miércoles, 28 de abril de 2010

DON ALTAGRACIA PEÑALOZA Y LA MESA DE SAN ANTONIO

*José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira



- ¡Ala muchacho! Yo seguí los senderos del general Juan Pablo Peñaloza -fueron las ultimas palabras que recuerdo de don Altagracia Peñaloza, estaba sentado en su casa de habitación en el sector La Quinta. 
En charla amena recordaba su infancia en la Mesa de San Antonio junto a sus padres Don Leandro y Genara Peñaloza, de esta unión nacieron: Celina, Eulalia, Emilio, Juan, Altagracia del C, Simona, Genara y José Eutimio Peñaloza Peñaloza. Las raíces de esta familia venían de la zona de La Florida, donde vinieron con nuevos sueños a cultivar las tierras del Río Bobo. Una familia muy alegre y jocosa, que mostraban la alegría por la vida.
Aquella tarde remota en la que este servidor conversaba con Don Altagracia señaló haber nacido un 11 de marzo de 1922. Me habló mucho de su hijo Freddy, y de un tío al que quiso mucho llamado don Tito Peñaloza. 
Una de las anécdotas que recordaba era la visita que le hiciese al pueblo el Ex-Presidente de la República, el Señor Carlos Andrés Pérez, con quién conversó y compartió un almuerzo.
Con gran nostalgia Don Altagracia nos habló de sus años dorados, de su amor por el campo y su conocimiento sobre la guerrilla de montaña (los montoneros) en la época que los andinos mandaban en Venezuela. Así mismo añoraba sus incas El Mazparro y San Vicente en la Mesa de San Antonio, y comentaba con orgullo que “la mesa es tierra de Peñalozas, forjadores de trabajo y sueños”. 
Don Altagracia nunca fue amigo del ocio, se levantaba muy temprano, pues “quién mañanea mijito coge agua clara” - nos señaló aquel día. A los 17 años contrajo matrimonio con Maira Marcela Carrero, con quién tuvo 11 hijos. 
Don Altagracia fue prefecto del municipio de 1975 a 1977, cargo que desempeñó con respeto y honradez. Fue disciplina suya el estar muy temprano en el oficio administrativo y en buscar obras para el pueblo, una de estas fue cambiar el viejo busto del libertador Simón Bolívar que había sido traído de Mérida por uno nuevo hecho de bronce, que estaba en Caño Amarillo en la capital, con la ayuda de su amigo Vicente Vivas. 
Don Altagracia también se recordara por su gran lealtad a la amistad y el amor inculcado en su familia.
Don Altagracia Peñaloza cultivó dos géneros muy importantes para el riobobero; uno el campo, que lo vio florecer hasta el atardecer de su vida, jovial y alegre como caracterizó a este gran señor y, el otro genero que cultivó fue el de la buena amistad. Quienes recuerdan a Don Altagracia, lo rememoran con gran cariño y una gran sonrisa en un riobobero al recordar los cuentos y chistes de Altagracia.
Formó un gran hogar, que supo llevar al lado de su esposa, de sus hijos y nietos. 

“Vale más vivir con grandes agobios
pobre, que haber sido señor
y pudrirse en una rica tumba.
Es mejor morir como el pueblo”

Sus palabras perviven no por su sabiduría campesina sino por las obras que dejó para nuestros hijos, sus enseñanzas y su moralidad, serán un ejemplo para las nuevas generaciones de rioboberos. Murió el 2 de julio del 2001, a raíz de una fractura en el fémur.