José Lubin Pulido Chaparro
Así como el pueblo ha sido católico, ferviente en la fe, se han colado otras tradiciones de corte pagano, pero que el sincretismo religioso ha permitido para tener a todos contentos, una de estas fiestas es La parranda de los Negros. Ya en la década de los cincuenta, siendo un niño esta parranda era todo un acontecimiento y mi hermana Alba tenía que abrazarme para que no se metieran conmigo. A uno de niño “los negros” le provocan mucho pavor. El riobobero ha sido desde siempre costumbrista y folclórico, más no tengo claro los orígenes que la motivaron, pero sus raíces deben ser africanas, ya en Queniquea en 1808 se da la noticia de la muerte de la esclava Rita, y por voces de la oralidad, este evento era una forma de libertad que los amos daban a sus esclavos, y así como nació el carnaval, es posible el origen de esta parranda, ya que es un juego de disfraces para burlarse del otro. La parranda de Negros, se realiza entre el 16 de diciembre y el 6 de enero, día de Reyes. Se les llama Negros por el atuendo que se colocaban, una careta construida de cartón, pintada con carbón de leña molido; dejando espacios para los ojos y la boca. La parte que representa las mejillas y el alrededor de la boca eran pintadas con achote o de color morado de la fruta del musne[1]. La finalidad de la máscara y el cambio de voz, es esconder la identidad de la persona; que en nuestro pequeño poblado son por demás conocidos. Los Negros, así llamados, constituyen un grupo conformado: por un hombre y una mujer, que hacen las veces de esposos, disfrazados, quienes llevan una muñeca de trapo de fabricación casera, la cobijan en sus brazos como si se tratare de una hija. Con la muñeca pretenden engañar a los pueblerinos, aparentan que está enferma, tiene hambre, necesita comida y dinero para comprar medicinas. Si los parroquianos acceden a los pedimentos, suelen dar pequeñas porciones de arroz, arveja, guineos; en algunas ocasiones, animales de patio: gallinas, pavos o algún marranito. Demuestran con patrañas, que la hija mejoró y dan “gracias” o “un Dios les pague” por lo recibido. Otro parroquiano, disfrazado de mujer joven, con algún vestido un tanto escotado y corto, tratando de mostrar sensualidad femenina representa a La Novia. Tres o más hombres llevan vestimenta de policías de la época gomecista, disfraz que fabrican con guinchos de plátanos y se los colocan a manera de correajes, llevando consigo espadas de madera. La parranda consiste en el robo de la novia por alguien de la comunidad, seguido a esto, los policías corren detrás del ladrón para recuperar a la novia, tratando de castigar con planazos muy suaves a quien pretende llevársela. La novia cuando ve algún joven cerca lo agarra y trata de demostrar que la está robando. El jovencito maniobra para soltarse, pero la novia lo sujeta, los policías corren y asustan al muchacho que al final sale riendo del ardid.
En la familia de los Negros van algunos jóvenes disfrazados que cuidan a la novia y piden ayudas para la desamparada niña enferma. Los Negros recorren el poblado, visitan casas y bodegas, suelen ir por los campos. Con los víveres que obtienen y las gallinas, hacen tremendos sancochos. Los adultos acompañan esta festividad con aguardiente que les alegra y terminan en bailes, de allí el nombre de parrandas de Negros. Los que se disfrazaban de negros, en su mayoría eran habitantes de El Topón, entre quienes recuerdo a: Elio Pernía, Hernán García, los hermanos Evangelista, Pablo, Román y Eduardo Vivas; y los hermanos Agapito y Teodosio Escalante.
Fuente: Memoria de agua, barro y café. Autor: José Lubin Pulido Chaparro (2013). Biblioteca de Autores y Temas Rioboberos. Nº 1
[1] Con este nombre se conocía al cardamomo en San José de Bolívar.