sábado, 9 de enero de 2010

LA PARRANDA DEL DIABLO.

*José Antonio Pulido Zambrano
Individuo de Número de la Academia de la Historia del Táchira


Contaba mi abuela, que cuando niña en la aldea San Rafael, en la casa de un señor de apellido Peñaloza, una noche se armó una gran fiesta, a la cual estuvieron invitados todos los allegados de tan digna familia, según mi abuela, este señor Peñaloza era muy parrandero y mujeriego, le daba mala vida a su esposa.
Se dice que a esa fiesta no faltó nadie, que incluso el Jefe Civil del pueblo fueron. La comida y el aguardiente se servía en abundancia, la fiesta se prolongó por cuatro días seguidos.
La quinta noche, contaba mi abuela, en la fiesta se apareció un extranjero, pero por la cordialidad del tachirense fue recibido con algarabía en la casa. El hombre causaba sensación a todas las damas presentes y temor a los señores.
El extraño visitante era alto, de piel muy blanca, vestía un liqui-liqui andino de un color blanco muy radiante, unas botas de cuero negro con su polaina como las que usaba el General Gómez y un gran sombrero al estilo Pedro Navaja, poseía unos ojos grandes y profundos, de color negro como el azabache y unos matices rojo candela en su mirada. El hombre tenía el cabello liso y negro, lo llevaba largo en forma de cola de caballo.
Lo cierto es que este extraño en cuestión de minutos entabló una pelea por una mujer, en aquel alboroto uno de los invitados mató a otro de una puñalada.
Cuando las cosas se calmaron buscaron al responsable, al extraño invitado de la noche, pero éste se había esfumado como el humo, todos empezaron a rezar porque la mayoría coincidió que eso eran cosas del maligno. El asesino fue apresado y aquella tragedia quedó en el recuerdo de todos, en aquel lugar nunca más se volvió a realizar otra fiesta.
Los habitantes de San Rafael comentaron que ese había sido el diablo que había aparecido para que se dejara de hacer tanta fiesta mundana y se pusieran a trabajar.