jueves, 4 de junio de 2015

LA CARRETERA TRASANDINA

Por: Horacio Moreno
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira


En la cuspide del Páramo La Negra, frío y frailejones, en días soleados, nubes de polvo.
(Foto: Horacio Moreno - 1973)

Una breve mirada sobre el trayecto entre La Grita y el Páramo La Negra, nos permite señalar la falta de atención que le merece a los Organismos del Estado, la vía en referencia.
En ese trayecto de unos 47 kilómetros, se observan espléndidos paisajes de la gran Cordillera de Los Andes.
Desde La Grita, paseando por la vertiente del Aguadía y Venegara, la carretera sube en forma violenta hasta los verdes prados de Sabana Grande y llano Largo. Luego pasa por la suave pendiente de El Cedrito a 2.447 metros. Sigue por una llanura fría La Cañada a 2.580 metros, para remontar el páramo La Negra a 3.120 metros.
Desde estas alturas podemos contemplar gran parte de los estados Táchira y Mérida, así como las actividades del hombre que trabaja en esas tierras que franquean esas inmensas soledades.
Lamentablemente ésta antigua carretera no ha recibido la atención que merece, no obstante haber solicitado su ensanchamiento y asfaltado en muchas ocasiones, todo se ha quedado en promesas y los planos archivados en algún despacho oficial.
Del páramo La Negra a Pueblo Hondo hay 35 kilómetros. De Pueblo Hondo a San Simón hay 20 kilómetros para enlazarla con La Panamericana. De Pueblo Hondo a La Grita hay 35 kilómetros. Inmensas zonas agrícolas se verían favorecidas con el asfaltado de esta vía.
Hasta el sitio conocido como El Delgadito (Esta todo polvo y baches encuentra el turista que se interna por esta carretera).
En toda la zona mencionada hay pueblos y sitios excelentes para disfrutar de su buen clima y paisajes. Entre estos pueblos se hallan: La Grita, "pedazo del Edén" como dijo el doctor Emilio Constantino Guerrero, tiene la Iglesia Matriz, donde se venera la milagrosa imagen del Santo Cristo y la Iglesia de Nuestra Señora de Los Angeles. El Santuario de Lourdes, situado en una colina llamada La Meseta, desde donde se divisa un magnifico paisaje. El altar de esta capilla, según referencia del año 1929, fue hecho por el maestro Miguel Escalante, es una obra de estalactitas artisticamente confeccionadas.
La estatua de bronce de Monseñor Jáuregui Moreno inaugurada el 14 de septiembre de 1914. La placa conmemorativa del paso por esa ciudad en el año 1813 de las fuerzas del Libertador Simón Bolívar, que existe en la esquina Norte de la Plaza Sucre.
El Cerro de la Espinoza, donde se aprecia una vista panorámica de la ciudad de La Grita. Es muy concurrida la romería a la Santa Cruz que se venera en una capilla levantada por personas piadosas desde el siglo pasado.
El Hotel Montaña, construcción típica que se halla muy cerca de la ciudad de La Grita.
Aguas Calientes, sitio de descanso, donde brotan manantiales de agua sulfhídrica y biscarbonatada con carbonatos de soda. A esta fuente se le conoce con el nombre de "Vichy de La Grita".
La Casa del Balcón donde Bolívar se alojó en el año 1813.
El Liceo Militar Jáuregui fundado en el año 1951 con una destacada trayectoria en la educación venezolana. El Obelisco de cal y canto levantado en el Parque Francisco de Cáceres a la entrada de la ciudad por el Oeste, con motivo de las Bodas de Plata sacerdotales de Monseñor Jáuregui, en el año 1895.
En su recorrido hacia el páramo La Negra encontramos los siguientes sitios importantes:

LA MESETA DE VENEGARA, habitado en épocas pasadas por indios bravos. Dispersos éstos por el conquistador español, los pocos que quedaron fueron agregados a otras parcialidades. Desde el mirador "El Pinar" se aprecia un panorama magnifico.
A las verdes praderas de Sabana Grande y Llano Largo, donde corre el frío y la niebla por entre arboledas umbrosas y el disperso caserío. En tardes despejadas se destacan las cumbres andinas nítidas en sus soledades de siglos.
La aldea Sabana Grande posee el templo colonial frente a la plaza Bolívar y en el caserío Llano Largo hay una capilla moderna y muchas propiedades campestres de familias habituadas ya a la grandeza solemne del paisaje.


