domingo, 11 de julio de 2010

HISTORIA DE LAS CASAS, BODEGAS, CARNICERÏAS Y CALLES EN SAN JOSÉ DE BOLíVAR

Por: José Lubín Pulido Chaparro
Cronista de San José de Bolívar

CASA DE DON NICANOR VIVAS

Casa de don Nicanor Vivas.

Es hoy por hoy, propiedad de don Domingo Moreno Cárdenas, esta casa perteneció a finales del siglo XIX don Eufrasio Pulido quien aparece firmando a ruego en el Acta de fundación de San José de Bolívar en el año de 1883. 
Fue una de las primeras casas construidas en el poblado una vez trazadas las calles; entre los años de 1884 - 1885, situada en la esquina que forman la calle Páez con la carrera tres. Esta casa fue construida de paredes pisadas, techo de madera, canuto para colocar las tejas. Tenía corredores amplios empedrados, varios cuartos y una sala. En la parte de atrás existía una caballeriza, empedrada con techo de teja, para unas cuatro bestias. 

Domingo y Teresa de Moreno, actuales propietarios.
(Foto: Propiedad Manuel Moreno).

Pude ver estando muy pequeño, en una especie de soberado, muy bien protegidos un par de ataúdes, era común para la época que en casa de gente considerada pudiente, tenían uno o dos ataúdes para un caso de emergencia, estaban preparados para la muerte, algo considerado muy normal. El cuarto para dormir los esposos se le llamaba aposento y los otros aposentos secundarios era para los sirvientes, peones o algunos familiares. La sala principal, tenía por lo general algunas sillas y banquetas para recibir a los invitados, y en la noche podían dormir allí mismo. En las paredes pendían repisas con numerosos santos de su devoción, servía la sala para los velorios y en algunas ocasiones para los bailes. La cocina de esta casa también fue hecha con techo de teja, era de leña, muy amplia, con una mesa de madera muy grande y dos bancas largas. La cocina en las noches después de la cena servía de tertulia, donde se hablaba de las guerras, de la molienda, del café, principal rubro de sustento, de la familia, de los enfermos, de las fiestas religiosas y otros temas cotidianos. Una pieza para negocio y pesa daba a la esquina. El zaguán bastante amplio, empedrado, con un portón de madera ancho y fuerte que permitiese la entrada de una mula cargada con café en bola. 
Don Nicanor Vivas la adquirió y vivió en ella con su esposa María los Ángeles. Quedó viudo, no procrearon hijos. Casó en segundas nupcias con Gertrudis Alcantara y procreó una hija, cuando contaba 81 años. Fue uno de los primeros rioboberos que fueron a Caracas en viaje de placer en 1922. Salieron en bestia hasta Colón, de allí a la Estación Táchira, tomaron el ferrocarril hasta Encontrados, en Piragua por el río Zulia y el lago de Maracaibo. En Goleta iban a Aruba y Bonaire hasta arribar a La Guaira, trasladándose a Caracas. Una travesía que duró doce días.

CASA DE DON SALOMÓN RAMÍREZ

Casa de don Salomón Ramírez.

Esta casa está ubicada, en la esquina que forma la intercepción de la calle Bolívar con carrera 3, fue construida en 1903 ó 1904. En los ultimas décadas ha sufrido modificaciones. Casa de paredes pisadas, techo de madera y teja, con amplios corredores centrales en forma de U, con patio central, la cocina estaba situada al fondo. En uno de sus corredores tenía un horno para hacer pan. Al frente haciendo esquina, estaba la pieza para negocio y al lado una amplia sala separada por un zaguán suficiente ancho para pasar un bestia de a caballo, con una bella ventana que daba a la calle, a su lado delimitaba con el aposento. Su esposa, doña Delfina Vivas Chaparro de Ramírez era costurera. Procrearon tres hijos: José María, Antonia y Delfinita. 
Don Salomón era hijo de don Celedonio Ramírez, quienes vinieron de Queniquea para radicarse acá. Don Celedonio ejerció de Juez. Años más tarde hizo de Juez su hijo: Salomón, quien se caracterizó por su carácter recio y su honestidad a toda prueba. Su negocio eran las telas y algunas medicinas (alcanfor, parches porosos, cafenol, agua de lucema, sal de higuera, sal de elson, entre otras).

