lunes, 26 de junio de 2017

LA SEMANA SANTA DE ANTAÑO EN SAN JOSÉ DE BOLÍVAR

Por: José Antonio Pulido Zambrano
Editor de la revista Riobobense


Luis Rosales en el papel de Jesucristo (Semana Santa 1993).-

Anteriormente la gente de antes - suele decirme mi padre don Pedro - solía trabajar todo el año, eso de las vacaciones es un concepto nuevo en el pueblo.
En la época de antes, la de nuestros padres, se trabajaba mucho, menos en Semana Santa y la época de Navidad; sobre todo en Nochebuena, el nacimiento del niño Dios.
Se tenía por costumbre en lo que se conoce como "Tiempo de Cuaresma" no comer carne ni los miércoles ni los viernes;de igual manera los días santos: Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, eran días de ayuno obligatorio; el jueves se preparaba el ritual de los "Siete potajes" ya que ese día se comía a mediodía siete comidas distintas, menos carne, pues en Semana Santa no se consumía carne en ningún día.
El sábado santo la gente se preparaba desde muy temprano para estar en la cantada de gloria, en esa época la iglesia no tenía bancas y era costumbre que cada familia llevase las bancas al Templo, por lo que se mandaba a realizar a los carpinteros de la zona bancas con ornatos especiales para identificar los apellidos de cada objeto. Los Pulido tenían una banca que tenía labrado a San Jorge peleando con el dragón; Los Zambrano ostentaban en su banca una Flor de Lis con un San Juan Bautista; Los Francisconi habían mandado a tallar un par de llaves símbolo de San Pedro en su butacas; Los Parra tenían como icono en su banquete un par de uvas; Los Peñaloza habían mandado a moldear la imagen de San Antonio de Padua; Los Chacón tenían a San Esteban entre palmas y piedras; Los Moreno a San Francisco de Asis; entre otros.
Una característica (hoy en desuso) era que al poblado lo abrazaba un verdadero silencio, la iglesia atestada de feligreses orando en murmullos, las calles desiertas, las tarantines y bodegas cerradas. Sólo el ajetreo de las matracas anunciaban algún cambio. Ese sábado de gloria a las ocho en punto se rompía el velo, se cantaba el Gloria, las campanas donadas por los fundadores del pueblo aleteaban en vuelo con sus repiques; sonaba el acorde armonioso del antiguo Órgano que había logrado traer de Mérida, vía Tovar el padre José Ignacio Moncada, este acorde lastimero iba acompañado de los cantos liturgicos y un oración en latín por parte del sacerdote. Luego la gente encendía las velas y la gente repetía las palabras del Cura: 

- ¡Cristo Rey, resucitó!


La idea del Viacrusis Viviente se instala en 1977 por el padre español Juan Francisco Santos Gutierrez.-