lunes, 30 de agosto de 2010

EL PADRE LIBERTADOR; JOSÉ RAMÓN SALCEDO Y LA FUNDACIÓN DEL MUNICIPIO FRANCISCO DE MIRANDA

José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de Historia del Táchira

En el momento de escribir estas líneas se han cumplido más de 18 años desde aquel mágico 1992. Una fecha que cambiaría mi vida …
Fue en aquel lejano 1992, que me gradué de bachiller, despedí a Mayra y conocí al Padre José Ramón. Sí, fue en aquel lejano 1992 cuando, de pronto, descubrí que mi pueblo era un “pueblo encantado”. Al iniciarse 1993 ingrese al Grupo Juvenil “Seguidores de Jesús”, y allí se dio inicio a una gran amistad … Luego fundé el teatro Mascarada con Elvidio Márquez, Oscar Santander, José Chacón, José Ignacio Silva y mi hermano Pedro Alexander Pulido. En esos avatares conocí al padre José Ramón Salcedo.


El padre José Ramón Salcedo y mi hermano Nixón Pulido

El Padre José Ramón había nacido en Colon. Y, desde muy temprana edad tuvo una fuerte inclinación hacia Dios. Fue al Seminario de Palmira y allí de la mano de Monseñor Marco Tulio Ramírez Roa fue ordenado sacerdote y su primer presbiterio fue San José de Bolívar. Con apenas 23 años llegó asumir la parroquia. Muchos lo veían muy niño cuando llegó al Río Bobo, pues el pueblo estaba acostumbrado a sacerdotes por decirlo más avejentados.
El padre José Ramón hoy me recuerda a otro sacerdote que marcó al pueblo, el padre Santos. El padre José Ramón se encargó de la "Infancia Misionera" dejada por el padre Jesús Campos y fundó el Grupo Juvenil “Seguidores de Jesús”, agrupación cultural que dio sus avances en teatro, danza y regazo espiritual. Aún se recuerda el montaje de la obra llanera “El Silbón” bajo la dirección del padre José Ramón Salcedo. O la obra de teatro infantil “La Cucarachita Martínez y el Ratón Pérez”. O su desprendimiento por el "Vía Crucis" de Semana Santa.
El padre José Ramón, bajo de estatura, delgado, era una hormiguita en el trabajo de nuestro pueblo, un hombre de amanecer hasta que el piso de nuestra iglesia brillara como un espejo ante la visita del señor Obispo en las Ferias patronales.
El padre José Ramón, el hombre culto, de lecturas criticas, de voz fuerte, que en sus homilías no comía cuento para decir las verdades que en el pueblo se callaban; atacó el alcohol, la droga, la infidelidad que se desborda en las madrugadas frías de la comarca y sobre todo la indiferencia ante la pobreza de nuestros coterráneos.
Y la lucha fuerte fue su tesón para que nuestro pueblo fuera llevado a Municipio, el como el Libertador forjó no una espada en sus manos, sino forjo una voz que se alzó en estas montañas, para destrozar de una vez por todas las cadenas que nos tuvieron subyugados y olvidados por mucho tiempo al gran imperio de La Grita. Fueron muchos los que se opusieron, pero el Padre José Ramón al lado de valientes rioboberos independizaron a nuestro pueblo, y lo más triste es que nuestro padre José Ramón fue expulsado luego, al igual que Bolívar, de este pueblo, que era su terruño, expulsado por las voces mezquinas que se esconden en las esquinas de este pueblo del confín del mundo.
Las autoridades que asumieron el poder autónomo como municipio Francisco de Miranda se olvido de José Ramón (perdone el lector esta confianza), si estas autoridades lanzaron al exilio del olvido a José Ramón, pero José Ramón Salcedo, “el Libertador Riobobero” quedo entrañado en los corazones que le conocimos, muchos señalaron que se debía a que José Ramón se había politizado hacia un sólo bando, lo cierto es que luego se le pagó con el exilio, más no con el olvido.
Después José Ramón se hizo Capellán, viajó a Roma y España, hoy se sigue cultivando espiritualmente desde la lejanía, y en lugar de su corazón perdura el grito (¡No de Dolores!), el grito independentista de los rioboberos.