no cobra nada por sus valiosos servicios. Tan sólo con obtener los favores divinos que él solicita, para sus enfermos, se considera más que pagado. El antiguo coronel del ejército castrista, se envuelve en esa aureola mística de los grandes hombres que se dieron a Dios después de haber vivido plenamente la existencia física de los grandes capitanes de la historia. Como Teresa de Jesús, o San Juan de la Cruz, el moderno apóstol de la bondad que ha olvidado su azaroso pasado, como lo hiciera Bartolomé de Las Casas o el mismo Ignacio de Loyola, vive la existencia casi anónima de los ascetas, entregado de lleno a la realización del bien, incluso a veces, hasta de su propio peculio, sin la bullanguera publicidad mercantilista, ni la exhibición falsa del que pretende notoriedad, con más créditos de osadía que de virtud.

Y allí en el Táchira, cuna genuina de héroes, estos dos hombres, que han vivido plenamente toda una época de historia patria, en el rincón olvidado de sus terruños, con la mirada puesta en Dios, esperan ambos ese tránsito irremediable que los acerque, para una eternidad, a donde pretenden llegar, antes de que El los llame a capítulo.

sábado, 28 de marzo de 2015

DISCURSO DE ORDEN DE RAMÓN ELVIDIO PÉREZ PARRA 19 DE MARZO DE 2015 DÍA DE SAN JOSÉ - SAN JOSÉ DE BOLÍVAR


Ramón Elvidio Pérez Parra
Orador de Orden del 19 de marzo de 2015
San José de Bolívar


DISCURSO DE ORDEN EN HOMENAJE A NUESTRO PATRONO “SAN JOSÉ”

