Corresponsal, Manuel Maldonado Vivas.
Postal del 17 de diciembre de 1930 donde se muestran a: Delfina Ramírez interpretando a Ecuador, Teotiste Chaparro como la República de Colombia, Inés Nárvaez como Perú, Sefora Chaparro como Venezuela y Socorro la Cruz como Bolivia
Los
festejos fúnebres del Centenario de la muerte del Libertador que se efectuaron
en este Municipio, el 17 de diciembre pasado, se llevaron a cabo estrictamente
según el programa que había circulado con anterioridad, según el orden
siguiente:
1º A las cinco de la mañana salió el
desfile organizado desde la casa del ciudadano jefe civil hacia el templo
parroquial, encabezado por las cinco gentiles y espirituales señoritas que iban
representando a las cinco repúblicas hermanas, los planteles federales números
54, 69 y 94, la Sociedad Hijas de María, las autoridades, familias y
ciudadanos, abierto el núcleo en dos alas respectivamente.
Fue entrando la última persona del
conglomerado y acto continuo el sacerdote comenzó su pertinente oficio
religioso. Una vez que hubo terminado el solemne acto, salió la reunión, dio un
paseo por las principales calles de la ciudad acercándose finalmente hacia el
centro de la plaza principal, en donde estaba preparado el ciudadano Jefe Civil
para descubrir el busto del Libertador al punto de las 6 de la mañana.
Luego que estuvo descubierto, los
planteles federales números 54 y 69, cantaron al unísono el himno de nuestra
patria. Tres escogidas piezas musicales por el repertorio selecto de la
“Orquesta Zambrano” vinieron a conmover los ánimos y hacer sellar el acto de la
mañana.
2º Por la tarde a las doce y media,
partió el desfile desde la “Calle Bolívar” hacia distintos puntos del poblado,
el cual pasó la marcha cerca y en frente del monumento del Libertador cuya obra
arquitectónica, inaugurase en esos momentos. Cuando el reloj marcó la una con
exactitud, ocupó la tribuna el orador de orden e impuso a la muchedumbre un
silencio imponente de diez minutos.
Cuando feneció el lapso de tiempo
fijado, comenzó la peroración que duró quince minutos. En seguida pronunciaron
elocuentes discursos las cinco damas representativas de las cinco repúblicas
hermanas, siendo ovacionadas por el auditorio. Fueron cantadas por los alumnos
de los planteles federales números 54 y 69 los himnos de las cinco repúblicas.
La espiritual y virtuosa señorita
Socorro Contreras, maestra de ceremonia, recitó un bellísimo soneto dedicado a
La Bandera, seguidamente las mismas armoniosas bocas cantaron el Himno de los
Libertadores.
Una selecta pieza, completó este
número. La alumna Delfina Peñaloza, en nombre del Plantel Federal de niñas
número 69 recitó un soneto titulado: “A Bolívar y a Colón”. Acto continuo la
alumna del mismo plantel, Carmen Chacón recitó un soneto inédito dedicado al
Libertador. Luego el alumno Gilberto Chaparro, en representación de la Escuela
Federal número 54, recitó un soneto del inspirado vate colombiano Federico
Rivas Frade. Por último, para finalizar el acto, la precoz y simpática niña
Elva María, de tres años y cuatro meses, fue subida a la tribuna, dejando
perplejo al auditorio por su impavidez y exquisita gracia al recitar una
pequeña composición. La “Orquesta Zambrano” cerró con broche diamantino los
imponentes festejos fúnebres de la tarde, conmemorativos del primer centenario
de la muerte del gran Libertador.
3º En la noche de 8 a 11 una
hermosísima velada, la cual fue clausurada con un cuadro plástico de las cinco
repúblicas hermanas, en el que se vio en medio de ellas, al Padre de la Patria.
Palabras pronunciadas por la
señorita Céfora Chaparro, representando a Venezuela, en la celebración del centenario
de la muerte del Libertador:
Yo, la República de Venezuela,
siento en lo más hondo del corazón, la inefable complacencia de evocar en estos
supremos momentos a uno de los más colosos héroes de nuestra amada patria, el glorioso
genio de la Independencia, Libertador Simón Bolívar. Naciste en mi capital
Caracas, fecha 24 de julio de 1783 y moriste en Santa Marta, en la Quinta de
San Pedro Alejandrino, en Colombia, a la una de la tarde del día 17 de
diciembre de 1830, día imborrable en la historia de la redención del mundo.
