domingo, 18 de julio de 2010

RAFAEL ARCÁNGEL ZAMBRANO ZAMBRANO, EL HOMBRE QUE JUGO AJILEY CON LA MUERTE

Por: Josefa Zambrano

“La muerte siempre estuvo junto a él”.


Nació este personaje el 26 de julio de 1923, fueron sus padres: Froilan Zambrano y María de la Paz Zambrano. Nieto por parte paterna de José de la Cruz Zambrano y Tomasa de Zambrano. Nieto por parte materna de José de los Santos Zambrano y María Nicolasa Rojas. De sus tíos paternos fueron: Tiburcio, Esteban, Victoria, Benardina y Andrea. Y sus tíos maternos: Antonia, Hermelinda, Delfina, Pompilio y Ramos. Su padre Froilan era un hombre moreno de una estatura de 1, 70 mts.
Quedó huérfano a la edad de 10 años, a pesar de su edad fue un niño muy valiente y decidido, con él quedaron sus cuatro hermanos: Pedro, Ysabel, Flor y Ulises.
A pesar que era uno de los más jóvenes, era el que más se preocupaba para llevar comida a su pequeña vivienda muy humilde, que le habían dejado sus padres al morir en el caserío de Los Osos.
Rafael era un niño muy activo y audaz. Me contaba mi mamá que a él le gustaba mucho jugar y que ellos eran muy pobres.
Un día no tenían nada para comer, y le dijo: - Ysabel yo me voy a ver que consigo, ponga a cocinar verdura y haga aguamiel que yo ahora vengo.
Ysabel hizo lo que el le dijo: Al poco rato lo vieron llegar con una cabeza de cochino que se la había ganado jugando “ajiley”. Así era tío Rafael.
Transcurrió el tiempo y Rafael se hizo todo un hombre responsable y trabajador y de muy buenos sentimientos. Vivió mucho tiempo con su hermana Ysabel y Ulises, ya que fueron los dos hermanos que lo acompañaron y lo ayudaron. Él se obligaba a fincar a medias e ysabel le ayudaba a hacer la comida a los obreros y así salió adelante, pero duro mucho tiempo trabajando en fincas a medias.
Luego compró la finca de La Pedregosa y se casó con la joven Carmen Mauricio Pernía, de ese matrimonio tuvo 2 hijos: Eulo Manuel y Mercedes de la Paz Zambrano Pernía. Pero la muerte ya empezó a perseguirlo y se lleva a su esposa al dar a luz a su segundo hijo. Tío Rafael vuelve a sentir el dolor de la muerte, primero sus padres y ahora su esposa.
Queda sólo pero esta vez con más responsabilidades. Pues le habían quedado dos hijos. Ya era más fuerte para él, tenía que trabajar para sus hijos y para que le ayudara con la niña que había quedado recién nacida. 
Paso el tiempo, y como dicen que el tiempo es el mejor remedio para olvidar, Rafael se volvió a enamorar. Conoció una joven de San Rafael, de una gran familia, se llamaba Ana Julia Rojas Zambrano.
Se enamoró y de nuevo se volvió a casar. Pues su vida no era de vivir solo.
De este nuevo matrimonio ya fueron más responsabilidades, la segunda esposa le dio 12 hijos: Irene, Gerardo, Gilberto, María, Miguel, Antonio, Noraima, José, Enrique, Franklin, Mayela y Rafael.
Fueron muchos los años que disfrutó su matrimonio, un hogar muy bonito. Paso el tiempo y Rafael emigró al pueblo porque quería que todos sus hijos estudiaran y que fueron todos profesionales.
Ya en el pueblo su esposa dio a luz otro de los hijos, pero la muerte vuelve a ensañarse con Rafael y viene y muere su segunda esposa dando a luz su hijo. Rafael se hunde en el dolor, pero a pesar de todo era un hombre muy fuerte de espíritu y no se doblego ante la muerte y siguió luchando, pues ahora era más su responsabilidad para él solo, ya no era 2 sino 14 hijos que él tenía que sacar adelante.
Como siempre ahí estuvo su hermana Ysabel para ayudarlo. Siguió su vida como siempre trabajando en las fincas y los muchachos estudiando, pues la meta de Rafael era que todos sus hijos estudiaran. Como él quería que sus hijos al salir del liceo siguieran en la Universidad compró una casa en San Cristóbal para que sus hijos estuvieran cómodos y así continuaron sus estudios. Así fue viendo a sus hijos mayores convertidos en profesionales, que alegría para Rafael la meta que había trazado se estaba cumpliendo.
Pero como que la muerte no lo quería dejar en paz, vuelve a tocar la puerta, muere su hija Irene, mientras que al pueblo lo visitaba la Virgen de Consolación de Tariba, a Rafael lo visita la muerte. Pero como un roble se vuelve a levantar con la alegría de la graduación de sus otros hijos que ya eran profesionales, la casa se empezó a invadir de nietos, si la muerte le quitaba vida, la vida le daba más nieto a su estirpe.
Pero fue muy corta su alegría pues al tiempo muere su hijo mayor Eulo Manuel en un accidente y Tío Rafael vuelve a quedar hundido en el dolor por la nueva perdida, parecía que estar - la muerte - no quería irse de su casa. 
Volvió a superar este nuevo percance a las que tantas pruebas nos coloca esta vida y siguió ayudando a sus hijos para que siguieran estudiando.
Luego llegó la alegría a su ser, dos de sus hijos se estaban graduando, y Rafael se sentía muy contento a pesar de la perdida de sus dos hijos, le daba gracias a Dios y a la Santísima Virgen, porque había obtenido otros triunfos.
Los otros seguían estudiando y pronto se graduarían cada quién en lo que le gustaba estudiar. Así para la vida de Rafael unos días en la finca, otros aquí en san José donde esta su casa, y otros días en San Cristóbal donde estaban sus hijos estudiando.
Siempre solía preguntar si ya le habían servido de comer, cuando algún familiar lo visitaba en su casa de habitación, pues un plato de comida nunca se le podía negar a nadie, debe ser por eso que si la muerte lo golpeo la vida lo sostuvo como ese árbol que con su sombra cuido de hijos, hermanos, sobrinos y todo aquel que llamase amigo. Así vivía su vida, pero siempre al lado de sus hijos. Fue un padre ejemplar que siempre se preocupo por tener unida a su familia. Pasa un día muy triste, no para Rafael sino para toda la familia; el 2 de enero de 1997 muere Rafael en un trágico accidente viniendo de san Cristóbal para San José. Y deja solos a sus hijos por los que tanto había luchado, para mantenerlos a todos unidos, dejándole una enseñanza de aprender a superar la muerte y a levantarse de los fracasos y manteniéndose unido en familia por siempre.