domingo, 8 de agosto de 2010

TIEMPOS DE LEYENDAS EN SAN JOSÉ DE BOLÍVAR

Don Eliseo Escalante y los cuentos de camino

Compilados por: José Antonio Pulido Zambrano

En la aldea “La Costa” nos encontramos con Doña María Guadalupe Escalante de Zambrano y en charla amena nos contó varias anécdotas de cuentos de caminos y leyendas, que son trascritas de manera literal del discurso de la entrevistada:


Un Fantasma al claro de la luna


Años atrás a José lo persiguió un fantasma. José era muy joven tal vez 17 o 18 años - enamorado. José era puras novias, un Don Juan completo y le gustaba mucho el trabajo. Los domingos con su trabajo conseguía la platica para brindarle a sus conquistas pastelitos y chicha. José era un cliente fijo de Doña Maximina. Porque en el pueblo no había pasteles y chicha tan buenos como los de Doña Maximina. Y como José era tan pastelero, pues tenía una novia que vivía en Las Cruces. Eso era religioso y todas las tardes se iba a visitar a la muchacha. Siempre le decían:

- Deje esa costumbre de estar andando de noche porque lo van a asustar .

Pero él decía:

- Yo me vengo tempranito.

De las nueve a las diez era la visita. Una noche se vino para la casa de la nona acompañado de un perrito que siempre seguía sus pasos. Aquella noche se despidió de la muchacha como todas las anteriores y al salir al camino real el perro empezó a inquietarse y a mostrarse asustado y se le entrecruzaba a José y no le dejaba andar, pero él pues mientras caminaba.
Siguió avanzando sin llegarle el miedo a su cuerpo, siguió camino arriba, la noche era muy oscura y al llegar a un piedrón, el perrito comenzó a interponerse más en su andar, José le dijo:

- No seas bobo, déjame caminar.

En ello a José se le ocurrió mirar para atrás y allí estaba aquello.

- ¡Ay mi madre! - grito ante lo que vio y echo carrera. Pero de lo que se llama “Así se corre”. ¡Que susto! Pues paso por frente de la casa de Don Juan y no la vio. Déle para donde la Nona llamándole:

- Nona, nonita. Apúrese, ábrame la puerta que me esta persiguiendo algo horrible.

Le abrieron la puerta y entró el pobre José más muerto que vivo del susto frente al corredor, allí había un pino enfrente desde donde le observaba aquel ser terrorífico envuelto en la niebla de páramo que había envuelto de improviso la casa.
Ya cuando estaba adentro, un tío de José se asomó y vio un resplandor blanco y en el centro una bola de fuego, de donde emanaban dos ojos diabólicos de una mujer. Todos comenzaron a rezar el rosario para alejar el espanto.
Después de lo sucedido la nona le dijo a José:

- Se dio cuenta mijito lo malo que es estar de noche por el camino sin necesidad.

José no volvió a salir de noche. Era de día que visitaba a la novia y cuando no la podía visitar le mandaba una cartica.



El enigma de la Popita


Don Eliseo Escalante era un humilde trabajador del campo, trabajaba mucho. Cuando no salía a trabajar era porque era un día de guardar como se decía antes. Se guiaban por el Almanaque, los días que eran festivos o mejor dicho era malo trabajar. El día de algún santo traían 2 cruces marcadas en rojo; de resto los días eran normales y se dedicaban al campo. Los domingos eran de descanso y se iba para el pueblo a comprar el mercadito y a la misa. 
Le gustaba a Don Eliseo echarse un palo de miche que costaba una locha, eso era un buen trago, pues casi era como 1/2 cartera y compraba algunos caramelitos de coco para sus hijos. Fue un gran padre, pues dio a sus hijos enseñanzas y amor. Jamas castigo a sus hijos con golpes, les hablaba con cariño y tanta paciencia pues los ponía a caminar derechitos, sin un correazo.
Don Eliseo era rezandero, lo buscaban para rezar; llegaba del trabajo y arranque a rezar la novena, porque cuando se le hacía tarde le cantaba la copetoncita, él le decía:

- Allá voy mijita, no se asuste.

De regreso al rancho no lo acompañaba nadie, pues cuando llegaba a la casa decía:

- Me venía acompañando La Popita.

¿Qué era La Popita? En ese tiempo como había tanta creencia o mejor dicho quizás mas fe al temor de Dios. Por eso salía La Popita.