El Dr. Ramón J. Velásquez dejó escrito que San José de Bolívar es un pueblo que surgía entre pinos y envuelto a ratos por la neblina que bajaba de los páramos cercanos. Esta apreciación del Dr. Velásquez es un recuerdo de finales de los años setenta, y los recuerdos, como una fotografía, van dejando matices de colores a través del tiempo. Hoy esta neblina de que nos habló el Dr. Velásquez ya es distinta, porque los tiempos cambian, así como ha cambiado el pueblo. En esa década del setenta, el pueblo no era un pueblo de colores como hoy en día, era un pueblo a blanco y negro. Con muchas calles de tierra, amplios espacios aun sin construir y con casonas de tejas y pintadas de cal.
Este disímil del que les hablo hoy, demuestra como nuestro pueblo ha ido evolucionando para bien y cómo en pocos años se ha convertido en un espacio de prosperidad y desarrollo. Como dice una canción de Perales, un espacio en donde “huele a futuro y libertad”.
Este es un pueblo de trabajo, de gente laboriosa y luchadora que fueron estableciéndose en estos valles y con sudor y lágrimas lograron proezas de campo para ir haciendo de esta tierra “un Eden” como nos cantó Chucho Corrales en sus versos andinos.
San José de Bolívar como expresa el profesor Horacio Moreno es un pueblo de progreso. Ya lo dejó también transcrito en un documento el profesor Pedro Contreras Pulido: “en San José de Bolívar la vida diaria es de continuo faenar. Cada uno en su obligación. Los vagos son mal vistos. Son un peligro social. El que no trabaja empieza a ser de alguna manera, despreciado o menospreciado por los demás”. Y es cierto, veamos hacia atrás, los invito a viajar por el tiempo, para detenernos un momento en aquellos antepasados nuestros en ese constante ir y venir para construir caminos, puentes, abrir labranzas, potreros y demarcar lo que en el futuro sería el municipio Francisco de Miranda.
El primer registro de un encuentro de los aborígenes con un extranjero se da con la presencia en estas tierras del español Juan Maldonado, quien bautizó a este lugar con el nombre de “Valle del Espíritu Santo”. Estos aborígenes debieron pertenecer a la etnia conocida como Babukenas, que significaba hombres de agua. Y según las últimas investigaciones del profesor Horacio Moreno “Babu” se refiere a: Tierra cruzada por aguas y ríos.
Luego estas tierras pasaron a mano de los españoles en lo que se conoce como Encomienda. Los españoles asimilaron la técnica del conuco y del convite de los nativos para producir maíz, yuca, tabaco y cacao. Ya para el año 1601 había la cantidad de 145 aborígenes bajo la figura de Encomienda. De este tiempo se tiene la primera noticia de la construcción de una capilla en este santo lugar.
En 1685 compra las tierras de Rio Bobo el señor Andrés Antonio Méndez a esteban Zambrano. En 1700 aparecen nuevos propietarios: Ramón García, Matías Márquez, y en 1793 el doctor Antonio Bernabé Noguera compra los terrenos del "Valle del Espíritu Santo" al ilustre Cabildo de La Grita, previa autorización del Rey. Estos terrenos comprenden desde las vertientes de los ríos San Antonio y Río Bobo hasta en lo que reza, hoy todavía, como limites con paja de páramo. Será el Dr. Noguera quien empieza a estructurar el Valle del Espíritu Santo al colocar mojones de piedra divisorios para traer los primeros hatos de ganados, animales provenientes expresamente de la ciudad de El Tocuyo. De estos animales muchos se perdieron en el páramo y se volvieron cimarrones, de allí que los abuelos llamasen luego a ese páramo: “La Cimarronera”.
Los vecinos del "Valle del Espíritu Santo" comienzan a soñar en organizar este espacio y en darle forma institucional. Y es así como llega ese día histórico del jueves 15 de febrero de 1883 en que bajo la tutela y bendición del sacerdote Fernando María Contreras se logra la unificación de ideas para fundar un pueblo. A este respecto nos dejó escrito el prefecto José Saturnino Peñaloza, “que los vecinos del Río Bobo se reunieron y compraron un lote de terreno a don Jesús Vivas” en cuyo espacio “trazáronse la Iglesia –en el lugar de la antigua- como lo ordenó el Padre Contreras… Casa Cural, Cárcel, Cementerio, plaza y calles”. El principal animador de este evento –como señala Peñaloza- fue don Ramón de Jesús Pulido quien viajó a Trujillo y Mérida junto al coronel Evaristo Peñaloza para hablar con los Araujo, que dirigían el Gran Estado Los Andes, para tramitar los permisos necesarios.
Fue así como en comunidad, sumando esfuerzos como en un gran convite, 57 vecinos levantaron la iglesia, la casa cural y las paredes del primer cementerio. Las calles fueron trazadas por don Rafael Contreras Duque, la imagen del patrono San José la talló José Atanasio Cárdenas Zambrano en un tronco de cedro, la mampostería de la iglesia la realizó el italiano Miguel Francisconi y el mayordomo de fábrica fue don José Domingo Pulido. A la par de la fundación del pueblo los vecinos empezaron a cercar sus fincas y a expandir el cultivo del café, rubro que empezaba a llegar con fuerza a la zona.
