Por: Juan José García
Doña María Isaac García Méndez
Nació un primero de enero del año 1900. Sus padres: Clemente García y Teresa Méndez. Su niñez transcurrió en un hogar humilde en el caserío La Costa. Entre sus hermanos: Magdalena, Saturna, María La Paz, Crisanto y Román.
Se casa con don Juan García, de cuyo matrimonio son hijos: Hipólito (1925), Alfredo (1927), Antonio (1929), Elda (1930) y Pedro (1933).
Cuando Hipólito tenía 13 años, doña María García quedó viuda a cargo de sus cinco hijos, a los cuales crió con la ayuda de sus hijos mayores en el trabajo duro y laborioso. Se volvió a casar a los 47 años y al poco tiempo volvió a enviudar.
Un día una de sus nietas le preguntó: ¿Nona por qué nos pelea tanto si usted se caso dos veces? A lo que ella contesto: - Porque yo era bonita.
Un día una de sus nietas le preguntó: ¿Nona por qué nos pelea tanto si usted se caso dos veces? A lo que ella contesto: - Porque yo era bonita.
Doña María les trabajo por muchos años a los santos misioneros, aquí en San José de Bolívar, en Queniquea y en La Florida. Con el padre Guerrero duro del año 1954 a 1964, cuando se fue de párroco para La Grita, se fue a trabajar allá. Un día le dijo que se venía porque los niños estaban solos y el padre le dijo: - ¿Cuanto tiene el menor? Y Doña María con picardía le contesto: - Ya está casado y con hijos.
A Doña María le encantaban las parrandas, los velorios. Todos los viernes en las tardes llenaba sus vasos de flores para que el sábado poder vestir el altar, tener limpia la iglesia y los santos. Fue Cofrade del Santísimo y de la Legión de María por muchos años.
Doña María le contaba a sus nietos leyendas e historias, un día relató que cuando venía de La Costa, le pidió a las benditas Animas, que le acompañaran no más terminar de hablar cuando escuchó unos murmullos de voces a sus alrededores, que oraban; y se hizo la señal de la cruz y siguió. Al llegar a la quebrada La Toponera desaparecieron aquellas voces. Ella decía que a las Ánimas no se les debe pedir compañía. También contaba que un día se le murió una tía y duró varias horas muerta, ya la estaban velando cuando de repente se levantó, decía Doña María que fue tanto el susto que la gente salió corriendo.
Cuando subían los niños de la escuela les daba aguamiel y ajiaco (sopa) y pan. Sus historias las contaba en la noche, pero eso sí, antes se sentaba a rezar el santo rosario. Vivió 103 años y aún a esa edad, usted la visitaba a las cinco y la encontraba leyendo, a ella le encantaba leer.
Murió un 8 de abril del 2003, dejó 5 hijos, 51 nietos, 120 bisnietos y 81 tataranietos y ellos ahora siguen su ejemplo.