LA CASA DE LOS NOGUERA


Ubicada entre la calle Bolívar y la carrera 3, Norte. Perteneció a don Felipe Noguera quien vino de Queniquea a principios de 1900. Era descendiente del doctor Antonio Bernabé Noguera. Esta casa es una de las mas grandes construidas en esa época, es de paredes de tierra pisadas, con techos de madera y cubiertos de teja. Haciendo esquina tiene una pieza para negocio, seguida por una sala grande, con venta que daba para la calle, y a continuación seguían varios cuartos. Dormitorio principal para la familia, cuarto para huéspedes y otros aposentos para el personal de servicio y obreros. Dos grandes corredores paralelos se habrían al visitante. El corredor principal seguía a las habitaciones, empedrado en forma cuidadosa, al comienzo un amplio portón de madera daba acceso a la casa, se podía entrar de a caballo. Un amplio patio separaba los dos corredores, una parte del patio enladrillado, servía para secar café y la otra parte cubierto por un hermoso jardín donde hacían gala diversos tipos de flores y matas ornamentales y como era costumbre en las casas rioboberas algunas matas medicinales (malva, ruda de castilla, orégano, limonaria, saúco, hinojo, eneldo), hacían parte del jardín. 
En el otro corredor estaba situada la cocina, el comedor para obreros con una larga mesa y dos bancas de madera. Separada por paredes esta el comedor familiar, había allí una alacena y vitrinas donde se guardaban la vajilla y otros enseres de cocina, la mesa y las sillas de comedor eran de buen acabado. 
Hacia el final del corredor había un deposito de leña para el fogón, muy bien disimulado, una puerta grande que permanecía cerrada, dando paso hacia el solar donde estaba la caballeriza. Conocí en un oportunidad a doña Natividad Urbina Chaparro, una honorable dama, entrada en años, vestía de enaguas, negras y blusa blanca de mangas largas que terminaban en un adorno a la altura de la muñeca. 
En otra oportunidad vi al doctor Teofilo Noguera, ataviado a la usanza inglesa, casco de corcho, pantalones de montar de kaki y polainas. Era su hijo. Al morir Doña Natividad los descendientes vendieron esta casa a don Eugenio Pulido oriundo de La Florida, quien procedente de La Guacamaya, vino a radicarse en este poblado, por el año de 1952. Hoy día sólo una parte de la que fue aquella construcción, pertenece a su hija: Lourdes Pulido Contreras. Quizá sea sólo la mitad de lo que otrora fue esa inmensa construcción.

LA CASA DE LAS ARIAS

La casona de las Arias.

Esta es otra de las casas mas viejas construidas en el pueblo, situada al pie de la plaza, que conserva todavía, las características de esa época, según fotografía tomada en 1928. Por el año de 1950, el techo se había derrumbado y permaneció muchos años deshabitada, sus dueñas se habían ido a San Cristóbal donde eran oriundas, la Señorita Arias, así se le conoció vino de maestra de escuela, allá por el año de 1896, era su propietaria, sus descendientes vendieron a don Eutimio Zambrano, quien la reconstruyó, su viuda doña Ana Peñalosa de Zambrano vende a doña Dora de Smith quien le hace nuevos arreglos sin perder la fachada original, esta casa posee una pieza para negocio con dos puertas, sala con ventana que da a la calle Bolívar, con corredores internos separados por patio central.

San José de Bolívar (Año 1928).

Esquina de calle Bolívar con carrera 3 (Foto Año 2006).

LAS BODEGAS MÁS ANTIGUAS

Fachada de la casa de doña Vicenta Escalante.
San José de Bolívar (Año 1975).

Para el año de su fundación en 1883, no existía ninguna bodega, sus moradores van a La Grita o a Queniquea, para hacer compras de sus de sus artículos de mayor necesidad. 
Don Felipe Noguera, abre la primera bodega en una casa que existió al pie de la plaza, haciendo esquina con la calle Páez, que fuera morada, de la distinguida matrona: Doña Vicenta Escalante viuda de Gómez, casa donde arribó en 1949, el doctor Rafael Caldera quien vino a este pueblo en campaña política. Esta casa ya no existe. 

Casona de don Pedro Pulido, luego de su hermano Segundo Pulido
hoy allí funciona en ese lugar el Banco Bicentenario.

Para el año de 1920, don Juan Pulido, le abre una bodega a su hijo Pedro, quien a causa de un accidente en trabajos agrícolas, perdió una de sus piernas. Para el año de 1925, don Pedro Pulido compra un solar con paredes pisadas, a la firma mercantil: Carlos R. Olivares y Compañía, dependiente de los señores Elías Burguera, radicados en Tovar, que la señora María Angelina Francisconi de Contreras había dado en pago por deuda contraída de su finado esposo: Don Emiliano Contreras. Esta bodega estuvo situada frente a la calle Bolívar, haciendo esquina con la carrera cinco. Para esa época llamada carrera de la Igualdad, pues sólo existían tan sólo 7 carreras en el pueblo.

Casa de don Teodulo Zambrano.

