viernes, 3 de septiembre de 2010

ENTRE PUTAS Y ESPANTOS EN SAN JOSÉ DE BOLíVAR

Por: José Antonio Pulido Zambrano


- En San José de Bolívar y Queniquea no llegó la calle 1 - me decía tiempo atrás un viejito de los de mi pueblo, y en sus palabras sentí sarcasmo pero también nostalgia. El lector dirá que el pueblo tiene la calle 1 donde esta el Cementerio. Pero el viejito se refería al decir "calle 1" otra connotación a su frase.
La calle uno en otros pueblos del Táchira, era la calle de las meretrices, la calle prohibida a donde no podían ir los niños y eran llevados los jóvenes para hacerse hombres y entrar al ritual de los amores. La calle uno era el lugar para comprar los amores, era la calle donde el aire olía a aguardiente y tabaco.
A La Grita, Pregonero, Lobatera, El Cobre y Seboruco, de las conversaciones hechas por mi cuenta, si llegaron las "mujeres alegres" como las llamaba el abuelo. Al pueblo de San José de Bolívar por la lejanía y quizá por el extremo de la religiosidad, no permitió que las prostitutas llegaran al Río Bobo.
Alguien me decía días atrás, que una ferias, el señor Pascual Escalante había traído un Mabil y lo había instalado en la calle 4, donde hoy queda la Carnicería "Toro Negro", se diferenciaba porque a la entrada había un bombillo rojo, y adentro los que lo visitaron cuentan que habían tres o cuatro mujeres de Colombia, pero a lo máximo duro tres días, pues llegaron a los oídos de Pascual cosas malas, y este prefirió acabar con ese negocio, antes que nada, lo único que le quedo fue una Rockola, que la instalo luego en una Licorería que montó en "El Topón".
Eso si, los más viejos señalaban a una o dos mujeres del pueblo que jugaban con los favores sexuales de los grandes señores, y de allí que hubiese un alto porcentaje de hijos naturales o bastardos como lo nombraba Don Fulano de tal. Al leer el libro "Memorias de mis putas Tristes" de nuestro amado Gabriel García Márquez, observé que era el único libro que no se podía aplicar a nuestro pueblo, pues la calle alegre, la calle de las putas nunca llegó al poblado.
Ahora, al empezar a adentrarnos en el tema de la sexualidad en el pueblo, tema Tabú aún a estas alturas, pero que en las voces bajas se acostumbra a señalar u hablar de esto. Quizá por ello las infidelidades se daban de noche y los amantes se cubrían con las máscaras de los espantos para poder ver así al amado, que por circunstancias de clases o porque "Hasta que la muerte los separe" mantenía unidos a muchos matrimonios pero sólo por apariencias. De allí que observemos padres que tienen dos o tres hijos en mujeres distintas.
De allí que en los años cincuenta al pueblo lo empezara a asolar un espanto, con los días se llegó a la conclusión que era el diablo, quienes lo lograron ver decían que era un hombre muy alto, con una gran capa y un gran sombrero, nunca mostraba su rostro, el camino des espanto era desde la plaza hasta el Topón, el sacerdote en sus homilías decía que el diablo había bajado al pueblo porque existían hombres que no respetaban el matrimonio.
Resulta que el dicho espanto era un gran "Don" del pueblo, incluso pertenecía a la sociedad "Caballeros del Santísimo Sacramento", que visitaba a una viuda en el sector del Topón. Llego a tanto el miedo que otros decían que era "El Silbon", y el "Don" se reía a carcajadas, pues nadie se atrevía a salir de noche al pueblo por miedo al espanto.
Este mismo "Don"uso la misma estrategia para visitar a otra amante en una aldea lejana, y así fue como un extraño jinete, todo de negro empezó a aterrorizar la comarca. Un día el "Don Fulano" enfermó, y la mujer de la aldea sin saber de su amante empezó a deambular en las noches frente a la casa del mismo, al otro día el cuento era: - "Anoche, anoche la vieron, dicen que era la Llorona, pegaba unos gritos alrededor de la plaza, esa era la llorona".
A los días sucedió el terremoto del año 1957, y los espantos no volvieron a salir, pero continuaron de eso estoy seguro muchos amantes prohibidos.