Hoy, inspirada en el más acendrado testimonio de eterna e imperecedera gratitud
hacia vos, héroe máximo. ¡Inmortal Libertador! Que arriesgasteis vuestra vida
tantas veces en los sangrientos campos de batalla de nuestra Guerra Magna por
ver más tarde coronada vuestra aspiración y vuestra gloria, de quitar
desinteresadamente a mis amados hijos las duras y pesadas cadenas que los
oprimían como esclavos que desde hacía siglos, estaban bajo el poder del yugo
español, vengo enorgullecida a presentarme ante este digno monumento, investida
de la más profunda veneración, que justa y legítimamente debo sentir, hacia
vos. ¡Oh esplendoroso sol de la más sublime libertad, para quien los cantos
expresivos de los mejores cantores guerreros, en combinación con las suaves
armonías de las fontanas y acaso también con el preludio de las canoras aves,
que trinan en sus ramajes, de las gigantescas selvas bolivarianas, no son nada,
lo mismo que mi canto, para cantar en himnos armoniosos vuestras sagradas
gestas libertarias.
Pero ya que mis palabras y cantares
nada significan ante vuestra magna historia de épicas hazañas, y no son dignas
de llegar hasta vuestro trono para darte mi demostración de gratitud y ungirte
con mis ósculos maternos, permite pues, Divino Prepotente, que me escuchas, que
en estos venturosos momentos, en que me encuentro transportada de satisfacción
y de dolor, por el motivo de contemplar en el Panteón Nacional, las cenizas de
mis preclaros hijos Miranda, Sucre, Páez, Bolívar, etc., etc., adore y venere
con toda la fuerza de mi espiritualidad tan veneradas cenizas que son para mí
por ciertas, tan sagradas, como es sagrado este pabellón tricolor, en cuyos
pliegues combinados por Miranda, juro postrada de hinojos ante el firmamento
estrellado y ante el grupo de las demás naciones del orbe civilizado, que he de
morir primero abrazando a mi bandera, como lo hago en este instante, antes que
mis hijos que me sostienen con vigor y que me honran a imitación de mis
antepasados y progenitores que dieron victoriosamente sus vidas por salvarme,
se vean en poder de cualquiera ambiciosa nación, que atraída por mis inmensas
riquezas, pretendan profanar e imperar en mi orgulloso suelo.
Permitidme ciudadano Libertador
Simón Bolívar, que como madre vuestra, bese vuestras cenizas de sin par paladín
y que las deje impregnadas de infinitas lágrimas y de ósculos espirituales,
esta humilde corona de laureles que es lo único que vengo a traeros para
dejarla ante vuestro digno monumento consagrado a vuestra perpetua memoria, hoy
que cumples el primer centenario de vuestra gloriosa muerte.
Palabras pronunciadas por la señorita
Teotiste Chaparro, representando a Colombia en el centenario de la muerte del
Libertador.
Yo, Colombia, vengo hacia este girón
de suelo venezolano, impulsada solamente por el agradecimiento eterno que tanto
mis hijos como yo, sentimos unánimemente hacia aquellos perínclitos patriotas y
héroes ilustres, que encabezados por la dirección del glorioso genio de la
libertad suramericana, Libertador Simón Bolívar, se sacrificaron y regaron su
sangre ennoblecida por legarnos Patria y Libertad. Y hoy que cumple nuestro
Libertador cien años de haber dejado su envoltura corporal y haber volado su
alma hacia el verdadero trono que ganó por sus hazañas, permitid hermana
Venezuela, acercarme ante este momento consagrado a su recuerdo, para dejar
esta humilde corona de laurales, a los pies de tan digno monumento.
Mi romántico y rumoroso Magdalena se
encargó de regarla con sus brisas, son lágrimas de gratitud regadas por mis
hijos, que por tantas rodaron hacia él, muy blancas y cristalinas cual las
aguas de este río de San Antonio, cuya pureza sin mácula, ni sombra se retrata
en mi orgullosa bandera que me escuda, como nación completamente libre e
independiente.
¡Padre Libertador! Aquellas palabras
que pronunciaron vuestros labios en Santa Marta, pocos momentos antes de
vuestra muerte: “¡Colombianos! Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos
y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”, se han cumplido
estrictamente según vuestra última voluntad.
Hoy se han extinguido las diferentes
políticas que no me dejaban surgir próspera y feliz, y mis hijos se han
consolidado a trabajar honradamente, cada cual en sus arduas faenas, respetando
las instituciones, la soberanía, las leyes civiles y sacrosantas, etc., al fin
han sido educados en la fuente del verdadero cristianismo y del respeto hacia
los fueros ciudadanos, porque ellos llevan en sus arterias y en sus espíritus,
hónrome en decirlo a grito entero, mi inmaculada sangre y nobleza.
¡Salve! ¡Oh inmortal Libertador!
Fuente: Periódico “La Montaña”. Año II. Mes I. Nº 324. San
Cristóbal, sábado 17 de enero de 1931.