Por: José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira
Nixón Pulido Zambrano y el sacerdote José Ramón Salcedo.-
En el momento de escribir estas líneas se han cumplido más de 18 años desde aquel mágico 1992. Una fecha que cambiaría mi vida.
Fue en aquel lejano 1992, que me gradué de bachiller, despedí a Mayra y conocí al Padre José Ramón.
Sí, fue en aquel lejano 1992 cuando, de pronto, descubrí que mi pueblo era un “pueblo encantado”.
Al iniciarse 1993 ingrese al Grupo Juvenil Seguidores de Jesús, y allí se dio inicio a una gran amistad con el padre José Ramón Salcedo.
Luego, por aquellos días fundamos el teatro Mascarada.
Sí, fue en aquel lejano 1992 cuando, de pronto, descubrí que mi pueblo era un “pueblo encantado”.
Al iniciarse 1993 ingrese al Grupo Juvenil Seguidores de Jesús, y allí se dio inicio a una gran amistad con el padre José Ramón Salcedo.
Luego, por aquellos días fundamos el teatro Mascarada.
El Padre José Ramón había nacido en Colon. Y, desde muy temprana edad tuvo una fuerte inclinación hacia Dios. Fue al Seminario de Palmira y allí de la mano de monseñor Marco Tulio Ramírez Roa fue ordenado sacerdote y su primer presbiterio fue San José de Bolívar.
Con apenas 23 años llegó a asumir la parroquia. Muchos lo veían muy niño cuando se apareció en el río Bobo, pues el pueblo estaba acostumbrado a sacerdotes por decirlo más avejentados.
Con apenas 23 años llegó a asumir la parroquia. Muchos lo veían muy niño cuando se apareció en el río Bobo, pues el pueblo estaba acostumbrado a sacerdotes por decirlo más avejentados.
El padre José Ramón hoy me recuerda a otro sacerdote que marcó al pueblo, el padre Santos.
El padre José Ramón se encargó de la Infancia Misionera dejada por el padre Jesús Campos y fundó el Grupo Juvenil Seguidores de Jesús, agrupación cultural-religiosa que dio sus avances en teatro, danza y el regazo espiritual.
Aún se recuerda el montaje de la obra llanera El Silbón bajo la dirección del padre José Ramón Salcedo. O la obra de teatro infantil La Cucarachita Martínez y el Ratón Pérez. O su desprendimiento por el Víacrucis de Semana Santa.
El padre José Ramón se encargó de la Infancia Misionera dejada por el padre Jesús Campos y fundó el Grupo Juvenil Seguidores de Jesús, agrupación cultural-religiosa que dio sus avances en teatro, danza y el regazo espiritual.
Aún se recuerda el montaje de la obra llanera El Silbón bajo la dirección del padre José Ramón Salcedo. O la obra de teatro infantil La Cucarachita Martínez y el Ratón Pérez. O su desprendimiento por el Víacrucis de Semana Santa.
El padre José Ramón, bajo de estatura, delgado, era una hormiguita en el trabajo de nuestro pueblo, un hombre de amanecer hasta que el piso de nuestra iglesia brillara como un espejo ante la visita del señor Obispo.
El padre José Ramón, el hombre culto, de lecturas criticas, de voz fuerte, que en sus homilías no comía cuento para decir las verdades que en el pueblo se callaban; atacó al alcohol, la droga, la infidelidad que se desbordaba en las madrugadas frías y sobre todo a la indiferencia ante la pobreza de nuestros coterráneos.
Y la lucha fuerte fue su tesón para que nuestro pueblo fuera llevado a Municipio, el como el Libertador forjó no una espada en sus manos, sino forjó una voz que se alzó en estas montañas, para destrozar de una vez por todas las cadenas que nos tuvieron subyugados y olvidados por mucho tiempo al gran imperio de La Grita.
Fueron muchos los que se opusieron, pero el Padre José Ramón al lado de valientes rioboberos independizaron a nuestro pueblo, y lo más triste es que nuestro padre José Ramón fue expulsado luego, al igual que Bolívar, de este pueblo, que era su terruño, expulsado por las voces mezquinas que se esconden en las esquinas de este pueblo del confín del mundo.
Fueron muchos los que se opusieron, pero el Padre José Ramón al lado de valientes rioboberos independizaron a nuestro pueblo, y lo más triste es que nuestro padre José Ramón fue expulsado luego, al igual que Bolívar, de este pueblo, que era su terruño, expulsado por las voces mezquinas que se esconden en las esquinas de este pueblo del confín del mundo.
Las primeras autoridades que asumieron el poder autónomo como municipio Francisco de Miranda olvidaron el legado de José Ramón (perdone el lector esta confianza), si estas autoridades lanzaron al exilio y al olvido a José Ramón Salcedo, pero José Ramón Salcedo, “el Libertador Riobobero” quedó entrañado en los corazones de los que le conocimos.
Después José Ramón se hizo Capellán, viajó a Roma y España, hoy se sigue cultivando espiritualmente desde la lejanía, y en lugar de su corazón perdura el grito (No de Dolores), el grito independentista de los rioboberos.