miércoles, 1 de septiembre de 2010

LA LEPRA Y SU RELACIÓN CON LA HISTORIA DE LOBATERA

José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira

Días atrás mi madre me señalaba que algún día le gustaría visitar la tumba de la abuela Leocadia Sánchez de Vivas. Yo le pregunte el por qué? Ella me dijo que la lectura del libro que yo le había dado a leer le había impactado. No lo podía negar, a mí tambien la lectura de esa historia me había llegado al alma. La historia en si esta como un primer Prólogo del libro ¡Gómez Único! de Ramón González Escorihuela. Pero a mi madre y a mí no sólo nos había cautivado la historia, al primo Ramón Márquez tambien, los tres coíncidiamos en la buena pluma de Jesús Alfonso Vivas Terán.
El lunes pasado, aprovechando que Ramón Márquez había venido de Mérida, le invite a que nos fueramos a buscar la tumba de la abuela Leocadia, y en efecto a ella llegamos.


Tumba de los Vivas Teran en Lobatera

La historia de Leocadia Sánchez es muy triste, pero posee esa atmosfera que hace de quien padece una enfermedad una feroina. La narración explica como Doña Leocadia empezo a sentir salpullidos y enrojecimientos en su piel, pero no le presto atención, más cuando estaba esperando a un nuevo hijo. Ella sentía molestias en la piel y le dolía pero no decía nada a su esposo Abdón Vivas Casanova.
LLegó el día del alumbramiento, y vino al mundo un varón al cual bautizaron Ezequiel, a Leocadia como era constumbre en la época debío durar 45 días de dieta en total oscuridad, sólo una rendija de luz debía ingresar a la habitación de la recien parida.
El día que Leocadía terminaba su dieta sucedio la desgracia, pero dejemos que sea el mismo Jesús Vivas Terán quién narre el episodio:

"Aquel día de alegría y de fiesta se trastocó en horror, cuando a la claridad de la luz del sol la abuela Leocadia mostró en su piel manchas blancas y algo hundidas, desde la cabeza a los pies. ¡Todos quedaron abismados! En sus caras se reflejaba el espanto de aquella aparición: ¡LEPRA! La noticia se regó como pólvora en el pueblo! De inmediato, Abdón, el esposo convirtió su casa de Lobatera en un convento de enclaustrados".

Desde ese día la casa se dividió en dos y la abuela Leocadia vivió en la parte de atrás, alejada de sus hijos y esposo, y sólo por una pequeña rendija se le llevaba alimentos. Este aislamiento duro 17 años, consumida "por el dolor y la enfermedad". La puerta del Solar se convirtió en la frontera prohibida para aquellos hijos que no podían acercarse a la madre enferma. "Ni una palabra, ni un contacto. Luego, el cerrojo, la soledad y la agonía".
Jesús Vivas Terán llama a esta primera estadía "el primer sepulcro de la abuela Leocadia, se despidió para siempre de sus hijos y del amado esposo, quedando aquellos huérfanos aunque su madre viva y este viudo teniendo esposa que no había muerto".
Una madrugada, años después la abuela Leocadia fue apartada del pueblo a un lugar llamado el "Cerro de la Cruz", que está frente al actual cementerio de Lobatera. Allí se acostumbraba a dejar la comida sobre un promontorio de piedras la comida a los enfermos que la recogían de noche.
La abuela Leocadia murió en el año de 1882, en la extrema soledad y quiza por ello en el marmol de la piedra que cubre sus restos dice: "A LA MADRE ADORABLE SANTIFICADA EN EL DOLOR.

  

Tumba de la Abuela Leocadia


Tumba del Dr. Ezequiel Vivas
quien fuese el primer político tachirense que tuviera influencia en Juan Vicente Gómez.



Dr. Ezequiel Vivas Sánchez


Tumba de Abdón Vivas

Por su parte la población de Lobatera es una comarca con una variada e interesantisima historia, eso se siente al leer los libros del Dr. Castillo Lara y el número 108 de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses intitulado  Lobatera: Tiempos históricos en una tierra de pioneros, del historiador Samir Sánchez. En estos libros se puede acceder a conocimientos locales de esta comunidad que van más allá de 1662, año en que el capitan español Antonio de los Ríos Ximeno, llegaría a dicho poblado para colocar una piedra fundacional. Ya en 1593 aparece en la historia el nombre de Don Pedro de Torres Vera con un título de propiedad de estas tierras. Es decir, al llegar Ríos Ximeno a estas tierras, ya en dicha comarca estaban asentados habitantes, españoles e indios, dedicados a la agricultura y la cría de ganados.
En una crónica de los años noventa Humberto Boscan expresa que. "Lobatera es un pueblo un poco triste. Primero y fundamental porque los temblores pareciera que le hubiese quitado un poco de a legría a sus habitantes", yo agregaría, y la lepra a finales del siglo XIX.
Y como constatar lo antiguo de Lobatera, por las arrugas de nuestros abuelos campesinos, no. La respuesta esta en el mismo cementerio de la población, hacia donde me dirigí a buscar la tumba de la Abuela Leocadia, una tumba que permitió escribir una crónica intitulada "El amor en los tiempos de la lepra".
Al fondo del cementerio nos llamó la atención una serie de tumbas, muy antiguas, que sustentan lo dicho por el cronista Sánchez, nuestros pueblos son tan antiguos a la llegada del español a estas tierras.
Anexo a continuación una serie de fotografias de las tumbas halladas en Lobatera, para futuros estudios:


Restos humanos


Observase la construcción circular en ladrillos 
y la manera de ir colocando las piedras.


Parte de atrás de otra de las tumbas que aún mantiene su estado natural a diferencia de otras, en frente esta el "Cerro de la Cruz" donde pernocto la abuela Leocadia los últimos días de su vida.


Criptas donde eran colocados los cuerpos.


Otra forma de realizar las tumbas antiguas con ladrillos y lajas.


Frontis de una de las tumbas.



Observese lsa construcción y estructura de las criptas, piedra, laja, ladrillo, barro, todo un trabajo para el ritual de estas tumbas del siglo XVII.


Frontis de otra de las tumbas con características griegas.


Lados laterales de una de las tumbas.


Osamenta humana en las tumbas antiguas de Lobatera.


El mundo de los muertos en total abandono.
  

El escritor José Antonio Pulido Zambrano 
en el cementerio de Lobatera