A principios del siglo XX continúan llegando hombres que siguen aportando su grano de arena al progreso de este pueblo. Permítame nombrar a mi bisabuelo Eutiquio Pérez a quien le celebramos el año pasado sus 100 años de haber arribado a esta tierra procedente de El Cobre. Llegó con una numerosa familia y con la idea de un alambique debajo de un brazo y con la idea de hacer canales de barro en el otro, para mejorar el sistema de transporte de agua. Don Vicente Zambrano nos contaba que por la calle 4 o calle Páez bajaba una toma de agua por todo el centro para que la gente se surtiera de ella.
Así como mi bisabuelo llegarían otros, con un costal lleno de sueños y a abrirse camino en una tierra de futuro y libertad. Porque un pueblo no solo lo hace la gente que está allí sino la gente que llega, que echa raíces, que implanta una familia que se multiplica y se extiende por sus espacios, por eso en nuestro pueblo parece remarcarse este refrán: “No hace falta el que se va, ni estorba el que llega”. Porque como hemos visto San José de Bolívar ha construido su progreso a través de diversas migraciones y quizás mañana nosotros no estemos, pero esas masas transeúntes siempre llegarán para dar su aporte al pueblo. 
El siglo XX dejó muchos ejemplos de personas que llegaron del afuera, pero dejaron sus raíces y hoy son tan nuestros como los pioneros de esta población. Les hablo de hombres como don Nicolás Rosales, quien vino a reconstruir la iglesia que se cayó en 1930 y se quedó acá. Don Luis Romero que llegó por Los Paujiles, con un clarinete bajo el brazo. O el grupo de pregonereños y palmeros que llegaron en los años cincuenta en busca de un futuro y que han contribuido enormemente con nuestro desarrollo: Don Venancio Ramírez, don Antonio Carrero, don Vicente Vivas, o mujeres de la talla de María Becerra, entre otros, que vinieron para quedarse. O sacerdotes que han dado tanto progreso a este rincón andino: José Ignacio Moncada, Domingo Antonio Guerrero, Juan Francisco Santos y el padre José Ramón Salcedo. Maestros de la talla de Heriberto Labrador, Gilberto Guerrero, Arecio Mora, Aura Becerra, Rubén Dario Delgado, Rigoberto Lozada, entre otros.
Hoy el balance de San José de Bolívar es extraordinario, en pocos años ha alcanzado un desarrollo importante producto del esfuerzo de todos, de los que están aquí como de los que viviendo afuera aprovechan cada oportunidad, según sus posibilidades, para contribuir al desarrollo y progreso del pueblo. Hoy si alguien nos preguntara ¿cómo vemos el futuro de San José de Bolívar? le responderíamos con total seguridad, que lo vemos con gran optimismo y con gran esperanza.
Hoy contamos con una población de unos seis mil habitantes sólidamente implantada en el pueblo y en las aldeas que conforman nuestro Municipio, con uno de los ingresos per cápita más altos del país. Posiblemente este hecho, unido a la capacidad de trabajo, ahorro y constancia de sus habitantes, es uno de los elementos que explica el desarrollo material que hemos alcanzado en estos últimos tiempos. 
Somos uno de los Municipios con mayor producción lechera, a pesar de contar con pocas hectáreas aptas para el desarrollo de la ganadería de altura, nuestros hombres y mujeres del campo, han logrado conseguir unos rendimientos que están muy por encima de otras regiones del país. Muchas de las fincas cuentan con vacas de alto rendimiento perfectamente adaptadas a nuestro clima y a nuestros pastos y con sistemas de producción modernos. 
El turismo ahora es una realidad, nuestro pueblo se ha convertido en uno de los destinos preferidos de la gente de San Cristóbal y de otros municipios vecinos, así como del país, que buscan un destino tranquilo, alegre, festivo y seguro. En estos últimos tiempos han surgido cerca de 30 posadas que compiten sanamente entre ellas prestando un servicio de calidad, limpieza y comodidad.
En nuestro pueblo hay una actividad comercial importante, actualmente existen en torno de unos 100 establecimientos, entre abastos, farmacias, licorerías, ferreterías, tiendas de ropa, papelerías y constantemente surgen nuevos comercios que vienen a sumarse a los existentes en una competencia sana que favorece tanto el desarrollo como la libertad de elegir de las personas. Contamos con dos bancos, con emisoras de radio, restaurantes y con diversos puestos que ofrecen pizzas, dulces, pastelitos andinos y nuestros licores típicos. Así como, con una importante empresa de transporte: “Expresos San José” que cubre la ruta San José Bolívar-Queniquea-San Cristóbal, que cuenta con unos 12 autobuses confortables y modernos para movilizar pasajeros. Contamos también con un hogar de acogida para mayores que recibe abuelitos de aquí y de otras partes del país y personas con discapacidades físicas y mentales.