- Yo nunca llegue a verla - señala Doña Guadalupe - porque decían los abuelos que no era a todos los que se les aparecía , al menos mi abuelita decía que no había que tenerle miedo, porque no era cosa mala.
La familia de Don Eliseo a las seis de la mañana ya estaban rezando el rosario. En la noche por lo regular a las siete y media ya se acostaban y a rezar el rosario. Los viernes rezaban la Pasión de Cristo, eran muy creyentes. Tenían razón que vieran la popita. Decían que era como una mota de algodón que iba alumbrando el camino por donde iba acompañando a la persona, a Don Eliseo lo acompañó varias veces La Popita. 


El faro blanco


Doña Guadalupe señala que su padre Don Eliseo Escalante también se lo cargó el buen amigo, es decir el Diablo, señala que se lo llevó como a Don Ernesto cuando lo trajo el diablo al pueblo desde el Zumbador en un cerrar y abrir de ojos.

Dice Guadalupe:

- A mi papá pues lo asustó el mismo tipo, con la diferencia que a Don Ernesto lo trajo en un carro. Resulta que una vez estaba trabajando en San José de Bolívar, en esos tiempos pues empezaban la brega (Trabajo o jornal) a las seis de la mañana hasta las seis de la tarde. Trabajaban toitico el día por un platero, un bolívar y cincuenta céntimos. 

Resulta que un día se quedo hablando con un compadre en una bodega del poblado y cuando se dio de cuenta lo había agarrado la noche. Pero como estaba haciendo buena luna pues no se afano mucho y cuando venía pasando por frente del ranchito de Don Ramón Caraña (Apodo), de repente vio un faro blanco.

Cuenta Guadalupe que Don Eliseo apuró el paso y se le fue con la machetilla a matar el bicho o cosa increíble, en ello lo envolvió una densa niebla y Don Eliseo empezó a tantear el camino para no extraviarse pero en cosa de segundos la niebla desapareció y se encontró sentado en la orilla del camino de la finca de Don Pío, al lado tenía la pala y la machetilla y el faro pues ya no estaba. Dice un tanto exaltada Guadalupe que:

- ¡Huy! Guapo el bicho ese, se lo cargó desde la quebrada el Topón hasta el fincón de Don Pío, que fue donde aterrizó mi papa. Esa noche papá llego y nos contó el cuento del faro blanco, nosotros asustados. Pero nos dijo:

- No se asusten mijitos que llegue más rápido y no supe como fue y no me hizo ningún rasguño, menos mal, eso fue el buen amigo. ¿Qué tal buen amigo?

Que tiempos - dice Guadalupe - amigos cuando no salían los jóvenes a echar su canita al aire por miedo al mandinga, porque si salía y los asustaba. Parecido a este tiempo, que no sale nada que los asuste. Se están en la calle hasta el amanecer con su compañera que no les falta, la botella de miche blanco o calentao y coman chimu, y que divirtiéndose: Ahora ni El Silbon se oye por ningún lado, es la nueva generación.


El soldado de la montaña


Otros de los relatos que se oyen en la aldea La Costa es la aparición de un alma en pena, los aldeanos señalan que es el espíritu de un soldado de la guerrilla que se enfrentó a Gómez bajo el mando del General Juan Pablo Peñaloza que de Pregonero a Queniquea tenía desparramado parte de su ejercito. Señalan que una comisión del tirano del Táchira Eustoquio Gómez después de diezmar Pregonero a las cenizas, persiguió sin cansancio a muchos de los rebeldes y en La Costa uno de estos insurgentes fue muerto y su cuerpo descuartizado y vejado de tal manera, que ni recibió sepultura cristiana.
Muchos años después empezó aparecer un espíritu en los caminos de La Costa, quienes lo vieron señalan que era un ser lleno de lamentos, casi siempre le faltaba una de las partes del cuerpo desmembrado, unos decían que le faltaban las manos, otros señalaban que le faltaba un brazo, el colectivo o voz popular le identificaban sin las dos piernas y que se arrastraba dando grandes gritos de desesperación, y hubo incluso quienes le señalaron ser un hombre sin cabeza lleno su cuerpo de sangre. El espanto no volvió a aparecer cuando el padre José Ignacio Moncada realizó una misa en aquella aldea por ese soldado anónimo.