*Por: José Lubin Pulido Chaparro
Cronista Emérito de San José de Bolívar
Cronista Emérito de San José de Bolívar
Manuscrito donde esta el Acta Bautismal de Ramón de Jesús Pulido Ramírez
Según el relato escrito a mano y puño por José Saturnino Peñalosa en 1931; donde hace referencia, que por contiendas de partidos se originó una riña en Queniquea, de donde eran originarios la familia Pulido, con lugareños de la misma zona.
A pesar de salir airosos de esta contienda, los Pulido decidieron trasladarse al sitio conocido como Río Bobo para radicarse allí, esto ocurrió por el año de 1882. Esos Pulido eran: Don Ramón de Jesús Pulido Ramírez y sus hijos: Juan Epifanio, José Domingo, Pedro, Cipriano y Fabián, pocos días más tarde se les une su hijo José Gregorio Pulido Zambrano. También tenía dos hijos mas: Rumalda y José Manuel. Había casado Ramón de Jesús con la matrona doña Narcisa Zambrano.
Los padres de Ramón de Jesús fueron don José Florentino Pulido y doña María Casimira Ramírez, quien nació en Buena Vista, sitio aledaño a Queniquea el 25 de febrero de 1828 y fue bautizado el niño Ramón de Jesús el 25 de marzo de 1828 en el templo parroquial de Nuestra Señora de el Rosario del pueblo de Queniquea.
A su vez el padre de José Florentino fue don Joseph Joaquín Pulido Contreras, quien aparecía entre los fundadores de Queniquea en el año de 1808, este Joseph Joaquín había nacido en La Grita, hijo de Miguel Pulido y María de Contreras.
Don Ramón de Jesús Pulido Ramírez, hombre de ideas y comunitario organizó con otros coterráneos una Junta para fundar un nuevo pueblo en el sitio de Río Bobo, entre estos vecinos se encontraban: Don Rafael Contreras Duque, don José Jesús Vivas García, don Rafael Chaparro, don Esteban Chaparro, don Evaristo Peñalosa, entre otros. Esa pequeña aldea nacería el jueves 15 de febrero de 1883.
Trazaronse las calles del pequeño poblado y se empiezan a construir las primeras casas, entre ellas la de don Ramón de Jesús Pulido, quien murió sin ver terminada su morada, también se construía la casa de Don José Vivas García quien dona con don Ramón de Jesús Pulido los terrenos para la construcción de la casa Cural, cárcel, plaza y cementerio, y la casona de Don José Eufrasio Pulido Chacón. Todas estas casas eran de paredes de tierra pisada, con amplios corredores, patio central, caballeriza, con techos de teja.
Contaba veintiséis años don José Gregorio Pulido Zambrano cuando donó la campana menor para la iglesia y en su honor el presbítero Fernando María Contreras dispuso que se grabara el nombre y la fecha de donación.
Luego este José Gregorio Pulido Zambrano se traslada a El Combudo, fundando al igual que su padre con otros parroquianos una población, llamada en un primer momento Pozoloro, hoy día San Pablo.
Don José Domingo Pulido Zambrano y don Juan Epifanio Pulido Zambrano en dos oportunidades estuvieron al frente de la construcción de las dos primeras iglesias de San José de Bolívar.
Don Juan Epifanio Pulido Zambrano y su esposa María Asunción Vivas Chaparro
Había nacido don Juan Epifanio Pulido Zambrano en el poblado de Queniquea el 07 de septiembre de 1859. Llegando ya a los cuarenta años decide casarse y tenía la ilusión de hacerlo con una maestra y además asegurar la educación de sus futuros hijos. Don Juan Epifanio y sus hermanos aprendieron a leer y escribir de manos de maestros particulares que sus padres contrataron para tal efecto, en ese tiempo la educación prestada por el Gobierno era muy limitada y la particular era onerosa, ese matrimonio no se realizó y lo hace con la distinguida joven señorita María Asunción Vivas Chaparro, hija de don José Vivas García y de doña Espíritu Santo Chaparro. Son sus hijos: Rosario, Pedro Juan, Francisca, María, Eumenia, Mario Ángel, José Segundo, Víctor Manuel e Itala.
La familia Pulido Vivas, supo impartir a sus hijos, la fe católica que recibieron de sus ancestros, el amor por el trabajo, desde temprana edad, los varones trabajan ayudando en las labores de campo y las hembras, aprenden a bordar y a la costura y en las demás labores del hogar, gente de mucho valor, amaban a los niños, querendones, de buenos modales, colaboradores con la iglesia y con la comunidad. Se preocuparon para que sus hijos aprendieran a leer y a escribir; eran pocas las personas que en esa época lo hacían.
En la vida publica, don Juan Epifanio, hace de firmante a ruego en el acta de fundación de nuestro pueblo y es el primer presidente de la Junta Comunal en 1900, pero ante todo su labor es el de campesino dedicado al cultivo del café, de la caña, del cambur, la caraota, la arbeja y de sus escasas vaquitas, más para la supervivencia que para la venta.