Calle principal de Pueblo Hondo, notece la zanja que ha dejado la lluvia. Al fondo el majestuoso páramo San Telmo. (Foto Horacio Moreno - 1973)

PUEBLO HONDO, es un sitio excelente para disfrutar de su buen clima y paisajes.
Sus dos grandes alturas más importantes proporcionan vistas de gran colorido y belleza. Desde el páramo San Telmo se divisa la zona de La Fría, Coloncito, Morotuto, la región de Uribante y El Zumbador.
La cascada de Aguamansa formada por la quebrada del mismo nombre es un salto de casi ocho metros de altura.
La piedra de La Pileta  y el Horno de Los Indios, curiosa manifestación del arte e ingenio de los aborigenes es el recuerdo de las tribus Yenguines y Buroquías que se perpetua en el eglógico verdor de las montañas andinas. Son piedras cargadas de historia, situadas a la vera del antiguo camino de recuas, que evocan el recuerdo de un pasado esplendoroso. En ese lugar se llevaban a efecto las extrañas ceremonias a sus dioses, pues la disposición y forma de tales construcciones así lo demuestran. Ambas piedras se hallan separadas por el caudal eterno eterno del río Escalante y una plataforma cubierta de maleza, donde creemos se congregaba la tribu, frente a la gran montaña, circundada de nieblas y silencios.
Las lagunas de Aguamansa y Nánjar sembrada de truchas y carpas.
Las alturas de Loma Redonda donde se aprecia el panorama de Pueblo Hondo y Nánjar.
La cúspide del páramo La Negra, donde contemplamos el inmenso verde oscuro de la Cordillera de Tovar, las ráfagas de bermellón del lejano Lago de Maracaibo, los grises páramos agrestes y los imponentes bosques de eterno verdor de Uribante.
Lamentablemente en esta cima no hay cabaña para pernoctar y contemplar detenidamente el paisaje.
Hay quien dice que la carretera de Los Andes es la ruta de las grandes revelaciones. 
Al pie de los páramos enhiestos se hallan pueblecitos coloniales, grupos de casas blancas, cuadrados de trigo verdes prados y la naturaleza inundada de azul.
Las lagunas de formación glaciar se hallan diseminadas en el Páramo. En sus alrededores se puede observar la más prodigiosa variedad de arbustos parameros.
Con la descripción de esta parte de la cordillera de Los Andes, se podría incorporar a un programa de desarrollo turístico.
Basta una mirada hacia esas olvidadas regiones de incalculable valor tanto en el orden estético como en el histórico, para apreciar una situación que cada día se hace más insoportable a los habitantes y vehículos que se desplazan por esa vía.
El asfaltado de la carretera trasandina es particularmente favorable para el desarrollo turístico de la ciudad del Espíritu Santo de La Grita. Aún, más, adquiere un verdadero significado para el nombre de nuestra región, íntimamente vinculada al deporte del ciclismo el uso del trayecto La Grita-Pueblo Hondo-San Simón y La Panamericana. 
Sin salirse del Táchira, daría ocasión para conocer más nuestros "paisajes económicos" en armonía con la capa de asfalto, esta obra sería de capital importancia para el progreso, la cultura y la capacidad creadora del pueblo.

Nota: El original de esta nota se puede consultar en Diario Católico, Información, p. 14. Miercoles, 12 de diciembre de 1973.