Otra bodega va adquiriendo éxito, se venden telas (creuela, kaki palo grande, gabardina, lino, terciopelo, liencillo y otras), existían las costureras que daban rienda suelta a su arte y a su imaginación. Vende monturas, su esposa Doña Eva, además de maestra, teje unas hermosas gualdrapas de hilo que venden a premura, granos, sardinas, sombreros borsalino de ala corta, hilo, agujas, bayetas, mortuorias, herraduras, cemento alemán, que venía en toneles de madera, importado por los Hermanos Belloso de Maracaibo para don Pedro Pulido, por intermedio de don Luis Mogollón en la ciudad de La Grita, bisagras, clavos para herrar, escofinas, martillos, palas, machetes, barretones, entre otros. Compra a los campesinos; café, caraota, maíz y arbeja. Para el año de 1965 se asocia con su hermano: Segundo Pulido, dedicándose a la compra principal de café, dedicando su negocio hacia la ferretería. Hasta el año de 1994, cuando muere mi padre Segundo Pulido, muchas de las gente de campo, se acercaron a mí para decirme que los Hermanos Pulido, les proporcionaban los víveres, teniendo o no el dinero y algunas veces esperaban hasta diciembre cuando le vendían el café y me agradecieron ese hecho. 

BODEGA DE DON RÓMULO ROMERO VIVAS

Don Rómulo Romero

Don Rómulo Romero frente a su bodega.

Esta bodega estaba situada en la calle Bolívar, entre carreras 3 y 4, dedicada a la venta de víveres. Es la primera bodega que tiene permiso para la venta de licores y a su vez tiene franquicia para el expendio de medinas, empezó a funcionar en 1937. Don Rómulo, era un hombre alegre, jovial y dicharachero, siempre muy alegre, era hijo de don Luis Romero, hombre de tez morena, quien vino a estas tierras proveniente de La Sierra de San Luis, en el estado Falcón, huyendo del servicio militar y de doña María de la Paz Vivas Chaparro. Al instalarse la primera planta eléctrica para el alumbrado en 1945, trae al poblado el primer radio. Los pocos moradores se aglomeran en las noches para oír música y noticias de la segunda guerra mundial, muchas personas quedaron sorprendidas de ese aparato que era capaz de hablar. 
Por el año de 1950 trae la primera nevera, que funcionaba a kerosene, realizó un convite para transportarla desde Queniquea, por el camino de recuas. Vende cerveza fría y helados que se llamaban posicles, son las primeras innovaciones que llegan por primera vez al pueblo. 

CARNICERÍAS DEL RÍO BOBO
Los habitantes de este municipio, somos consumidores de carne por excelencia, en un trabajo realizado por estudiantes de aquí, se vio en una encuesta que realizaron, llegaron a la conclusión que el 90% de los encuestados consumían carne tres veces por semana. Por el año de 1935, procedente de La Florida viene a radicarse en esta población: don Pausalino González, quien contrajo matrimonio con la señorita Teotiste Chaparro Contreras; monta una pesa, a la que estuvo al frente por unos 40 años, en una pieza especial para tal fin, frente a la plaza Bolívar, por la calle Páez. Cuando Doña Teotiste cumplió en 1996, sus 90 años, alguien le preguntó; “que seguramente era vegetariana, para llegar esa edad con esa condición física tan excelente y esa claridad mental tan sólida”, respondiole en su forma de ser que si era amante al consumo de vegetales, pero que ella por mas de 40 años había comido carne hasta tres veces al día.

Don Panfilo Guerrero.

Otra de las pesas, cómo así se llamaban a las carnicerías, mas antiguas, fue la de don Pánfilo Guerrero, situada en la calle Bolívar, entre las carreras 5 y 6. Don Pánfilo, hombre madrugador, a las cuatro de la madrugada ya su negocio estaba abierto. Pero eso sí a las siete de la noche cerraba las puertas y no le abría a nadie, ese era su horario. Además de carne de res, vendía carne de cochino y pescado salado. Para conservar las carnes se salaban, sin embargo algunas partes de las carnes que no le llegaba la sal, solía infectarse por queresas de la mosca, que se transformaban el larvas, gusanos, que don Pánfilo o los mismos consumidores quitaban con la punta del cuchillo, algo muy normal.


CALLES DE SAN JOSÉ DE BOLÍVAR
A raíz de su fundación, al pueblo le trazan las calles: La calle Real o calle principal se traza hasta el sitio que se denominaría El Topón y dos calles paralelas, una la denominaron calle El Cedro o calle de El Tiro, por la cantidad de cedros que habían por los lados y de El Tiro, por esa calle traían la madera tirada por bueyes para la construcción de las casas. La otra era la calle de El Cementerio, la que pasaba por el frente del camposanto. Años más tarde trazan la calle de atrás, que llegaba tan sólo hasta la altura de un tejar que existió. La primera carrera se le llamó, carrera de El Calvario. Existió allí una capilla, Capilla del Calvario, carrera del píe de la plaza, carrera frente a la iglesia y calle de La Igualdad, hoy carrera 5 y tres carreras más hacia arriba. 
Por decreto del gobierno del General Guzmán Blanco, en 1882, se dicta que la calle principal y plaza mayor de pueblos y ciudades de Venezuela deben llevar el nombre de Bolívar, de tal manera que la plaza y calle real se les denominó en adelante; Bolívar.
Posteriormente a la calle que hoy se le llama calle 4, se le conoció cómo calle Páez y la siguiente calle Sucre.