Por: José Antonio Pulido Zambrano
En la calle Bolívar de mi pueblo, entre carreras 9 y 10, en la época de mi niñez vivió una vieja, en la cuadra nosotros la conocimos como Mana Julia.
La casa de Mana Julia era muy humilde, vivía con su esposo el señor Esteban, y eran los únicos que vendían kerosén en el sector de El Topon.
Por algún motivo todos los niños de la cuadra le tenían mucho miedo, decían que era bruja.
Mana Julia era alta, enjuta, muy arrugada, con los dientes careados, viciadora de chimú y miche claro o "aguardiente". Nuestros padres contaban que a Mana Julia la habían picado muchas serpientes en su huerto, pero eran tantas las picadas que se había vuelto inmune al veneno, quizá por ello veíamos sus uñas largas y negras de tierra con asco, miedo y repulsión, ya que cuando nos portábamos mal el castigo oral era: "Siga portandosé mal, para que un día de estos Mana Julia le meta un pellizco". Un pellizco de Mana Julia era sinónimo de muerte para los niños de la cuadra.
Recuerdo que ya de adolescente murió el señor Esteban, él era de contextura más baja, flaco y con un sombrerito de rayas que acostumbraba llevar de medio lado. Por ello decidí ir al velorio, para sorpresa mía, a la única que encontré en la sala velatoria fue el ataúd solitario con el señor Esteban e Irma Polla (personaje típico de mi pueblo) rezando unas letanías de lo más de hermosas, jamás he vuelto a escucharlas.
Me acerqué a ver el difunto, y lo que más recuerdo eran sus uñas, el cadáver era pálido, estaba como dormido el señor Esteban, pero sus uñas y las yemas de sus dedos eran muy moradas, eso me recordó el mito de Mana Julia y la picada de serpientes, pero para calma mía Irma - que al parecer sabía mucho sobre la muerte - me explicó que todos los muertos se le ponían las "uñas moretadas" o color morado.
Mientras que estuve en la casa de Mana Julia, nunca le vi salir y al despedirme volvió a quedar sola con el difunto la estrambótica Irma Polla.
Mi casa quedaba detrás de la casa de Mana Julia y mi papá siempre le compraba el kerosén a Mana Julia por el lindero, y ella siempre le ponía quejas de nosotros para con ella: "...que si le tirábamos piedras a las gallinas, que nos montábamos en el techo, que nos comíamos las guayabas de un guayabo de su propiedad pero cuyas ramas caían en el gallinero de nuestras casas, entre otras travesuras..." Si algo caracterizaba a Mana Julia también era su mal carácter.
Un día de la nada desapareció Mana Julia, mi padre tuvo que empezar a comprar el kerosén en otro lado y la casa de ella se empezó a enmontar y curtirse de olvido y soledad. Todos los niños creímos que se la había llevado el Diablo por ella tener pactos con las culebras, que según mi abuela María Isabel era el animal que había ocasionado el pecado y había parido el mal sobre la tierra.
Ya de adulto desentrañe el misterio, resulta que Mana Julia había tenido un hijo, que desde muy pequeño se había ido del pueblo, ya al morir el señor Esteban y Mana Julia cubrirse más con el manto de la arrugas, decidió venir y llevársela, murió lejos, muy lejos del pueblo Mana Julia.
Chamos de la cuadra en la época de Manas Julia:
De izquierda a derecha: José Antonio Pulido, Gerson Vivas,
Magin Vivas, Nixón Pulido, Pedro Pulido y Jairo Vivas.