En un trabajo realizado por Lidice Maria Pulido Chaparro referente a la familia, le preguntó a mi padre ya en el ocaso de su vida, aun muy lucido en sus apreciaciones, que hablara en pocas palabras de sus padres y de sus hermanos el concepto que tuvo de ellos, así respondió: “ Mi padre Juan Epifanio fue muy bueno, sencillo, humilde y trabajador, mi madre Asunción: noble y un poquito frasca, no teníamos mucho pero en mi casa siempre había algo que dar. Mi hermana Rosario era tremenda, chistosa y hacendosa; mi hermano Pedro muy bueno, agradable y trabajador; mi hermana Francisca cariñosa, hacendosa y delicada; mi hermana María elegante y refinada; mi hermana Eumenia firme y cariñosa; mi hermano Mario Ángel honorable y excelente hombre, murió joven; mi hermano Víctor Manuel cariñoso, trabajador y buen padre; mi hermana Itala muy agradable, chistosa, dulce y trabajadora.” Lidice le pregunta que se describa, hágalo usted hijita y lo describe así: “dulce, humilde y prudente”.
Los hermanos Pulido Vivas fueron muy unidos y solidarios; al quedar viuda su hermana Eumenia, aun joven, vive en la finca Mesa Grande, en formación y con recursos limitados, sus hermanos llevan a sus casas a varios de sus hijos para aliviar un poco la carga familiar.
Al morir su prima Ana Joaquina, su esposo Pedro León que también es primo, esta preso, y sus hijos quedan desamparados, los hermanos Pulido Vivas se hacen cargo de algunos de ellos; estos niños que son sus primos segundos los toman como verdaderos tíos por siempre.
Para los hermanos Pulido Vivas, la educación y la buena formación de sus hijos fue su reto. Primero impartieron la fe católica que recibieron de sus padres, querían que sus hijos adquiriesen una profesión digna, que les asegurara su futuro, solían decir: “la mejor herencia que podremos dar a nuestros hijos es la educación”.
Varios de sus hijos fueron maestros, pedagogos, abogados, sacerdotes, arquitectos, ingenieros, técnicos del agro, ganaderos, comerciantes, empleados públicos y privados, profesores universitarios, odontólogos, políticos, entre otros. Destacándose en sus ramas del saber, manteniendo la hermandad y compañerismo que sus padres profesaron.
En cuanto a mi padre Segundo Pulido nació el 13 de mayo de 1907 y muere el 17 de noviembre de 1994. Se crió a la sombra de una familia campesina muy católica y trabajadora; en el pequeño poblado de San José de Bolívar. Recibió en su crianza el ejemplo de sus padres: Don Juan Epifanio Pulido Zambrano y de doña Asunción Vivas Chaparro, quienes se esmeraron para que recibiera una educación adecuada a la que se impartía para esa época.
Fueron sus hermanos: Rosario, Pedro Juan, Francisca, María, Eumenia, Mario Ángel, Víctor Manuel e Itala.
Casó en el año de 1935 con la señorita Sefora Chaparro Contreras, de una noble familia. Sus hijos: Alba, Editha, Hugo Epifanio, José Lubín y Lidice María
Fue un hombre amante de la libertad y respetuoso de los ideales de los demás, católico, trabajador infatigable, cariñoso, reservado, discreto y de muy buen humor. Excelente conversador, relataba agradables anécdotas del General Gómez.
Sentía gran interés por la historia patria, lector consumado, le apasionaba la política.
Sus ídolos: Simón Bolívar, Sucre y Páez, de quienes hablaba de sus proezas por la libertad de la patria, Rómulo Betancourt, Raul Leoni, Leonardo Ruiz Pineda, Andrés Eloy Blanco y de Monseñor Arias Blanco de quien además de clérigo, lo consideraba un patriota.
Fue secretario del Juzgado, Juez en 1938, Prefecto en 1945-47, 1959-60, Juez en 1964-69 y Prefecto en 1972.
El campo fue su pasión, recordaba sus animales: las vacas: La Canela, La Chatina, La Manzana, el toro Jobo, la yegua amarilla, el caballo colorado; preocupado de sus quehaceres; en algunas oportunidades nos decía: La semana que viene molemos la caña en el trapiche de Manuel Antonio; hay que llevar los becerros para Río Azul.
Por varios años con su hermano Pedro, hicieron de comerciantes, ganándose el cariño de poblanos y campesinos.
Padre ejemplar, amantísimo y su palabra un documento. La naturaleza era parte de su vida con la cual convivió, en sus últimos días de su existencia, palabreaba, una estrofa de un poema al árbol:
“La tierra sin un árbol
Esta desnuda y muerta
Callado el horizonte
Y la soledad desierta”
Don José Segundo Pulido Vivas