jueves, 12 de agosto de 2010

CUENTOS DE HORROR EN EL MUNICIPIO FRANCISCO DE MIRANDA

Por: José Lubin Pulido Chaparro
Cronista de san José de Bolívar


La historia de CRUZ MULA



Conocí en mi infancia a una señora de unos 75 años, blanca, delgada y arrugadita, sus dientes de la mandíbula superior se habían caído dejando visibles dos grandes y negros colmillos, cuyo nombre era Cruz y la apodaban Mula. Pregunté a Don Natividad Moncada porque le decían mula y me refirió que a comienzos de 1900 habitaba en La Playa, aldea La Pérez, un cura de apellido Mora a quien habían prohibido el ejercicio sacerdotal por problemas de faldas. En su casa la joven Cruz hacía las veces de cocinera y pasado cierto tiempo se observó que dicha joven estaba embarazada y el causante era el referido sacerdote. 
La bestia mular, según tradición religiosa, comió la paja donde acostaron al niño Jesús a su nacimiento, siendo condenada a la infertilidad por tal hecho. No se sabe porque razón a las mujeres que hubiesen tenido relación con sacerdotes las catalogan de mula y decían que se podía saber si una mujer estaba embarazada de un sacerdote, porque dejaba la huella del casco de la mula al caminar descalza. Seguí por varios días a la señora Cruz, a fin de constatar si dejaba la huella de su pie en forma de casco de mula, e incluso la vi descalza caminando por un lodazal, dejando la huella de su pie, no la de mula.
Me comentó Don Atilio Roa que en la época en que estaba embarazada, cuando se dirigía descalza a la era, muy bien delimitada con caña brava que impedía la entrada de gallinas, cerdos o cualquier otro animal que pudiera dañar las hortalizas, en busca de cebolla y perejil. Al salir y entrar la joven mencionada, se podía ver claramente la pisada de una bestia mular sin que dañara las hortalizas de la huerta. Hoy día es imposible constatar las pisadas de mula. Las damas andan todo el tiempo con flamantes calzados que impiden marcar la huella.



El Patio de las Brujas 


En tertulias que se realizaban por las noches en la bodega de mi padre, contaban que en algunos terrenos desolados de los alrededores de nuestra pequeña comunidad, era lugar propicio durante las noches de luna llena, para que se reunieran las brujas de diferentes estratos y regiones a bailar y hacer orgías, se reían a mandíbula batiente con espeluznantes alaridos. Si alguna persona pasaba por dicho sitio, lo dormían y al día siguiente se despertaba, a veces en el mismo lugar o en otro lugar distante, presentando moretones y arañazos en su cuerpo y sólo recordaban cuando las brujas lo habían atacado. Me aseguró Rafael Quintero La Cruz, que en El Topón, precisamente sobre la caja de agua, en varias oportunidades vio una gran cantidad de perros, ratas y pavas, danzando encima de dicha caja. Muchos trasnochadores de oficio en esa época, solían cargar, en el sombrero, en la cartera o en los bolsillos, una cruz de ramo vendito para librarse de esos espantos. En muchas ocasiones en las casas se oían ruidos en las noches, generalmente las mamás gritaban: “venga mañana por sal o panela”, cual grande era su sorpresa que a los primeros rayos del sol, su comadre tocaba a la puerta para prestarle sal o panela. 


Recuerdo dos hechos insólitos: Estando muy pequeño, vi revoletear un tominico durante las primeras horas de la noche, en nuestra casa solariega, luche por largo rato hasta atraparlo, lo encerré en un canasto de coger café y le coloqué una piedra encima para ver que hacia al día siguiente con el pajarito, muy temprano en la mañana fui a buscar el pequeño animal, el canasto estaba volteado y había escapado, y me dijeron: “eso era seguramente una bruja”. 
El otro hecho, ya adulto, estaba arreglando un corral en mi finca, de pronto oigo un ruido al pie de un curo, me dirijo al sitio para saber de que se trataba, diviso una pava, vieja, flaca y un tanto desplumada, trato de agarrarla, sale volando y recorre mas de un kilómetro, no natural en ese tipo de animal. 
Comentan los vecinos que en las cercanías habita hoy día alguna bruja.