Tenemos instituciones que prestan un servicio invalorable a la comunidad: la Alcaldía y Cámara Municipal, Iglesia, docentes, médicos y policías, quienes contribuyen, cada una en su función, al mejoramiento del Municipio, al desarrollo y a la siembra de valores. Cada año salen del liceo como bachilleres un importante número de estudiantes, tanto en ciencias como en agropecuaria, que terminan al tiempo egresando de nuestras universidades con títulos en las más diversas profesiones: Médicos, abogados, sacerdotes, militares, docentes, economistas y que siempre llevaran en su corazón los mejores sentimientos y los más bonitos recuerdos y vivencias de nuestro pueblo.
Este pueblo es un lugar prometedor, un lugar donde podemos soñar con un fututo mejor. Tenemos mucho que exportar: Agua, barro, miel, café, caña, rubros agrícolas, entre otros. Debemos repensar el futuro y no cometer el error en el que cayó Venezuela de depender de un sólo producto. 
Como saben todos ustedes, desde hace unos años hemos venido poniendo en funcionamiento una empresa que tiene como finalidad procesar el mayor volumen de materias primas que se producen en nuestro Municipio. La empresa Agrobabu surgió con el propósito de procesar aquí la leche que producimos en nuestros campos con el ánimo que el valor agregado quedara en el Municipio, en fuentes de empleo, en infraestructura, en movimientos de capital y en nuevos desarrollos tecnológicos. La idea es avanzar hacia un nuevo estadio de desarrollo, en el cual podamos dar el paso de proveedores de materias primas como la leche a un estadio superior de desarrollo industrial. Soñamos con la posibilidad de que de San José de Bolívar salgan cavas refrigeradas con quesos de diversos tipos: mozarela, blancos tipo paisa, amarillos, mantequillas, natillas, requesón, entre otros, que lleven con orgullo la denominación de origen: San José de Bolívar, como un sello distintivo de calidad y frescura.
Igual los invitamos a soñar en el desarrollo de otros proyectos como la cría de cerdos para la fabricación de jamones y embutidos de alta calidad; la cría de truchas para suministrar a los restaurantes truchas en diversas variedades: deshuesadas, ahumadas, salmonadas; la fabricación de aguardientes en base a la caña panelera y en las condiciones especiales que tiene nuestra agua; cría de ganado caprino para hacer quesos de cabras con diversos sabores y texturas; cría de ganado ovino para suministrar cortes de corderos a los restaurantes de gama alta; desarrollo de pequeñas granjas para la cría de pollos, conejos y gallinas ponedoras; cultivo de frutas como melocotones, duraznos y los mismos aguacates y por supuesto, servicios para los turistas, en especial, buenos restaurantes para atender todos los gustos, desde comidas más elaboradas hasta nuestros platos típicos caseros.
El pueblo cada día está más bonito, todos los días se construyen nuevas viviendas, se mejoran las existen y aparecen nuevas urbanizaciones. Esta limpio y todos sus habitantes se preocupan por pintar las fachadas de las casas. Tenemos paisajes impresionantes, solo basta con contemplar el verde de nuestras fincas, los ríos cristalinos, las cataratas y la frescura de nuestros páramos. 
Necesitamos una mayor integración espacial y esa integración solo la proporcionan las carreteras y las comunicaciones. Las autoridades deberían considerar la posibilidad de ampliar la carretera San José de Bolívar- El Zumbador, en particular, en los espacios muy estrechos; arreglar las carreteras que comunica a San José de Bolívar con El Piñal, con La Grita y con Pregonero, terminar de construir la carretera a Rio Azul y mejorar la vialidad agrícola. Ampliar los servicios de Internet con el acceso a la Banda Ancha y los servicios de televisión satelitales.
Hoy, San José de Bolívar tiene como primer motor de su economía la ganadería de altura, pero San José de Bolívar es mucho más que los productos de su tierra, San José de Bolívar es su gente, la calidad de su gente, la bondad de un pueblo noble y bueno que lleva el nombre de un Santo: San José y de nuestro Libertador: Simón Bolívar. 

Muchas gracias.


El Presidente de la Cámara Municipal Oscar Mora hace entrega de placa
a Ramón Elvidio Péres Parra, Orador de Orden del 19 de marzo


La Camara Municipal de San José de Bolívar acompañado por el sacerdote Oscar Varela






El Santo Patrono San José


El Obispo del Táchira Mario Moronta oficializa misa del 19 de marzo
en San José de Bolívar


FOTOS: ANTONIO NARVAÉZ